The National es una banda que parece estar a un paso de convertirse en headliner desde hace ya varios años. El reciente poco interés de los festivales por presentar en su primera línea actos de rock han mermado esta esperadísima posibilidad; sin embargo, el grupo sigue demostrando su gran estatus en sus conciertos estelares y el de ayer en el Pepsi Center en CDMX fue prueba de ello.
Sleep Well Beast, el último disco de la banda, fue uno de los más celebrados el año pasado por una gran cantidad de publicaciones. En el, The National finalmente se dejan llevar por las guitarras y un sonido más rockero que, por supuesto, no deja de lado la introspección y la cierta melancolía impregnada en algunos de sus temas. Así, ante una gran convocatoria, el grupo se reencontró con sus fans de mexicanos más de cuatro años después de su última visita, aquella que hicieron de manera sorpresiva junto a Foo Fighters.
Cuesta creer que en casi 20 años de carrera, la banda se presentó por primera vez en solitario en México; sus anteriores conciertos habían sido parte de festivales o de presentaciones ajenas. Ahora, con una audiencia totalmente dedicada, Matt Berninger y compañía dejaron en claro que tienen a los seguidores suficientes y el poder necesario para llevar a buen puerto un show de casi dos horas, algo ya muy atípico en la música en vivo contemporánea.
Sin un acto telonero, el show comenzó con pocas palabras y la introducción de lleno a su magnífico nuevo álbum. El quinteto, apoyado por un par de músicos extra, irrumpió en el escenario ante un júbilo generalizado y una gran expectación. Este no era el típico concierto en el que la gente se empujaba a pesar del formato "todos parados" de la sección general. Si bien hubo momentos de gran intensidad, los asistentes no perdieron la cordura y en su lugar se dedicaron a apreciar cada detalle de la ejecución de los gemelos Dressner y la interpretación de Berninger, quien se mostró tímido en un principio, pero terminó revuelto entre sus fans y cantando al unísono de cerca con ellos.
Mientras "The System Only Dreams in Total Darkness" y "Turtleneck", la cual fue presentada como un ataque directo al enemigo público número de los mexicanos, Donald Trump, nos dejaban ver esta nueva faceta llena de guitarrazos del grupo, "Guilty Party" y "Nobody Else Will Be There" despertaban movimientos lentos pero seguros entre el público. "¿Les gusta bailar? Bueno, nuestras canciones no son para ello" advertía Berninger sin importar que los asistentes encontraran la forma para canalizar la música que entraban por sus oídos de alguna forma.
Además de interpretar casi en su totalidad el nuevo álbum, The National hicieron un rápido recorrido por distintas épocas de su trayectoria, más notablemente por la del High Violet, del cual "Bloodbuzz Ohio" y "Terrible Love" se llevaron tremendas ovaciones.
La evolución de Berninger durante la noche fue muy curiosa. Aunque en un principio se mostró molesto por el volumen de su voz en los amplificadores, este pronto comenzó a beber y asumir una desfachatada postura en el escenario, la cual lo llevó a arrojar una gran cantidad de sus bebidas a la gente, bajarse para estar cerca de ellos y gritar las típicas consignas en contra de su presidente y sus políticas poco populares.
Los hermanos Dressner fueron claramente el núcleo musical de la noche. Su capacidad como multiinstrumentistas era notable y su habilidad como guitarristas, sobresaliente. Pero Berninger fue a quien seguían todos los ojos en el recinto. Que dedicara temas a su esposa Carin, con quien escribió buena parte de Sleep Well Beast, o que dejara al público cantar por su cuenta una versión acústica de "Vanderlyle Crybaby Geeks" mientras él solo guiaba evidenciaba una soltura muy singular.
The National hicieron de su primera presentación en México una sumamente memorable y que dejó satisfechos a sus fanáticos. No queda duda de que el grupo tiene el carácter y el material para encabezar los grandes festivales. Es una lástima que el estado musical de la actualidad no les favorezca.
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