Mientras le corta al cabello a petición suya, el hermano de Rosario le asevera que su verdadero problema es el que "siente mucho las cosas". Consternada y frustrada, la joven termina ella misma la tarea con profunda tristeza y extrañeza, como si estuviera arrancando algo de su ser. Estamos en el Siglo XXI y la mujer continúa siendo relegada, pisoteada, abusada y menospreciada por una sociedad tradicionalmente machista. Los Adioses, además de retratar de forma ficticia algunas partes de la vida de la escritora Rosario Castellanos, también se introduce en la conversación feminista, la cual ha tomado una fuerza importante en los últimos tiempos. De manera sutil, sin ningún tipo de aspavientos y con solo unos cuantos actores, la propuesta de esta cinta resulta más que conveniente en un momento tan crucial como el que vivimos.
Rosario Castellanos (Tessa Ía) es una joven de Chiapas con grandes aspiraciones y preocupada por el papel de la mujer en todos los aspectos de la vida social mexicana. Desestimada por su propio hermano y varios de sus compañeros en la UNAM, Rosario se siente decepcionada, pero igual de determinada a hacer escuchar la voz del sexo femenino. Durante su estancia en la universidad se enamora de Ricardo Guerra (Pedro de Tavira), un seductor y cínico aspirante a filósofo. Aunque su amor florece, Rosario parte a España para seguir estudiando. Años después, cuando Rosario se ha convertido en una de las escritoras más notables de la época, Ricardo la vuelve a buscar para continuar la relación que dejaron a la deriva.
Dirigida por Natalia Beristáin (No Quiero Dormir Sola), Los Adioses puede ser vista como una película biográfica, pero como una leyenda advierte al principio de la misma, los hechos presentados son ficticios en su mayoría y no intentan apegarse a la verdadera vida de la célebre escritora, lo cual no puede más que aplaudirse, pues este enfoque le permite a la directora tomarse las libertades adecuadas para mostrarnos un relato introspectivo que no se preocupa demasiado por los sucesos históricos, sino por los sentimientos de su protagonista y las exasperantes situaciones en las que se ve involucrada. Si bien estamos ante una cinta que también retrata una historia de amor y decepción, el discurso feminista es lo que realmente la vincula con el momento que vivimos.
Beristáin nos inserta en la vida adulta de Rosario (Karina Gidi) en un comienzo, cuando presenta su obra Balún Canán y se reencuentra con Ricardo (Daniel Giménez Cacho) tras años de separación. Aunque su reunión es tensa e incómoda, la pasión termina por envolverlos una vez más. Pero las cosas no salen como Rosario esperaba, pues la envidia y el tedio comienzan a apoderarse de su amante, quien saca a relucir sus peores inseguridades y una opresora actitud que atenta directamente en contra de la estabilidad de Rosario. Ambos actores brillan con sus respectivas interpretaciones y nos dejan acercarnos a la intimidad de un matrimonio que comienza a desmoronarse ante los incrédulos ojos de una lastimada mujer.
El trabajo de Gidi y Giménez Cacho es complementado por el de sus jóvenes contrapartes, con quienes pasamos algunos instantes durante el desarrollo de la trama. En estos flashbacks, nos topamos con distintos episodios de la relación entre Rosario y Ricardo, cuyas personalidades contrastan notablemente. Además de mostrar el talento que la futura escritora ostentaba desde su época como estudiante, estas escenas exploran el vínculo romántico que surge entre los dos chicos a pesar de sus diferencias. Por otro lado, en un bello instante retratado por la fotógrafa Dariela Ludlow (Los Bañistas), la convicción profesional de Rosario permanece inmutable ante la abrumadora presencia masculina, esto mientras lee muy concentrada sentada en unas escaleras.
Después, en su vida adulta, ya como una laureada autora, Rosario se enfrenta una vez más al peligroso romance que Ricardo representa. Al estar juntos nuevamente, la mujer le confiesa sentirse desnuda nuevamente ante él, y aunque este se muestra comprensivo y tierno en un comienzo, su desdén y celos profesionales no tardan en aparecer. Así, la existencia de Rosario parece convertirse en una ironía, pues mientras acude a dar diversos discursos sobre el empoderamiento de la mujer y la defensa de sus derechos, Ricardo poco a poco le hace sentir peor al tratar de cortar su inspiración y encerrarla en casa como cualquier otra mujer de la época, según su retrógrada punto de vista. El menosprecio y los insultos la dejan decepcionada y devastada.
De cualquier forma, la cinta presenta a Rosario en distintos escenarios en los que señala sutil pero categóricamente los atropellos en contra de la mujer, como aquella escena en la que calla a un político para poder escuchar lo que su esposa tiene que decir, o en la que discute brevemente con su hermano sobre las cosas que escribe, las cuales a nadie le importan según la opinión de este último. La voz de Rosario se torna más fuerte cuando la represión llega de su propia pareja, quien no deja pasar una oportunidad para humillarla y pisotear su dignidad. Estoica, Rosario continúa con su pequeña lucha en el salón de clases, en cualquier evento y en su mismo hogar. En otra bella toma, la mujer regresa a las mismas escaleras, esta vez en solitario, pero evidentemente oprimida por el mismo cuadro.
