Reseña: Mew @ El Plaza Condesa, México, 4 de octubre 2018

Con las giras de aniversario convirtiéndose en una norma, lo de Mew en México fue más allá que eso. El dinero se ha vuelto en el principal motor de estos proyectos, pero la banda danesa demostró que la única razón por la que han hecho estos shows selectos es simplemente para festejar su álbum más representativo y reencontrarse con sus fans más asiduos. Y aunque estos últimos esperaban con ansia las presentaciones, fue el grupo quienes probablemente se llevaron el más grato recuerdo en esta ocasión.

Sin acto telonero y extremadamente puntuales, Jonas Bjerre y compañía aparecieron en el escenario de El Plaza Condesa por segunda noche consecutiva ante el júbilo de los asistentes. Si bien las cosas se llevarían a cabo casi igual que la primera fecha, algunos pequeños cambios fueron un indicativo de que esta tuvo más energía y emoción, no por nada uno de los integrantes lo admitió ya entrados en calor.



Esta presentación de Mew puede describirse como dos mini conciertos completamente distintos por su estructura y selección de canciones. En la primera parte, los daneses interpretaron una selección de temas que no podrían ser clasificados como grandes éxitos, sino más bien pensada siempre en lograr una cohesión y brindar momentos de intensidad, así como de varios más llenos de melancolía y sutileza. Un claro ejemplo de ello fue la introducción con la breve pero potente "Repeaterbeater" y el emotivo final con "Louise Louisa"

Una vez concluida esta parte, el grupo pudo haberse ido y no habría habido queja alguna. Por poco más de media hora, estos músicos llevaron a sus fans por un recorrido musical de sus distintas épocas y mostraron su gran habilidad en cada uno de los instrumentos, incluso les regalaron una rarísima interpretación del casi desconocido tema "King Christian", el cual apenas sonó por segunda vez en vivo en toda su historia, cosa de la que nadie se percató en su momento.

Si bien pudieron escucharse canciones principalmente de And the Glass Handed Kites, Mew también deleitaron con cortes de +-, No More Stories... y Visuals, su más reciente producción, de la cual sinceramente hubiéramos querido escuchar más. 

Después de un breve descanso, banda volvió para ahora sí el plato fuerte de la noche, Frengers de principio a fin. "Am I Wry? No" hizo retumbar las paredes del recinto con los guitarrazos, pero inmediatamente después, "156" pasmó a los asistentes con una gran interpretación que recogió cánticos, gritos y saltos por doquier. Apenas iban dos canciones y el público ya había enloquecido.

Bjerre, Johan Wohlert y Silas Utke se mostraron muy sorprendidos por la respuesta de la gente, incluso el segundo admitió que ni siquiera en Dinamarca los recibían de esa manera. La humildad era evidente. Después, la gran energía de "Snow Brigade" dio paso a "Symmetry" y al hermoso dueto de Bjerre y una grabación con la infantil y dulce voz de Becky Jarrett, un número que sin duda se robaba todos los corazones.


Conforme el concierto avanzaba, la experiencia se hacía más personal. Los surreales visuales que acompañaban a la mayoría de las ejecuciones dotaban de una lúgubre ternura a esta velada, la cual había tenido ya demasiados puntos altos. La dulzura de "She Came Home for Christmas" solo fue superada por la majestuosidad de "She Spider" y la aguda voz de Bjerre. Su presencia en el escenario no necesitaba de más palabras para transmitir una inusitada tranquilidad a los fans. Mientras todos coreaban el nombre de la banda, este parecía intimidarse; pero con tanta experiencia respaldándole, nada pudo haber evitado que él mismo fuera el responsable del épico y desgarrador final con "Comforting Sounds".

Los sollozos podían ser escuchados alrededor. Los devastadores versos que salían de Bjerre creaban un aura de tristeza, pero también disponían de los sentimientos de los presentes para darle un magistral cierre a una noche de ensueño. Con las luces emulando la bandera de México y el grupo sumamente agradecido en el escenario, una lazo de amistad única se reforzaba una más. Los daneses se iban sabiendo que esas personas para las que habían tocado ya no eran extraños, sino sus amigos para siempre.

Comentarios