Crítica - Entre Secretos y Navajas: una ingeniosa, intrincada y divertida película de misterio

En el escritorio del patriarca de la familia Thrombey, una taza con la leyenda: "Mi casa, mi café, mis reglas", advierte explícitamente al espectador, y de una forma muy sutil a los personajes, del poder de este curioso personaje, quien a pesar de haber muerto, continúa ejerciendo un inconmensurable domino sobre cada uno de los integrantes de la familia. Pero este mensaje adquiere una nueva e inesperada dimensión cuando el intrincado misterio de Entre Navajas y Secretos se revela ante nosotros.

Apelando al viejo concepto narrativo de "¿quién lo hizo?", esta cinta le da un giro moderno y sumamente divertido que explora al mismo tiempo la retorcida dinámica de poder en una familia podrida hasta la médula.

El aparente suicidio de Harlan Thrombey (Christopher Plummer), famoso escritor de novelas de misterio, ha puesto de cabeza la vida de sus descendientes, y no solo por lo trágico del asunto, sino por los devastadores anuncios que hizo a cada uno antes de morir.

Mientras la policía lidia con el caso por mero protocolo, el investigador privado Benoit Blanc (Daniel Craig) contratado de forma anónima para investigar lo sucedido, se pasea por la mansión en busca de pistas y entrevistando a cada uno de los posibles implicados. La situación se complica todavía más cuando Marta (Ana de Armas), la enfermera personal de Harlan, revela una serie de secretos que podrían implicar a la familia y a ella misma en el fallecimiento del respetado autor.


Rian Johnson, director de Los Últimos Jedi y que probablemente resultó lastimado de la toxicidad de cierto sector de los fanáticos de Star Wars, vuelve más fuerte que nunca con una cinta original, un elenco estelar, y una historia llena de giros que pone al espectador en medio de un misterio sin resolver, el cual ni siquiera termina por ser el aspecto más impactante de todo, o al menos eso parece.

El realizador, y también guionista de Entre Secretos y Navajas, ha confeccionado con sumo detalle una trama tan compleja como satisfactoria que demuestra su talento como escritor al desafiar las creencias de su público, y como director al manejar con gran efectividad el enorme talento que tiene a su disposición.

Johnson comienza su relato presentándonos a los poco escrupulosos miembros de la familia Thrombey. Walter (Michael Shannon), hijo menor de Harlan y director de su editorial; Joni (Toni Collette), viuda de otro de sus hijos y una reconocida personalidad de redes sociales; Linda (Jamie Lee Curtis), eminencia de las bienes raíces; y Richard (Don Johnson), el sumiso esposo de esta última.

Mientras son entrevistados por el detective Elliot (Lakeith Stanfield) y Benoit, cada uno es relacionado inmediatamente con un posible y poderoso motivo para asesinar al viejo, pero desde el inicio de la trama queda claro que el rumbo de historia no va por ahí, sino hacia algo más intrincado y problemático.


Y no podemos dejar de mencionar a Chris Evans como el malcriado Ransom. El único nieto bueno para nada de Harlan, e inesperado aliado de Marta en un momento de gran urgencia, es encarnado de forma desfachatada por un actor que nos acostumbró a la solemnidad, respeto y buenas intenciones del Capitán América. Aquí, Evans le da vuelta a la página al convertirse en el chico malo al que cualquiera quisiera darle un buen zape en la nuca. Y claro, su participación en la trama va más allá de lo que inicialmente se sugiere sobre su persona, con un par de buenos giros incluidos.

Pero Ana de Armas es hasta cierto punto el alma de esta película. Como la enfermera extranjera que cuida de Harlan, la actriz hace un estupendo trabajo interpretando a una mujer ordinaria que de pronto se ve involucrada en una situación aparentemente ajena, pero con implicaciones en su vida personal que nunca hubiera esperado. la cubana da vida a un personaje peculiar y vulnerable, pero que poco a poco adquiere la picardía y fuerza para enfrentar este embrollo.

Por supuesto, se trata del único con el que el espectador realmente puede identificarse. Su bondad y inocencia son notables, pero pronto descubre que eso no será suficiente para salir bien adelante.


El ingenio de este guión llega a otro nivel cuando la causa de la muerte de Harlan queda esclarecida desde muy temprano. Esto resulta sumamente beneficioso para el relato, pues a partir de ese momento, Johnson maneja con gran efectividad la tensión que comienza a crearse alrededor de todo el asunto.

Los rastros que ha dejado atrás el posible asesino en breve son recolectados por Benoit, quien armará todos los pedazos en cualquier momento para poder ver con claridad, pues la verdad eventualmente se revelará a sí misma, aunque lo que realmente importa es "lo que haces con esta una vez que la descubres". Estas líneas del elocuente detective parecen guiar las acciones de cada uno de los personajes, obviamente con distintos fines, algunos más nefastos que otros.

Pero no todo es misterio en esta cinta. En los Thrombey podemos encontrar un pedazo muy representativo de la sociedad estadounidense. Obsesionados con el dinero, las apariencias y la reputación, los integrantes de la familia presentan otras desagradables características que hacen eco de los cánceres sociales contemporáneos: racismo, elitismo, traición...

Marta emerge como una bocanada de aire fresco en un ambiente de podredumbre y caos. Aunque ciertamente nunca fue víctima de maltrato en esta familia, sus empleadores se quitan las máscaras cuando su empleada muestra una mínima señal de resistencia. Pronto, Marta será quien beba de la taza de café.


Entre Secretos y Navajas es también sumamente divertida. Sin entrar de lleno a la comedia, Johnson crea todo tipo de graciosas situaciones e interacciones entre personajes que le dan un poco más de sabor a la trama.

Pero ante todo, la cinta parece emanar de la propia mente de Harlan, un enredado misterio que solo él pudo haber orquestado para una de sus novelas. Esta ironía también se puede sentir en otros aspectos como el escenario principal: la enorme casa de los Thrombey que parece un tablero de Clue, tal y como el detective Elliot señala; y por la expectativa de todos los involucrados por una gran revelación, la cual ciertamente no los dejará satisfechos.

Al final, la resolución del aparente crimen parece tan natural y evidente que cuesta trabajo darle sentido a una disparatada explicación sobre todo lo sucedido, pero quizá lo más relevante es el par de gratificantes horas que Johnson nos ha hecho pasar.

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