Reseña - John Wick 3: Parabellum: los primeros signos de fatiga en la franquicia

En la era de las franquicias cinematográficas, los estudios harán todo lo posible por exprimir al máximo sus personajes. John Wick, quien surgió en una modesta pero emocionante película hace unos años, no es la excepción. Como un vehículo que resultó en un tercer o cuarto aire para Keanu Reeves, Otro Día para Matar reunía las convenciones del género de acción y las ejecutaba de una forma fresca y divertida. Sería demasiado catalogarla como algo revolucionario, pero el cuidado en las escenas de combates, una historia peculiar y la creación de un personaje que eventualmente adquiriría una popularidad inusitada, hacían de esta cinta algo realmente destacado. Ahora, tras una secuela un tanto más ordinaria, pero igual de convincente, llega una tercera parte que finalmente comienza a sumir a la franquicia en la repetición y en un mundo innecesariamente intrincado.

Tras haber roto las reglas del hotel Continental, santuario para asesinos a sueldo, John Wick (Reeves) debe enfrentar ahora las consecuencias. Expulsado y desconectado de cualquier tipo de ayuda, el experimentado asesino debe recorrer Nueva York en busca de refugio mientras otros mercenarios se preparan para cazarlo y cobrar la millonaria recompensa por su cabeza. Aislado y sin recursos, Wick tiene que recurrir a un par de viejos conocidos para cobrar algunos favores. Al mismo tiempo, una adjudicadora de la Orden Suprema (Asia Kate Dillon) aparece ante Winston (Ian McShane) y el Rey del Barrio (Laurence Fishburne) para confrontarlos por la ayuda que han proporcionado a Wick. Así, contra todos, este último se dispone a aprovechar cualquier oportunidad que se le presente para sobrevivir y seguir recordando a su difunta esposa.

Chad Stahelski, conocido coordinador de dobles de riesgo, dio el salto al banquillo de director con la primera entrega de la serie de la mano del guionista Derek Kolstad. La experiencia en películas de acción de uno y la historia de asesinos con un nuevo giro del otro resultaron la combinación perfecta para concebir el mundo de John Wick, el cual rápidamente se convirtió en una franquicia cinematográfica muy redituable para uno de los estudios más pequeños de Hollywood. Creando un universo con sus propios reglas y un aura de misterio alrededor de su protagonista, los cineastas no tardaron en cosechar el éxito de su trabajo. Media década después, John Wick sigue más vivo que nunca, pero la novedad ya ha quedada atrás, y ninguno de sus creadores ha podido traer otro tipo de elementos a la mesa.

Parabellum comienza justo en el momento en el que nos dejó el capitulo anterior: Wick ha sido expulsado de la Orden por haber cometido un asesinato en el hotel Continental, y una recompensa de $14 millones de dólares yace sobre sí. Huyendo mientras todos los mercenarios se Nueva York se preparan para matarlo, el experimentado asesino se alista una vez más para enfrentarse a todo el mundo. ¿Dónde hemos visto eso? Buena parte de la cinta previa fue dedicada igualmente a ver a Wick escapar después de cometer un asesinato forzado por circunstancias fuera de su control. Nuevamente, este tiene que afrontar las consecuencias de sus actos, aunque en mayores proporciones y con individuos más letales de por medio. La acción está ahí, pero la sustancia ha desaparecido casi por completo.


Si bien cada película de la saga nos ha adentrado un poco más en la intrincada sociedad secreta de asesinos, Parabellum le quita cierto misterio a todo el concepto explicando no solo más reglas y aspectos sobre este pequeño universo, sino el origen mismo de Wick. Estos nuevos descubrimientos le restan impacto a un hombre que no es un héroe, pero tampoco un villano o antihéroe, sino solamente un buen tipo amante de los perros que se dedica a matar para cumplir con sus objetivos. Su apática personalidad siempre ha sido uno de sus distintivos, y aunque Reeves la continúa desplegando en esta nueva entrega, algunos huecos en el guión, como las acciones de los líderes de más alto rango en la Orden Suprema, dejan muchas dudas alrededor de la dinámica que envuelve al protagonista.

En cuanto al resto del elenco, el regreso de Fishburne, McShane y Lance Reddick resulta fundamental para seguir contando este relato. Las nuevas incorporaciones también hacen un buen trabajo; Asia Kate Dillon, por ejemplo, interpreta a una implacable adjudicadora decidida a hacer lo que sea necesaria para restaurar el orden. Halle Berry también aparece como Sofia, una vieja amiga de Wick con sus propios demonios, también fanática de los caninos, y sin ninguna intención de ayudarlo. Por último, Mark Dacascos emerge como la fuerza bruta más formidable a la que Wick se haya enfrentado hasta ahora. Al igual que en las cintas anteriores, el antagonismo recae sobre distintos personajes, cada uno con sus cualidades físicas y mentales que suponen un reto para Wick. Sus intervenciones son puntuales y cómicas cuando tienen que serlo, el problema está en la forma en la que Kolstad y Stahelski deciden usarlos para continuar una historia cada vez más compleja e incoherente por momentos.


De cualquier manera, Chad Stahelski ha vuelto a demostrar su gran habilidad para montar escenas de acción y hacer un uso extensivo de los efectos prácticos. Dos momentos resultan espectaculares, como el enfrentamiento de Wick contra unos asesinos orientales en una tienda de armas, la cual termina en una brutal lanzadera de cuchillos; y la bien lograda persecución en motocicleta, donde los movimientos de cámara y edición resultan esenciales para crear la tensión necesaria. Vale la pena destacar también la otra persecución a caballo y el talento de Reeves y Dacascos para las coreografías de combate. No cabe duda que nadie puede igualar a Stahelski en este rubro.

Es una pena que la franquicia de John Wick se haya convertido en una más del resto. Lo que empezó como una historia original y altamente entretenida, se ha convertido en un producto derivativo en el que la trama ha quedado en un lejano segundo plano, dándole todo el espacio a las interminables balaceras y combates mano a mono, por más increíbles que estos resulten. En distintas partes de la película, Wick balbucea cosas sobre las consecuencias, todas las acciones que lo llevaron a este punto crítico de su existencia. Stahelksi y Kolstad igualmente han tomado decisiones que los han traído hasta acá, pero probablemente no hayan sido las mejores. Y este es el resultado: una cinta con el único objetivo de alargar una saga que debió haber terminado ya.

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