Reseña - El Hombre Invisible: el horror de las relaciones abusivas

En El Hombre Invisible, un hombre le hace una lamentable pero espantosa declaración sobre su exesposo a la protagonista: "te necesita porque tú no lo necesitas". Esta frase sin duda nos remite a una relación tóxica, donde ambas partes se dañan mutuamente sin poder evitarlo. Pero, como en innumerables situaciones, aquí no es el caso. ¿Por qué resulta tan difícil creer que una mujer es la víctima del constante abuso masculino? La sociedad machista en la que vivimos es la respuesta. Y si lo sabemos, ¿por qué no hacemos nada al respecto? Quizá porque el hombre ha podido pasar desapercibido todo esto tiempo ante la mirada de todos, acosando y abusando por doquier. En esta cinta, esta triste realidad es mezclada de forma muy ingeniosa con la premisa de uno de los monstruos más famosos del cine: la del hombre invisible.


Cecila (Elisabeth Moss) se encuentra atrapada en una relación abusiva. Adrian (Oliver Jackson-Cohen), su esposo y célebre científico especializado en la óptica, manipula a su antojo cada aspecto de su vida, pero eso se termina cuando la mujer finalmente toma la decisión de marcharse para siempre. Temiendo todavía por su seguridad, Cecilia recibe una extraña pero reconfortante noticia: Adrian se ha suicidado.

Es así como su vida vuelve a estar bajo su control, aunque solo por un tiempo. Una serie de inexplicables ocurrencias, así como el recuerdo de las amenazas que su esposo le hacía, le hacen creer a Cecilia que este podría no estar muerto después de todo, y que ha encontrado la forma de hacerse invisible para regresar a atormentarla.

Leigh Whannell, uno de los creadores de dos de las sagas de terror más exitosas del nuevo siglo como lo son Saw y La Noche del Demonio, se vuelve a sentar en el banquillo del director para revivir el clásico de H. G. Wells, dándole un enfoque muy pertinente a nuestros tiempos.

En El Hombre Invisible, el cineastas australiano le da un giro inesperado pero muy ingenioso al concepto de un individuo con la capacidad de hacerse invisible. Esta idea, por supuesto, le ha pasado por la cabeza a cualquiera: ¿qué haría si nadie me pudiera ver? Tomando en cuenta nuestra naturaleza, seguramente algo indebido o perverso, pero lo que a veces no podemos darnos cuenta es de que hombres invisibles caminan entre nosotros, y solo hasta hace un par de años comenzaron a ser vistos por la sociedad en general, a pesar de que sus víctimas los estuvieron denunciando todo ese tiempo.


El guión de Whannell soporta toda su peso en la estupenda actuación de Moss. Director y actriz se entienden a la perfección para no solo dar a conocer la situación en la que se encuentra la protagonista, sino para proyectar su desesperación y frustración.

En esta cinta, Cecilia es una mujer despojada de su individualidad. Con cámaras vigilándola todo el tiempo, y un complejo sistema de seguridad registrando su entrada y salida de la casa, uno comienza a horrorizarse ante la enfermiza obsesión de Adrian. En una genial secuencia de apertura, podemos ver cómo Cecilia corta de tajo este vínculo, recuperando la libertad y su propia personalidad, aunque sin sospechar el maquiavélico plan que ha creado su esposo para voltearle la jugada.

Dándole voz a la mujer oprimida, Whanell permite enseguida que nos aliemos con la protagonista. Tanto el espectador como esta última saben perfectamente lo que está pasando, pero ¿y los demás? Nadie puede creer la conclusión a la que ha llegado Cecilia, devolviéndola al mismo sentimiento que tenía al ser presa de la relación abusiva con Adrian, en la que ella siempre era tildada loca. Y así como en la vida real, dependerá de ella llegar hasta las últimas consecuencias para demostrar que lo que dice es cierto, que el victimario ha estado ahí todo este tiempo y que solo hace falta desenmascararlo.

Este terror social es la chispa de El Hombre Invisible, cuyo discurso se asoma al constante sufrimiento femenino, y del cual solo hay un culpable.

Esta no es la primera vez que Whanell se desenvuelve en la ciencia ficción. Hace unos años, el australiano cautivó a los fans del género con Upgrade, una pequeña pero sumamente entretenida cinta sobre la relación entre hombre y máquina. Con una frenética edición y escenas rebosantes de violencia y brutalidad, el australiano desplegaba en esa ocasión un lenguaje visual muy atractivo.

En El Hombre Invisible, la cual recoge por breves instantes estos elementos técnicos, con movimientos de cámara muy osados, Whanell opta en esta ocasión por un acercamiento más delicado, usando solamente paneos lentos para sugerirnos la presencia del antagonista. Esto contribuye a crear un suspenso constante que mantiene a Cecilia y al espectador en estado de alerta.


Esta nueva versión de El Hombre Invisible contrasta notablemente con la ridiculez de El Hombre Sin Sombra de la década pasado, así como con La Momia, la más reciente película sobre otro monstruo clásico del cine que recibió el peor de los tratamientos buscando crear un nuevo universo cinematográfico.

Aunque en un principio esta cinta sería parte del ahora fallido proyecto, el cotizado productor Jason Blum salió al quite para diseñar un filme más íntimo y orientado hacia algo más palpable y realista. El resultado no pudo haber sido mejor. 

El Hombre Invisible mezcla de forma muy convincente el terror, la ciencia ficción y el comentario social en una película que lo atrapa a uno desde el comienzo. La ausencia en pantalla de la amenaza física crea una sensación de incertidumbre todavía más grande, y aunque nos toparemos con los clásicos indicios de que algo que no vemos está ahí, la trama apunta hacia algo más trascendental que los sustos baratos.

Cecilia es una mujer como muchas, cuyas historias de abuso continúan en el anonimato debido a la duda de quienes la rodean. Es bastante desalentador saber la soledad en la que se encuentran, pero si dejamos de defender a quienes no lo merecen, entonces podremos ver materializados finalmente a los victimarios.

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