Reseña - Corazón Borrado: la brutalidad de las terapias de conversión

"Fíngelo hasta que lo logres" es la frase que Jared (Lucas Hedges) escucha una y otra vez en Corazón Borrado. Esta no solo proviene de uno de los "instructores" de Love in Action, institución de las llamadas terapias de conversación para homosexuales, sino de sus mismos compañeros y hasta de sus padres, quienes con otras palabras desean que su hijo vuelva al camino de la "rectitud". La terrible oración bien podría ser el slogan del cruel lugar al que Jared es enviado, pero para él no se trata más que una afrenta en contra de su identidad y la de miles de personas que han sufrido recluidos en estos sitios. Esta cinta nos adentra en una parte muy profunda del conservadurismo y de una serie de creencias tan arcaicas como peligrosas, todo con un toque sumamente emocional.

Jared es un joven que vive con su padre Marshall (Russell Crowe), un exitoso empresario y pastor, y su madre Nancy (Nicole Kidman), una mujer orgullosa de quienes son. En plena crisis de identidad que finalmente le deja en claro su preferencia sexual, Jared tiene que enfrentarse a la severidad y decepción de sus padres cuando les revela su secreto. Consternado, Marshall lo envía a terapias de conversión con la esperanza de que pueda "cambiar"; sin embargo, los días que Jared pasa ahí comienzan a convertirse en un verdadero infierno personal. Durante la estancia, este también es sometido a varias pruebas que le recuerdan viejos traumas y placeres que han definido su persona, la cual defenderá sobre todas las cosas.


El actor convertido en director Joel Edgerton continúa con su buena racha gracias a Corazón Borrado, película basada en la autobiografía de Garrard Conley. Edgerton toma las crudas vivencias del autor para exponer las falacias sobre las que están construidas las terapias de conversión, las cuales básicamente se han convertido en una destrucción sistemática de la comunidad LGBT. En apenas su segundo trabajo como director, el australiano muestra sumo cuidado para dirigir a un grupo de experimentados actores y tratar con seriedad y pasión un tema tan delicado. La cinta explora la madurez de su inocente y lastimado protagonista, pero también la amenaza de la represión sexual.

Jared es parte de lo que bien podría ser la familia perfecta estadounidense. Con un empresario exitoso y líder espiritual de una comunidad como padre, y una amorosa y sumisa mujer como madre, el chico ciertamente disfrutaría de los beneficios que esto conlleva, al menos para ciertos estándares. Lo único que Marshall y Nancy piden (e incitan) es tener a un niño "normal" que salga con mujeres, que vaya a la Iglesia y que eventualmente forme una familia propia, claro, dentro de lo estrictamente convencional. Todas sus aspiraciones se derrumban con la profunda confesión de Jared, quien ya ha pasado por varias experiencias de distinta índole, tanto placenteras como traumáticas.


En el universo de Corazón Borrado podemos encontrarnos con muchos rostros familiares y una variedad de opiniones y sentimientos alrededor de las terapias de conversión. Edgerton se interna nuevamente en su propia trama interpretando al detestable director de la institución, Victor Sykes, quien hace uso de cualquier cantidad de técnicas de manipulación para romper a los jóvenes que le han sido encargados. Flea, en otro de esos papeles inesperados que le gusta escoger, encarna a un autodenominado ex pecador que recurre al bullying y a la humillación para tratar de que los chicos vuelvan al "camino correcto". La represión en ellos es evidente, pero también entre los mismos compañeros de Jared descubrimos rápidamente otros puntos de vista.

En las sesiones, el protagonista se topa con individuos que responden de forma diferente al tratamiento de Love in Action. Está por ejemplo Jon (interpretado por el mismísimo Xavier Dolan), quien desesperadamente desea que la terapia tenga resultado en él. Signos de violencia se asoman en su cuerpo, lo que ofrece un contexto aún más triste sobre su persona. Sarah (Jesse LaTourette), de las pocas niñas en el grupo, parece sentirse terriblemente avergonzada de sí misma. Y está también Gary (Troye Sivan), quien prefiere seguir el consejo de fingir para evitarse problemas y luego seguir con su vida. Estar dentro de este microcosmos solo crea más confusión en Jared, quien solo puede pensar en el rechazo de su padre y las experiencias que ha vivido en el pasado.


Edgerton emplea extensos flashbacks para entender la frustración de Jared mientras trata de acoplarse a la terapia para complacer a su padre. Estos distintos momentos aportan una mayor dimensión al personaje, quien encuentra diferentes sentimientos en cada de una las personas que de alguna forma impactan en su vida. Con la novia impuesta por Marshall, Jared es invadido por una completa frustración; con Henry (Joe Alwyn), compañero de la universidad, absoluto temor; y con un artista que encuentra irresistible, una inusitada sensación de paz y ternura. Todo esto conforma el "inventario moral" que Sykes le ha ordenado hacer para que pueda sacar estos recuerdos de su mente; sin embargo, la tarea solo le hace pensar más en si realmente está en el lugar indicado.

En Corazón Borrado, la violencia emocional tiene el mismo efecto que la física. Los rostros de los chicos enviados a Love in Action lo dicen en todo. Edgerton retrata efectivamente el dolor de un rechazo provocado por el odio y la incomprensión. Cierta esperanza surge de algunos de los compañeros de Jared, por más breve que sea, y de su misma madre, quien comparte con él un par de instantes de verdadera conexión. Al final, la verdadera confrontación reside entre el joven y su padre, quien se mantiene como el último bastión de un pensamiento retrógrada que perpetúa abominaciones como la terapia de conversión. Para Jared, fingir ya no es una opción, y Marshall debe decidir entre alejarse o aceptarlo tal como es.

Comentarios