En la Penumbra: la tragedia de la supremacía racial

Mientras intenta asimilar la muerte de su esposo e hijo, víctima de un atentado terrorista, Katja (Diane Kruger) se topa de frente con uno de los cánceres que carcomen a la sociedad de sus entrañas: el racismo. Al estar convencida de que sus seres queridos fueron asesinados por un grupo de neonazi, su sorpresa y rabia es mayúscula al no poder concebir que las autoridades ni alguno de sus familiares puedan entender que se ha tratado de un crimen de odio. Como algo común en el mundo contemporáneo, las minorías intentan sobrevivir en un mundo dominado por el hombre blanco y en que el la mayoría de las veces serán culpadas de todo lo malo. En la Penumbra aborda un caso trágico y muy particular en donde Kruger entrega una magistral interpretación como una madre que vive de cerca este trauma.

Katja es una alemana que vive felizmente con su esposo ex convicto de origen turco Nuri (Numan Acar) y su pequeño hijo Rocco (Rafael Santana). Un día, regresando a la oficina de su esposo donde se encontraría con él y el niño, Katja se encuentra con que ha habido una explosión en el lugar y con ellos como potencias víctimas. Más tarde, la policía confirma que los muertos son Nuri y Rocco, lo que la deja totalmente devastada. Mientras lucha con la presión de su familia, la mujer se empeña en probar que los neonazis han estado detrás del ataque, a pesar de la insistencia de la policía de que el pasado criminal de su esposo habría sido el factor determinante. Así, con la ayuda de su amigo y abogado Danilo (Denis Moschitto) Katja se prepara para enfrentar a los responsables del crimen y hacer todo lo posible para que reciban su castigo.


En un momento de la historia en el que la supremacía blanca amenaza nuevamente a las minorías y a cualquier mente abierta, En la Penumbra nos recuerda de los estragos que este brutal extremismo ha causado, en este caso, en el primer mundo, sitio al que millones de inmigrantes y desplazados han acudido con la esperanza de una vida mejor. Fatih Akin, renombrado director alemán de origen turco, nos presenta una trágica historia enmarcada por el odio y una red de ceguera y encubrimiento que deja al descubierto los peligros de esta ideología, específicamente del nazismo. Habiendo competido por la Palma de Oro en el Festival de Cannes el año pasado, la cinta se centra principalmente en el dolor de una madre y esposa que lo ha perdido a todo en cuestión de segundos.

Kruger, quien ganó el premio a la Mejor Actriz en el mismo festival, hace un extraordinario papel como la deshecha y contrariada mujer, quien poco a poco se percata del poder del hombre blanco en las sociedades más desarrolladas. La frustración y dolor de la protagonista es palpable a través de las emociones que Kruger proyecta, algunas que sin duda pueden llegar a estremecer al espectador. Podemos nombras varios momentos en los que Kruger consigue atrapar la atención, como cuando es avisada de la muerte de sus familiares y se desploma en el piso gritando sin control, o cuando escucha a la forense detallar durante el juicio la forma en que su pequeño hijo quedó hecho literalmente pedazos tras el atentado. Cabe mencionar que esta es la primera vez que Kruger actúa en su país natal.


Akin marca un antes y después en la vida de Katja utilizando algunos recursos narrativos que le dan su propio estilo a la película. Dividida en tres actos, cada uno de ellos comienza con un breve video casero que muestra momentos específicos de su vida de casada, unos muy felices por cierto. En el primero, la vemos casarse con Nuri en la cárcel; en el segundo, la encontramos arreglando un juguete a control remoto de su hijo; y en el tercero, simplemente somos testigos de sus vacaciones familiares en la playa. Irónicamente, en estos clips podemos hallar varias pistas de lo que vendrá a continuación y cómo varios de los elementos mostrados en ellos tomarán un valor inesperado, ya sea en su contra o a su favor. Aunado a ello están los nombres de los tres actos: "La Familia", "Justicia" y "El Mar", mismos que por sí solos parecen encerrar cierta felicidad, pero advirtiéndonos de la que realidad es más cruda de lo que parece.

De igual manera, cada acto nos acerca a distintos subgéneros que van de la mano con el desarrollo del personaje de Katja. En el primero tenemos un drama sobre el duelo y la frustración; en el segundo, otro drama, pero de corte legal; y en el tercero, un thriller con la venganza como principal motor. Es cierto que la ejecución de cada uno de ellos varía en cuestión de calidad y lo único que se mantiene constante es la gran actuación de Kruger. Quizá en donde el espectador quedará atrapado es en el segundo, donde la tensión del juicio en contra de los sospechosos le da un súbito giro a la trama a pesar de que podemos deducir el veredicto final con anticipación. El final bien podría ser algo decepcionante, pero Akin se empeña en dotarlo de una carga casi poética que podría resultar conmovedora.


Otro aspecto de la cinta que se queda un tanto corto es la música original, la cual estuvo a cargo de Josh Homme, líder de Queens of the Stone Age y quien hizo su primer trabajo para cine en su carrera. Las composiciones de Homme no son nada del otro mundo y su rol es meramente de acompañamiento. Si bien estos temas no nos recuerdan en absoluto a su banda o a otro de sus proyectos, su impacto en la historia es menor. La selección musical, por otro lado, y en la que seguramente tuvo algún tipo de voto, nos deja con un mejor sabor de boca al poder escuchar canciones de Courtney Barnett, Faith No More y Lykke Li, quien musicaliza el terrible desenlace y en el que un poco de justicia finalmente pone las cosas como deberían ser en este mundo al revés.

En la Penumbra no es una película perfecta, pero basta con poder ser testigos de la enorme actuación de Kruger para llevarnos un sentimiento de rabia hacia esa sensación de injusticia que prevalece en el mundo y que favorece a un selecto grupo social. Akin nos introduce en la vida en una pareja que ha tomado malas decisiones, que han encontrado en la droga tanto un negocio como una forma de escape, pero con una mente muy abierta y capaz de reflexionar sobre el rumbo de sus acciones. Una segunda oportunidad los lleva al momento más felices de su vida, algo que los grupos radicales y racistas simplemente no pueden tolerar. Si tan solo la redención estuviera también al alcance de ellos...

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