Media hora antes de que Foals subieran al escenario del Vive Latino, la explanada lucía tristemente desolada. ¿Será que el grupo realmente no encajaba en el panorama sonoro del festival más grande de México? Es probable, sobre todo cuando nos enteramos de que cientos estuvieron pidiendo un show de la agrupación en solitario en esta ocasión. Afortunadamente, unos instantes antes de que comenzara el concierto, una nutrida audiencia se reunió para atestiguar el regreso de la banda británica a México.
Como parte de la celebración de 20 años del Vive Latino, Foals hicieron su aparición en el país después de tres años de ausencia. En esta ocasión, el grupo llegaba con un nuevo disco recién salido del horno, Everything Not Saved Will Be Lost - Part 1, un esfuerzo sumamente conciso que los ve dejar la explosividad que los caracteriza por momentos para transportar su sonido hacia un pop más melódico, el cual les ha sentado de maravilla. Esta vez, los guitarrazos no son el centro de atención, sino la estructura completa de todas las canciones.
Con solo una hora por delante, resultaba complicado poder ver todo el esplendor de Foals en vivo, pero de alguna manera se las arreglaron para entregar un buen set que pudo ser disfrutado al máximo por todos sus fans. Como era de esperarse, el show estuvo compuesto casi en su mayoría por temas del nuevo disco. La gente bailaba con "On the Luna" y saltaba en "In Degrees". La primera parte fue más apacible y amigable para quienes solo querían apreciar y divertirse. Para ser uno de los conciertos iniciales de este nuevo ciclo de promoción de la banda, Yannis Philippakis y compañía se vieron en buena forma. Los acompañaba también el bajista de Everything Everything, Jeremy Pritchard, quien con un perfil bajo aportaba los acordes necesarios.
Foals exploraron toda su discografía en este show. Al tratarse de uno incrustado en un festival del que no eran headliners y orientado hacia otro tipo de música, el grupo entregó sus más grandes éxitos. "Olympic Airways" de pronto se transformaba en "My Number" sin previo aviso, y "Mountain at My Gates" emergía como la primera demostración del poder de las guitarras que podríamos apreciar más entrada la noche.
Por alguna razón, el sonido no alcanzó su máxima potencia durante gran parte del concierto. Algunos temas no sonaron como los hemos estado escuchando recientemente, como "White Onions", uno de los más recientes y que pareció un poco apagado a pesar de la energía que proyecta en su versión de estudio. Por suerte, "Inhaler" y "What Went Down", probablemente las canciones más pesadas de la banda, cumplieron con su cometido al prender al público y mostrar el lado más agresivo de Philippakis, quien intentó hacer una de sus conocidas maniobras de contacto con el público, pero para el pesar de quienes estaban más cerca, esto no se pudo concretar debido a un problema de audio que le arrebató la voz por unos segundos.
Quizá los mejores momentos del show tuvieron lugar en la mitad, cuando el combo "Spanish Sahara" y "Sunday" dejó en claro su gran habilidad musical al sumergir al público en unos diez minutos de éxtasis. Como sus temas más desgarradores que poco a poco van acumulando emoción y entrega, su clímax dejó un par de los mejores instantes de toda la presentación. Al final, estos 60 minutos solo podían concluir con "Two Steps, Twice" y ese math rock que ha quedado solo como un aspecto nostálgico de la banda, pero que sigue emocionando a sus fans en demasía.
Foals cumplieron de buena forma a pesar del breve espacio que tuvieron y algunos problemas de audio. Pero debemos tener paciencia. Su presencia en el festival, la ausencia de otras canciones en el set y un nuevo disco en el horizonte son indicativo de que probablemente los veremos nuevamente muy pronto, esta vez, en solitario.
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