Llámame por Tu Nombre: mejor hablar que morir

En un discurso tan convincente como conmovedor, el Sr. Perlman (Michael Stuhlbarg), le dice a su hijo adolescente Elio (Timothée Chalamet) las siguientes palabras: "Sin embargo, no sentir nada por miedo a sentir algo... ¡Eso es un desperdicio!". Elio es un joven sofisticado que se enfrenta a una inesperada crisis de identidad que lo lleva a hurgar en sus propios sentimientos, los cuales no puede definir con exactitud. En Llámame por Tu Nombre, este chico descubre las mieles de la vida así como su lado más amargo al precisamente comenzar a descubrir quién es realmente durante un verano de ensueño. Se trata de una cinta que destaca por su honestidad y la forma en la que retrata el amor más puro. Una experiencia cinematográfica como pocas.

Es un adorable y caluroso verano en algún pueblo del norte de Italia. El Sr. Perlman, un respetado profesor de arqueología se prepara para recibir a Oliver (Armie Hammer), un estudiante estadounidense que lo ayudará en su investigación académica durante varias semanas. Acostumbrado a que su padre pase el la temporada con distintos internos en esta época, Elio encuentra a Oliver molesto y hasta pretencioso; sin embargo, algo en él comienza a perturbarlo más de lo que hubiera esperado. Pronto, ambos comienzan a socializar y Elio descubre que, más allá de tener algo en común, Oliver ha despertado en él una abrumadora sensación que nunca antes había experimentado. Así, mientras su relación comienza a tomar distintos giros, Elio se deja llevar por los placeres que aguardan en este idílico sueño de verano.


Luca Guadagnino dirige esta exquisita película de amor y madurez que rompe con cualquier estereotipo sobre las relaciones románticas del mismo sexo, pues el director italiano nos presenta a dos personajes fascinantes cuya atracción trasciende cualquier barrera. Basada en la obra del mismo nombre de André Aciman, Llámame por Tu Nombre nos deja dar un vistazo a esta íntimo encuentro entre dos individuos que se descubrirán mientras disfrutan de una calurosa estancia que marcará sus vidas para siempre. La cinta triunfa no solo por la interpretación de sus dos protagonistas, sino por la manera en que Guadagnino ha representado esta declaración ultra romántica con la que cualquiera se puede identificar, y es que ¿quién no ha luchado contra sí mismo para poder expresar sus verdaderos sentimientos?

Elio es un adolescente atípico. Amante de la literatura, la música clásica y las siestas junto a la piscina, el chico goza de las comodidades que le brinda su estatus social de una forma muy íntima y sin aspavientos. Retraído y hasta solitario en ocasiones, Elio asegura saber poco o casi nada sobre las cosas que importan a pesar de ser visto como un prodigio por su familia. Inmediatamente podemos pensar en que el romance y el sexo escasean en su vida, pero los constantes acercamientos por parte de Marzia (Esther Garrel) nos dejan en claro que esto no es realmente lo que quiere. El choque con Oliver lo hace sentir inferior y hasta menospreciado; sin embargo, su compañía rápidamente se convierte en un aliciente y un escaparate de sus más profundos deseos.


Oliver parece ser uno de esos cuerpos esculpidos por manos grecorromanas. Su arrogancia y porte definen una personalidad enigmática que bien pudo haber sido estudiada por el padre de Elio, quien de vez en cuando tiene la oportunidad de sacar del mar alguna de estas estatuas con fisionomías casi perfectos. Su clase tiene un toque propio, pues entre sus camisas y shorts de diseñador podemos encontrar un par de viejos y sucios Converse que pronto se vuelven en un grito de individualidad con el que el Elio de las playeras de bandas de la época como Talking Heads se identifica. Ambos, junto a los chicos de clase media alta del pueblo, protagonizan una escena de baile que nos deja ver sin inhibición la juventud que emana de sus cuerpos.

Guadagnino hace un estupendo trabajo al dirigir a esta pareja, cuya relación florece de la forma más pura e inesperada. La dinámica que entablan en un comienzo solo puede ser apreciada gracias a la actuación de Chamalet y Hammer, sobre todo del primero, quien interpreta a un adolescente atormentado por su propia pasión y una incertidumbre que carcome cada partícula de su ser. El joven actor, una revelación del último año, imbuye una oleada de sentimientos encontrados al conflicto de Elio. En una escena en la cálida sala de su mansión, este escucha leer a su madre un pasaje de El Heptamerón: "¿Es mejor hablar o morir?". Las palabras resuenan en un Elio que tiene toda la humildad y honestidad de declarar que él nunca podría tener el coraje para hacerse tal pregunta. No pasará mucho para que él mismo se dé cuenta de lo equivocado que estaba.


Si bien se indaga poco en los demás personajes que los rodean, los padres de Elio juegan un papel decisivo. Annella (Amira Casar), su madre, y el Sr. Perlman son comprensivos y muy abiertos. Elio es su mayor tesoro, y en lugar de fungir como jueces sobre lo que está ocurriendo, su rol en esta historia nos hace en soñar con padres sí, unos quienes siempre se preocuparán por los sentimientos de su hijo por sobre todas las cosas. El Sr. Perlman protagoniza el momento más conmovedor de la película cerca del final; en este, con gran sabiduría y una franqueza inusitada, el hombre se sincera con un chico con el corazón roto y le hace ver el lado más dulce de la vida. Un monólogo que Stuhlbarg pronuncia con elocuencia y vehemencia poniendo a prueba la entereza del espectador.

Otras cintas como Luz de Luna, Carol o La Vida de Adèle pudieron llevar igualmente el concepto del primer amor verdadero y el descubrimiento de la identidad hacia este íntimo destino, mismo al que los personajes principales se entregan por completo a nuevas y excitantes emociones que les darán la paz que, en algunos casos, no sabían que estaban buscando.

Podríamos definir a Llámame por tu Nombre como una cinta de desamor, pero eso sería restarle importancia al genuino vínculo formado entre Elio y Oliver, una experiencia transformadora que nos incita a querer seguir las vidas de estos dos hombres y no solo este bello instante del que somos testigos. Con una sutil carga erótica que complementa el tórrido romance de verano, una fotografía que captura con precisión y calidez el paraíso que los rodea y una atinada selección musical conformada por piezas clásicas, un poco de new wave y temas icónicos del rock suave, esta obra nos muestra la emoción y la agonía del primer amor, un momento fugaz en su existencia, pero que definitivamente valió cada segundo.

Comentarios