Reseña - Suspiria: una pesadilla fílmica con un inesperado comentario político

No hace mucho, Luca Guadagnino nos rompía el corazón con Llámame por Tu Nombre y su historia de amor imposible. Ahora, el director italiano vuelve con una experiencia totalmente distinta, pero igualmente efectiva. Suspiria, remake del clásico de culto de Dario Argento, transporta al espectador a un mundo de pesadilla controlado por poderosas mujeres y en que la figura maternal juega un papel decisivo. En esta nueva versión, Guadagnino mantiene la premisa de la de Argento para contar un relato original que hace referencia a las atrocidades del Siglo XX y a la maldad inherente en el ser humano. Pero ante todo, Suspiria es un sangriento viaje con notas de misterio que pone a prueba la entereza física y emocional del espectador.

Es 1977. Berlín se encuentra dividido y una serie de acontecimientos políticos y sociales estremecen a todo un país que todavía resiente las consecuencias de la guerra. Susie Bannion (Dakota Johnson), una aspirante a bailarina de origen menonita, llega a la ciudad proveniente de Estados Unidos, donde dejó a su moribunda madre. Susie pronto es aceptada en la prestigiosa Academia de Baile Tanz, dirigida por Madame Blanc (Tilda Swinton), al mostrar su talento nato. Al mismo tiempo, un viejo psicoterapeuta llamado Josef Klemperer investiga a Madame Blanc y a las demás mujeres que dirigen el lugar después de que Patricia (Chloë Grace Moretz), una de sus pacientes y también estudiante de la academia, le revelara que estaba siendo perseguida por ellas, a quienes asume como brujas de un poderoso aquelarre. Tras la desaparición de Patricia, un ambiente de incertidumbre reina en el lugar, pero Madame Blanc y su grupo pronto descubren un enorme y sobrenatural potencial en las habilidades de Susie.


En su interpretación de Suspiria, Guadagnino envuelve la trama en el contexto social y político de la época. Los atentados, secuestros y demás demostraciones acechan el día a día de las bailarinas e incluso juegan un papel importante dentro del desarrollo de los acontecimientos. Con su guionista, David Kajganich, el director parte simplemente del concepto original para crear su propio universo, uno muy distinto al de la obra de Argento, tanto en lo visual como en lo narrativo. Para haberse internado en el horror por primera vez, Guadagnino concibe una película realmente perturbadora que incorpora un poco de ese terror social que ha impregnado a la vertiente independiente del género en los últimos años.

Dakota Johnson interpreta a Susie, una joven con grandes aspiraciones que ha dejado atrás todo lo que conoce para cumplir su sueño. El talento que despliega como bailarina es innegable, tanto que las encargadas de la academia quedan gratamente impresionadas a pesar de haberla despreciado en un comienzo. Pero quien realmente no puede ocultar su asombro es Madame Blanc, una de las directoras y quien en breve se acerca a Susie para conocerla más a fondo. Por supuesto, Blanc tiene sus propios macabros propósitos, los cuales dejan al descubierto su verdadera naturaleza y la de sus colegas en la academia. Sin embargo, la relación entre ambas pronto adquiere matices familiares, pues tanto estudiante como maestra encuentran una inesperada afinidad en la otra.


Guadagnino expande los roles de distintos personajes secundarias. Además de la de Blanc, quien en la original solo revela su plan hasta los minutos finales de la cinta, otras apariciones adquieren una mayor dimensión. Mia Goth interprete a Sara, amiga de Susie en la academia y que, al igual que Patricia, también descubre la verdadera identidad de sus profesoras. A diferencia de la versión anterior, Sara trata de abrirle los ojos a su compañera, quien se encuentra totalmente ensimismada por la protección de Madame Blanc. Pero ningún otra rol tiene más importancia como el del Dr. Klemperer, interpretado también en secreto por Swinton. Con Argento, el papel del psicoterapeuta se limitaba a informar a la protagonista acerca de una posibilidad sobrenatural; en la nueva, Klemperer es un personaje sumamente importante cuya dolorosa subtrama subraya los traumas de la posguerra.

El director también hace sus propios ajustes en materia audiovisual. La abundancia de colores primarios en la obra de Argento es reemplazada por grises y un ambiente lúgubre. Ahora, la nueva academia Tanz, conformada por imponentes muros de piedra, contrasta notablemente con los murales y pasillos multicolores de la antigua. En el apartado de la música, Thom Yorke hace lo propia con una serie de brillantes composiciones musicales que ha comparado con el " conjuro de hechizos". Temas como "Volk", "Unmade", "Has Ended" y "Suspirium" embellecen en sobremanera las imágenes de angustia y delirio que hacen de Suspiria algo verdaderamente inquietante.


Por momentos, la cinta se convierte en un baño de sangre que hace que las escenas más impactantes de la primera se vean muy leves. Destaca, por ejemplo, el momento en el que Olga, una de las compañeras de Susie que se ha puesto en contra de Madame Blanc y las demás, es sometida a una terrible sesión de desfiguración corporal producto de las habilidades sobrenaturales de la misma Susie. Con un asombroso trabajo de efectos especiales, el equipo de Guadagnino manifiesta visualmente esta pesadilla de body horror que desafía la fortaleza del espectador. De igual manera, el último acto es un carnicería con toda la influencia de Argento y que trae consigo una revelación que supone un total cambio de dirección en cuanto al trabajo del legendario cineasta italiano.

En Suspiria, el amor de una madre es reemplazado por la tiranía y una insaciable búsqueda de poder. En esta línea, Guadagnino y Kajganich sacan a colación el pasado de Alemania para compararlo con el brutal mandato de las brujas de la academia. Esa culpa parece ser representada principalmente por el Dr. Klemperer, cuya frágil perdida no lo ha dejado tranquilo desde su juventud. Asimismo, la relación afectiva que surge entre Susie y Madame Blance proyecta cierta bondad entre la inherente maldad del aquelarre. En los últimos instantes de la película, la verdadera naturaleza de la protagonista deja al descubierto la compasión final de una madre y ese deseo de despojar de sus pecados a un hombre bueno como el doctor, o quizá a una nación tan lastimada como Alemania.

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