Reseña - Toy Story 4: un satisfactorio final para una querida serie

Con casi 25 años de historia, un par de generaciones han crecido con Toy Story y sus carismáticos personajes. En 1995, la original cambió la historia de la animación no solo al ser la primera animada digitalmente, sino al presentar un drama existencial desde el punto de vista de dos juguetes tan distintos entre sí. Este fue el primer paso de Pixar como empresa y de una franquicia que eventualmente se convertiría en una de las más queridas de la historia, por adultos y niños por igual. Ahora, tanto tiempo después de la irrupción de Woody y Buzz en el cine, una cuarta y posiblemente final entrega llega con una nueva y convincente aventura que le da un giro muy divertido e ingenioso al relato de la primera. 

Woody y sus amigos viven ahora con Bonnie, la pequeña niña a la que Andy le regaló sus juguetes antes de irse a la universidad. Con el primer día del kínder a la vuelta de la esquina, Woody se encuentra preocupado no solo por su bienestar, sino porque la niña ha dejado de jugar con él, dejándolo olvidado en el clóset constantemente. A pesar de las advertencias de sus compañeros, el juguete decide que es momento de actuar. Acompañándola a la escuela en secreto, este es testigo de cómo la abrumada Bonnie encuentra algo de tranquilidad al crear un nuevo juguete con utensilios a la mano y al que bautiza como Forky. Maravillado, Woody se los presenta a sus amigos, aunque este inmediatamente demuestra una conducta autodestructiva al considerarse basura. Así, con un viaje de la familia de Bonnie en puerta, Woody se propone a hacerle ver a Forky quién es realmente, lo que eventualmente le abrirá a los ojos al mismo Woody sobre su papel en la vida de su niña.


Hace nueve años, Toy Story 3 conmovió a todo el mundo con un final recordado por el mar de lágrimas que causó la separación de Andy y sus juguetes. Aunque se trataba de un siguiente paso en la existencia de ambas partes, una sensación de cierre quedaba en el aire. Ahora, casi una década después, una tercer secuela podría parecer un insulto para quienes consideraron la anterior cinta como una final definitivo; sin embargo, esta nueva entrega funciona como un especie de epílogo, un vistazo a la dinámica post-Andy de Woody y sus amigos, y a un drama más personal en la vida del sheriff: ¿aferrarse o seguir adelante? En Toy Story 4, el protagonista finalmente se enfrenta de lleno al abandono y a una nueva oportunidad para ser feliz.

En esta ocasión, y como se está haciendo una ¿buena? costumbre en Pixar, un artista de storyboard hombre salta al ruedo para dirigir su primer largometraje. Josh Cooley obtiene su primera oportunidad trabajando con los que posiblemente son los personajes más emblemáticos de Pixar. Si bien la historia y el guión corrieron a cargo de Rashida Jones, Andrew Stanton y John Lasseter (pieza fundamental de Pixar que dejó la compañía tras un escándalo de acoso sexual), Cooley emerge por primera vez como el responsable de llevar un proyecto de este calibre a buen puerto. El resultado es sumamente convincente, a la par de las películas anteriores de la franquicia y un tremendo trabajo de animación que demuestra la capacidad tecnológica de Disney y Pixar.


Toda la pandilla está de vuelta en Toy Story 4, aunque el regreso de viejos conocidos y la aparición de nuevos rostros hacen de la cinta una muy variada en cuanto a personalidades e ideales. Forky es probablemente la inclusión más extraña de la franquicia hasta ahora: un juguete creado por un humano a partir de materiales caseros y que se considera a sí mismo basura. Está también Gabby Gabby, quien en apariencia resulta la villana de la historia, confronta a Woody y sus amigos para cumplir el mismo objetivo que ha tenido el vaquero todo este tiempo, aunque con métodos más brutales. Y claro, el regreso de Bo Peep, renovada, empoderada y con un concepto inusitado para la serie, renueva totalmente la esencia de la saga.

De los personaje previamente mencionados, Bo Peep es quien goza de mayor tiempo en pantalla. Con un nuevo atuendo en mayor sintonía con los tiempos y su vocación aventurera, la muñeca de porcelana presenta a Woody una alternativa que resulta inconcebible para el juguete casero: independencia y una vida en el exterior. Comprometido con Bonnie, a pesar de que esta parece no hacerle caso, Woody se propone a cuidar de Forky, la nueva fascinación de su niña; sin embargo, su reencuentro con la nueva faceta de Bo Peep le hace replantearse una o dos cosas sobre su rol. Cooley y su equipo hacen un buen trabajo al presentar a una Bo Peep intrépida, empática y amante de su libertad. Con una serie de nuevos artilugios y habilidades, la muñeca es sin lugar a dudas el elemento más atractivo de la cinta.


Pero al final, todo se trata de Woody, un juguete que se enfrenta nuevamente ante la peor pesadilla: ser abandonado. Esta situación, que vivió brevemente con Andy ante la llegada de Buzz, le ha hecho pensar en su futuro. Como si fuera su padre, Woody no puede desprenderse de Bonnie, quien se interesa en otras cosas. Al no tener otro propósito, este comienza a sentirse inservible, contrario a Forky, el juguete recién creado por Bonny y que poco a poco entiende la importancia de aportar alivio a la niña que lo posee. Pero a pesar de que Forky se ha vuelto el favorito, Woody ve esto como una oportunidad más de seguir siendo valioso, pues los pensamientos suicida del nuevo juguete amenazan constantemente su misma existencia.

Las cintas de Pixar se han caracterizado por ser fascinantes tanto para niños como para adultos. En Toy Story 4, los primeros podrán encontrar a sus personajes favoritos, situaciones chuscas y un reflejo de la relación que guardan con sus propios juguetes; por otro lado, los segundos se toparán con una forma de vida con la que se sentirán identificados, sobre todo quienes crecieron desde la primera parte. Bo Peep y su independencia, actitud, fortaleza (y solo preocupada por su mascota) significa el prototipo de una nueva posibilidad de vida en la que los niños realmente no son importantes. Pero Cooley y su equipo no tratan de imponer ninguna idea, sino presentar otro espectro social en un mundo en el que la familia tradicional era la única posibilidad hasta no hace mucho.

En suma, Toy Story 4, con todos sus nuevos personajes y situaciones, incluido el genial Duke Caboom, quien tiene su propia y triste historia, es una gran adición a la biblioteca de Pixar y Disney, pero también un recordatorio de que está bien no estar a la altura de las expectativas de los demás.

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