Las películas biográficas generalmente son un peligro para la misma esencia del cine. La legitimación a través de la veracidad de los hechos suele ser su principal objetivo, lo que, la mayor parte de las veces, deja en un segundo y lejano plano el uso de algún tipo de recurso narrativo no convencional. Si bien este género llega a captar la atención del público por la promesa de que "está basada en hechas reales", el resultado puede ser algo tedioso y poco imaginativo. Las Horas Más Oscuras, la cual presenta una nueva iteración del legendario Winston Churchill, es una impecable producción que nos deja ver el lado más vulnerable de este personaje, pero que al final no deja de ser una cinta biográfica más que solamente será recordada por la magistral actuación de su protagonista.
La Segunda Guerra Mundial está en su primera etapa. Adolf Hitler y los nazis se han apoderado del corazón de Europa y Francia está por caer. En Gran Bretaña, el gobierno evalúa sus opciones dentro del conflicto armado, pero las intensas discusiones en el Parlamento y la debilidad del Primer Ministro Neville Chamberlain (Ronald Pickup) provocan una dimisión de este y la búsqueda de un nuevo líder que pueda hacer frente a la creciente amenaza alemana. El excéntrico Winston Churchill (Gary Oldman), un político con experiencia militar pero con una mala reputación entre los de su clase, es elegido como Primer Ministro. La presión llega enseguida no solo con el avance de Hitler, sino con la de los miembros de su gabinete para encontrar una solución diplomática. Churchill, entre la espada y la pared, se prepara para el reto más grande que haya enfrentado.
Desde hace más de una década, Joe Wright se ha dedicado a adaptar algunas obras clásicas y a enarbolar el espíritu británico en sus películas. Si damos un rápido vistazo a su filmografía podemos darnos cuenta que el director es aficionado de una narrativa que se pasea peligrosamente por la la línea del melodrama y que realmente no toma ningún tipo de riesgo. Quizá Hanna sea su trabajo más vanguardista hasta ahora, pero si no contamos esta, podemos clasificar a Wright como un realizador totalmente tradicional. Las Horas Más Oscuras sigue esta línea para enaltecer la figura de uno de los británicos más famosos de todos los tiempos: Winston Churchill, personaje clave de la Segunda Guerra Mundial cuya vida ha inspirado al mundo occidental desde aquellos tiempos bélicos.
La cinta se enfoca en los primeros días de Churchill como Primer Ministro, mismos en los que enfrentó a una férrea resistencia de algunos prominentes miembros del Parlamento, quienes buscaban negociar con Hitler para mantener la independencia de Gran Bretaña. Oldman, quien se pierde bajo capas y capas de maquillaje, una incómoda postura y una voz distinta, carga con todo el peso de la historia de principio a fin. Si alguien no supiera que es él quien interpreta al protagonista, pocos podrían adivinarlo basándose solo en lo que ven en pantalla. Oldman interpreta a un impredecible viejo cascarrabias con una fuerte predilección por el alcohol que de pronto se convierte en el líder de un país que en cualquier momento podría ser devastado física y moralmente por la guerra. La incertidumbre y la flaqueza del individuo son palpables gracias a ese toque humano y emocional que el actor pone sobre la mesa.
Desde hace más de una década, Joe Wright se ha dedicado a adaptar algunas obras clásicas y a enarbolar el espíritu británico en sus películas. Si damos un rápido vistazo a su filmografía podemos darnos cuenta que el director es aficionado de una narrativa que se pasea peligrosamente por la la línea del melodrama y que realmente no toma ningún tipo de riesgo. Quizá Hanna sea su trabajo más vanguardista hasta ahora, pero si no contamos esta, podemos clasificar a Wright como un realizador totalmente tradicional. Las Horas Más Oscuras sigue esta línea para enaltecer la figura de uno de los británicos más famosos de todos los tiempos: Winston Churchill, personaje clave de la Segunda Guerra Mundial cuya vida ha inspirado al mundo occidental desde aquellos tiempos bélicos.
La cinta se enfoca en los primeros días de Churchill como Primer Ministro, mismos en los que enfrentó a una férrea resistencia de algunos prominentes miembros del Parlamento, quienes buscaban negociar con Hitler para mantener la independencia de Gran Bretaña. Oldman, quien se pierde bajo capas y capas de maquillaje, una incómoda postura y una voz distinta, carga con todo el peso de la historia de principio a fin. Si alguien no supiera que es él quien interpreta al protagonista, pocos podrían adivinarlo basándose solo en lo que ven en pantalla. Oldman interpreta a un impredecible viejo cascarrabias con una fuerte predilección por el alcohol que de pronto se convierte en el líder de un país que en cualquier momento podría ser devastado física y moralmente por la guerra. La incertidumbre y la flaqueza del individuo son palpables gracias a ese toque humano y emocional que el actor pone sobre la mesa.
Desafortunadamente, la excepcional actuación de Oldman se ve diluida por una trama tediosa que resulta aburrida por momentos y que realmente no se esfuerza por prestar atención al desarrollo de otros personajes. Quizá el único que llama la atención es de su esposa Clementine (Kristin Scott Thomas), una mujer que vive el conflicto a su manera a pesar de no estar involucrada en el gobierno. Sus escenas con Oldman no solo resaltan su química con el actor, sino esa relación imperfecta que resultó un soporte para ambos en tiempos apremiantes. Pero no hay más tela de dónde cortar. Ben Mendelsohn, como el rey Jorge VI, pasa sin pena ni gloria fungiendo un rol que simplemente complementa a Churchill. Y ni hablar de Lily James como la secretaria, un personaje de relleno que únicamente inyecta a la historia una carga emocional barata.
Curiosamente, la película representa un punto de vista distinto de acontecimientos que han sido llevados al cine en varias ocasiones. La milagrosa evacuación de Dunkerque, cuya representación llegó a la pantalla el año pasado con un emocionante relato cortesía de Christopher Nolan, también fue pieza importante de la trama de Expiación, Deseo y Pecado del mismo Wright. Y no podemos olvidar también la propia historia del rey Jorge VI, cuyos problemas de habla y posterior ascenso al trono fueron el tema de El Discurso del Rey. Las Horas Más Oscuras presenta la perspectiva política de la situación, pero lo hace de una forma poco original y hasta cierto punto aburrida. Afortunadamente, la duración no va más allá de las dos horas promedio y es que bien pudo haberse extendido demasiado.
Con una producción muy bien lograda y un interpretación principal que se perfila para llevarse el Óscar, Las Horas Más Oscura parece ser una de esas cintas diseñadas para ser consideradas en la temporada de premios logrando obtener solo unos cuantos. Es cierto que el estigma de las obras biográficas hace de las suyas nuevamente, Wright y su guionista han logrado representar en el personaje de Churchill el poder que tienen las palabras cuando son ordenadas y pensadas de manera estratégica. Esas escenas en las que vemos al Primer Ministro poner en práctica toda su elocuencia demuestran el buen que trabajo se hizo al desarrollar uno de los aspectos más icónicos de esta figura del Siglo XX.
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