Deadpool 2: una pobre secuela desesperada por pertenecer

La saturación del cine de superhéroes está sobre nosotros. No podemos hacer nada al respecto, o quizá sí si la gente pronto deja de ir a las salas, pero lo cierto es que eso no pasará pronto. Entonces, lo que deberíamos recibir a cambio son cintas de calidad con una narrativa sólida y personajes capaces de dejar una huella que perdure en la cultura popular. Deadpool quizá solo encaja en la segunda categoría. Desde su aparición en la pantalla grande hace un par de años, el antihéroe se ha convertido en uno de los favoritos del público principalmente por la forma casi íntegra en la que ha sido adaptado; sin embargo, esto no quiere decir que las historias que ha protagonizado sean inherentemente buenas. La primer secuela de esta franquicia es grandilocuente e irreverente, pero poco imaginativa y con ideas que no convencen del todo.

Wade Wilson (Ryan Reynolds) continúa combatiendo al crimen organizado en todas partes del mundo muy a su manera. En casa lo espera su amada Vanessa (Morena Baccarin), con quien ya piensa en formar una familia. El trabajo de Wilson como Deadpool es peligroso y su turbulenta vida no tardará en cobrar factura, una que querrá pagar con su misma existencia. Mientras se lamenta sus errores y el X-Men Colossus (Stefan Kapicic) trata de reconfortarlo, un niño mutante llamado Russell (Julian Dennison) comienza a hacer estragos en la ciudad, por lo que Deadpool y sus compañeros acuden al llamado de rescate. Pero ellos no son los únicos que van tras el chico, pues un misterioso asesino del futuro llamado Cable (Josh Brolin) ha llegado con el objetivo de matarlo y evitar un futuro terrible para él y su familia.

Deadpool es un superhéroe muy diferente a los demás. Desdeñando esta misma etiqueta y burlándose prácticamente de todo y todos, el personaje ha podido conectar con un público a veces cansado de lo blando que pueden llegar a ser las representaciones cinematográficas de sus colegas, tanto en Marvel como en DC. Su irrupción en el mundo comenzó con una nueva e inesperada tendencia en el género: un humor dirigido a espectadores adultos y violencia gráfica no apta para menores. Desde entonces, otros estudios han explorado más posibilidades en este camino; incluso Fox, dueños de todos los derechos de X-Men, llevaron a Wolverine, su propiedad más popular, por esta senda con Logan. Pero a diferencia de esta última, Deadpool 2 no funciona en lo absoluto. Se trata de una serie de chistes, referencias y una que otra vulgaridad que ocultan la falta de una trama con la que verdaderamente uno se pueda involucrar.


En esta nueva entrega, Deadpool sufre de una severa crisis emocional tras afrontar una grave pérdida. Las cosas se ponen densas cuando lo vemos contemplar el suicidio. Estos oscuros pensamientos llaman fuertemente la atención, al igual que su inusitado deseo por sentar cabeza y formar una familia. Si bien esto no resulta ajeno al Deadpool de los cómics, el sarcasmo, la violencia y la irreverencia son las cualidades que típicamente lo definen. Un superhéroe (o antihéroe) reflexionando sobre el estado de su vida como él lo hace resulta algo poco visto, pero su gracia tampoco será eterna. Estamos ante un personaje que funciona como un conducto de la cultura popular contemporánea y una forma de desahogar todo lo políticamente incorrecto tan criticado hoy en día. Pero ¿hasta qué punto seguirá siendo gracioso y novedoso?


Y aunque Deadpool sí se distinga de los demás superhéroes que conocemos, al menos en la pantalla grande hasta ahora, esta segunda película termina por asemejarse a cualquier otra. El protagonista reúne un equipo de individuos con superpoderes para lidiar con una amenaza que no podría enfrentar por sí solo. ¿Dónde hemos visto eso? Como en la mayoría de estas cintas, el antagonismo recae sobre un personaje unidimensional con motivaciones ridículas y que solo parlotea frases trilladas. Este papel cambia de manos constantemente en Deadpool 2: Cable, el pequeño Russell, el director del orfanato donde, un clásico villano guardado en secreto hasta el estreno (que en realidad no aporta algo valioso) e incluso el mismo protagonista, con su daño auto inflingido, ponen en riesgo la integridad de la misión. El problema es que ninguno de ellos tiene el impacto necesario como generar una verdadera confrontación que vaya más allá de lo físico.

Y hablando de Cable, su aparición es decepcionante. Apelando a cualquier cantidad de clichés que lo presentan como el tipo malo y rudo con un corazón de oro, Brolin no logra causar una grata impresión como el icónico viajero en el tiempo y frecuente aliado de los X-Men. Resulta irónico que su performance capture como Thanos en Infinity War opaque su actuación de carne y hueso en el filme en cuestión. Su rol supone la contraparte de Deadpool, un forajido que derrocha masculinidad, pero sin un gramo de personalidad. La interacción entre ambos suele arrojar uno que otro chiste gracioso, pero la dinámica nunca opera al nivel deseado. Por si fuera poco, la relevancia de Cable se difumina conforme avanza la trama y solo vuelve a cobrar fuerza para darle una resolución a los acontecimientos. Escritura perezosa, diría el mismo Wilson.


Los personajes femeninos también dejan mucho que desear, no solo por su pobre representación, sino por el lejano segundo y hasta tercer plano que ocupan. Domino (Zazie Beetz), de quien se esperaba una participación más activa, termina como un compinche cuyo mayor atractivo es su poco común superpoder, el cual es expuesto de manera divertida en una o dos escenas, no más. Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand), ve su presencia disminuida dramáticamente y solo emerge para mostrar un poco de "inclusión" con una revelación sobre su vida personal.

Esta segunda parte de Deadpool parece estar consciente de sí misma, así como su controvertido protagonista rompe la cuarta pared en múltiples ocasiones para hacer referencia a las debilidades de su guión, lo cual es gracioso por un instante, pero también poco convincente. ¿De verdad se puede disfrutar de algo atestado de referencias, con una multitud de nuevos y vacíos personajes y una desesperada intención de sentar las bases para futuras películas? Ni siquiera en el aspecto de la acción podemos encontrar algo que destaque, sobre todo cuando estamos hablando de un trabajo de David Leitch, famoso por aquellas brutales secuencias en Otro Día Para Matar y Atómica. Deadpool 2 se esfuerza demasiado y disfrutar de ella es realmente complicado.

Comentarios