El Insulto: las devastadoras consecuencias de una ofensa

Cuando el jefe de Yasser (Kamel El Basha) le implora que pida perdón a un hombre que lo insultó porque "no fueron más que palabras", queda claro que el conflicto va más allá de cualquier expresión o agresión física, dadas las circunstancias en las que viven los implicados. El Insulto comienza como una aparente y simple confrontación entre dos hombres que tratan de defender su orgullo y punto de vista, pero rápidamente evoluciona en un enfrentamiento social con consecuencias inesperadas para un país como Líbano, confluencia de distintas culturas y creencias religiosas en donde el odio y el desprecio suele apoderarse de sus habitantes. Con un discurso unificador, la cinta nos adentra en las tensiones de una frágil sociedad que lucha por cerrar las heridas de años de guerras, masacres y tragedias. 

Yasser es un refugiado palestino que vive en Beirut y que trabaja como jefe de obra en las remodelaciones que se llevan a cabo en un barrio cristiano de la ciudad. Cuando se percata de que el desagüe del balcón de una casa está mojando a sus trabajadores, este acude a pedir permiso para componer el desperfecto; sin embargo, Tony (Adel Karam), dueño del lugar, se rehúsa de forma grosera. Indignado por la actitud de este último, Yasser lo insulta frente a todo el mundo. Cuando su jefe le ordena que vaya a pedir perdón, las cosas se ponen peores cuando Tony insulta a su pueblo para luego ser agredido físicamente por su rival. Así, el conflicto es llevado a los tribunales y el caso escala rápidamente convirtiéndose en estandarte de distintas causas e intereses.


El Insulto, dirigida por Ziad Doueiri y nominada al Óscar como Mejor Película Extranjera este año, explora la tensión social que existe en una región azotada por años de conflictos bélicos impulsados por el extremismo religioso. La cinta comienza en medio de un mitin político, donde Tony escucha con atención al líder del partido cristiano y respalda con aplausos cada una de las ideas expuestas. Su inclinación política pronto deja al descubierto sus prejuicios e incluso no duda en ocultar sus ideas radicales al poner en el televisor de su taller mecánico el discurso televisado de un antiguo líder del partido con una clara postura anti-Palestina. Con un duro carácter y un resentimiento que data desde su infancia, Tony encuentra la intromisión de Yasser como detestable e irrespetuosa.

Este último también se rige en gran medida por sus ideas religiosas y políticas. A pesar de ser refugiado, Yasser más o menos ha podido estabilizar su vida, pero no olvida que su estancia en Líbano es considerada como una limosna, un señal de debilidad que lo hace sentir menos. "Somos los negros del mundo árabe", declara tajantemente a su esposa cuando revela el problema en el que se ha metido por culpa de su origen. Doueiri presenta a dos hombres en conflicto con su pasado y presente  y cuyas palabras avivan ese resentimiento que no les permite estar en paz. Así, el director convierte esta confrontación en un drama legal que plantea una reflexión sobre el significado de la justicia, respeto y, sobre todo, de la ofensa en un mundo en el que conviven distintas culturas.


La mitad de la película transcurre en una sala de juicio, por lo que el papel de los abogados de cada uno de los afectados se vuelve sumamente importante para la trama. Tony logra conseguir la representación de una importante firma de Beirut liderada por el famoso y presumido Wajdi Wehbe (Camille Salameh), mientras que la defensa de Yasser es tomada por Nadine (Diamand Bou Abboud), una abogada independiente preocupada por la transgresión que ha ocurrido. Cada uno aborda el caso de forma distinta, pero pronto comienzan a dilucidarse motivos personales para ganarlo, quizá demasiados, pues Doueiri no puede resistirse a añadir un inesperado e innecesario giro a la relación entre los dos abogados. Sea como sea, ambos comienzan a aplicar tácticas poco convencionales y agresivas para ganar, lo que incomoda tanto a Tony como a Yasser, quienes comienzan a creer que el fin no justifica los medios.

El Insulto indaga en el origen de la ofensa. ¿Hasta qué punto existe la libertad de expresión? ¿Es la violencia el resultado del estrés emocional o es simplemente una manifestación natural humana? Estas preguntas son expuestas por los abogados, quienes realmente creen lo que están defendiendo a pesar de querer ganar como sea. Mientras, Tony y Yasser descubren que tienen cosas en común conforme el juicio avanza. Quizá, después de todo, las diferencias ideológicas no deban ser motivo para separar a los pueblos. Con esta obra, Doueiri no intenta ser incendiario ni mucho menos, pero vaya que vuelve a generar una discusión acerca del delicado tema de la convivencia social en el Líbano.


A pesar de las agresiones que han cometido, los hombres sobrellevan la situación según su moral, la cual les dicta que la justicia prevalecerá una vez que toda la evidencia sea presentada. Tony y Yasser claman en distintas ocasiones ser poseedores de la verdad, una que ha sido moldeada a través de los años por una serie de injusticias y crueldades a las que fueron sometidos en el pasado. La excesiva atención que genera les hace vivir duras pruebas que, por un momento, los llevan a ponerse en los zapatos del otro y vivir en carne propia los insultos y agresiones que ellos mismos han profanado. Para estos hombres, el perdón no es cuestión de dinero o de reconocimiento, sino de la dignidad que les arrebataron hace mucho tiempo.

El Insulto retrata la frustración, enojo y tristeza que se vive en Medio Oriente, donde el resentimiento está presente en la mayoría de la población. El enfrentamiento entre Tony y Yasser es solo una pequeña pero contundente representación de los conflictos sociales, políticos, religiosos y personales que impiden a distintas comunidades vivir con tranquilidad. En la cinta, todos los personajes que rodean a los protagonistas desean que la causa que apoyan salga victoriosa por distintas razones, las cuales van desde el orgullo hasta la estabilidad nacional, pero lo único que los dos afectados realmente quieren es poder quitarse esa carga que los consume y que los ha llevado al límite. El veredicto ya es lo que menos importa, la paz y el perdón son todo lo que queda.

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