Los Adioses es una buena película mexicana que llega en el mejor momento posible. El trabajo de Beristáin es sobresaliente, principalmente por explorar la vida de un ícono contemporáneo de nuestro país y crear alrededor de ella una historia de amor y traición enmarcada en el comienzo de una lucha feminista que sigue tomando fuerza. Como en cualquier otro aspecto social, Rosario se adentra en un mundo dominado por el hombre, y así como la misma directora, quien es solo una de las cineastas mexicanas de las que estaremos escuchando en lo que resta del año, su palabra se hace escuchar a través de arte.
Dirigida por Natalia Beristáin (No Quiero Dormir Sola), Los Adioses puede ser vista como una película biográfica, pero como una leyenda advierte al principio de la misma, los hechos presentados son ficticios en su mayoría y no intentan apegarse a la verdadera vida de la célebre escritora, lo cual no puede más que aplaudirse, pues este enfoque le permite a la directora tomarse las libertades adecuadas para mostrarnos un relato introspectivo que no se preocupa demasiado por los sucesos históricos, sino por los sentimientos de su protagonista y las exasperantes situaciones en las que se ve involucrada. Si bien estamos ante una cinta que también retrata una historia de amor y decepción, el discurso feminista es lo que realmente la vincula con el momento que vivimos.
Beristáin nos inserta en la vida adulta de Rosario (Karina Gidi) en un comienzo, cuando presenta su obra Balún Canán y se reencuentra con Ricardo (Daniel Giménez Cacho) tras años de separación. Aunque su reunión es tensa e incómoda, la pasión termina por envolverlos una vez más. Pero las cosas no salen como Rosario esperaba, pues la envidia y el tedio comienzan a apoderarse de su amante, quien saca a relucir sus peores inseguridades y una opresora actitud que atenta directamente en contra de la estabilidad de Rosario. Ambos actores brillan con sus respectivas interpretaciones y nos dejan acercarnos a la intimidad de un matrimonio que comienza a desmoronarse ante los incrédulos ojos de una lastimada mujer.
El trabajo de Gidi y Giménez Cacho es complementado por el de sus jóvenes contrapartes, con quienes pasamos algunos instantes durante el desarrollo de la trama. En estos flashbacks, nos topamos con distintos episodios de la relación entre Rosario y Ricardo, cuyas personalidades contrastan notablemente. Además de mostrar el talento que la futura escritora ostentaba desde su época como estudiante, estas escenas exploran el vínculo romántico que surge entre los dos chicos a pesar de sus diferencias. Por otro lado, en un bello instante retratado por la fotógrafa Dariela Ludlow (Los Bañistas), la convicción profesional de Rosario permanece inmutable ante la abrumadora presencia masculina, esto mientras lee muy concentrada sentada en unas escaleras.
Después, en su vida adulta, ya como una laureada autora, Rosario se enfrenta una vez más al peligroso romance que Ricardo representa. Al estar juntos nuevamente, la mujer le confiesa sentirse desnuda nuevamente ante él, y aunque este se muestra comprensivo y tierno en un comienzo, su desdén y celos profesionales no tardan en aparecer. Así, la existencia de Rosario parece convertirse en una ironía, pues mientras acude a dar diversos discursos sobre el empoderamiento de la mujer y la defensa de sus derechos, Ricardo poco a poco le hace sentir peor al tratar de cortar su inspiración y encerrarla en casa como cualquier otra mujer de la época, según su retrógrada punto de vista. El menosprecio y los insultos la dejan decepcionada y devastada.
De cualquier forma, la cinta presenta a Rosario en distintos escenarios en los que señala sutil pero categóricamente los atropellos en contra de la mujer, como aquella escena en la que calla a un político para poder escuchar lo que su esposa tiene que decir, o en la que discute brevemente con su hermano sobre las cosas que escribe, las cuales a nadie le importan según la opinión de este último. La voz de Rosario se torna más fuerte cuando la represión llega de su propia pareja, quien no deja pasar una oportunidad para humillarla y pisotear su dignidad. Estoica, Rosario continúa con su pequeña lucha en el salón de clases, en cualquier evento y en su mismo hogar. En otra bella toma, la mujer regresa a las mismas escaleras, esta vez en solitario, pero evidentemente oprimida por el mismo cuadro.
Los Adioses es una buena película mexicana que llega en el mejor momento posible. El trabajo de Beristáin es sobresaliente, principalmente por explorar la vida de un ícono contemporáneo de nuestro país y crear alrededor de ella una historia de amor y traición enmarcada en el comienzo de una lucha feminista que sigue tomando fuerza. Como en cualquier otro aspecto social, Rosario se adentra en un mundo dominado por el hombre, y así como la misma directora, quien es solo una de las cineastas mexicanas de las que estaremos escuchando en lo que resta del año, su palabra se hace escuchar a través de arte.
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