The Square: una puntual sátira sobre el arte, el poder y la sociedad

En la secuencia inicial de The Square, Christian (Claes Bang), curador de un museo de arte contemporáneo en Estocolmo, es interrogado por una reportera llamada Anne (Elisabeth Moss)  sobre la dificultad de sostener un recinto como ese. En un comienzo, Christian se manifiesta con vehemencia y expresa implícitamente su gran desempeño; sin embargo, la conversación toma un camino inesperado cuando la reportera lo cuestiona sobre una aparentemente compleja frase en el sitio web del museo, la cual no puede explicar con certeza, dejando al descubierto una de las temáticas principales de la cinta. El concepto del arte en la actualidad es uno muy discutido por expertos, críticos, y aficionados; y si bien aquí no se intenta de establecer un discuto al respecto, sí que se expone al mundo alrededor de este, un ambiente superficial y de supuesta superioridad en el que lo que menos importa es el arte mismo.

Christian, curador del museo, y todo su equipo, preparan el montaje de una nueva instalación llamada "The Square", con la que pretenden hacer conciencia social sobre la indiferencia y el desamparo de los menos afortunados. Para ello contratan a una agencia de publicidad que les propone una idea poco convencional y cuya ejecución generará un gran problema para Christian y el museo más adelante. Al mismo tiempo, después de ser víctima de un robo, Christian emprende una medida desesperada y un tanto agresiva para recuperar sus pertenencias. Así, mientras el hombre lidia con sus conflictos personales y profesionales, una serie de eventos sociales y artísticos en el museo exponen al mundo elitista y desubicado alrededor del arte contemporáneo.


Ganadora de la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes, The Square es la nueva cinta de Ruben Östlund, quien con Fuerza Mayor también se hizo con uno de los premios más importantes en la segunda sección en importancia del festival hace algunos años. Haciendo una sátira sumamente divertida sobre el mundo del arte, Östlund continúa con esa línea narrativa establecida en su anterior trabajo, la de la fragilidad del poder masculino y la facilidad con la que se ve expuesto ante la mínima manifestación en su contra. Es extraño que una obra como esta se haya llevado uno de los premios cinematográficos más prestigiosos del mundo, pero la verdad es que resulta un gran alivio, pues ver que una comedia con tintes sarcásticos sea considerada abre todo un nuevo panorama de posibilidades.

The Square, además enfocarse en la pretenciosa vida de Christian, también está compuesta por una serie de viñetas que refuerzan su discurso y nos muestran una visión muy retorcida de las actividades del museo. En una de ellas, nos encontramos con los "sofisticados" jóvenes de la agencia de marketing que tratan de convencer a Christian y los demás de hacer algo arriesgado para promocionar su nueva exhibición. Uno de los puntos más sobresalientes de esta escena es la forma en que los mercadólogos tratan de vender su idea y hacerles ver que su competencia no son otros museos, sino actos de terrorismo, catástrofes naturales y eventos de esa índole. En suma, su idea de publicidad es de impacto y morbo, algo que pueda hacerse viral, meta a la que las empresas aspiran en estos días y una cualidad que podría ir en contra de los mismos estatutos del arte.


"The Square es un santuario de confianza y cuidado. Dentro de el, todos compartimos los mismos derechos y obligaciones" es el manifiesto de la instalación que están preparando y con la que se pretende hacer un llamado de solidaridad entre la población, virtud ausente en los personajes de la película. En distintos momentos, nos topamos con indigentes pidiendo dinero en las calles solo para ser ignorados por los peatones absortos en sus teléfonos celulares. El asunto se vuelve meta cuando los mismos jóvenes de la agencia de marketing hablan sobre usar vagabundos en la publicidad, pues la gente siempre se conmueve con ellos. Östlund nos expone a una serie imágenes parecidas no con el mismo objetivo, sino para mostrarnos la indiferencia a la que son sometidos.

Una de las secuencias más notables tiene que ver precisamente con la ejecución del arte. Durante una cena de gala en el museo, los invitados, entre ellos varios patrocinadores y mecenas, son testigos de un performance protagonizado por Oleg (Terry Notary), un artista cuyo acto involucra imitar a un gran simio. Este se desarrolla de manera curiosa en un principio, pero de pronto todo parece salirse de control cuando Oleg no se sale de su papel y comienza a intimidar y atacar a los comensales. Östlund no nos permite saber si lo ocurrido realmente era parte del acto o si el hombre se volvió loco por alguna razón; pero, nuevamente, el poder elitista se ve opacado por un acontecimiento poco ordinario y que nadie se atreve a detener a pesar de que las víctimas comienzan a pedir ayuda.


Christian es un protagonista patético, pero su carisma y falta de tacto lo convierten en un personaje lastimoso por el que resulta imposible no sentir una conexión, algo así como una identificación. Verle hacer caso omiso de los vagabundos que le piden ayuda, para luego pedirles de manera inesperada que le hagan un favor es tan gracioso como sombrío. Cerca del final, cuando este tiene que hacer frente a las consecuencias de sus actos y negligencias, su orgullo se mantiene intacto y decide culpar a los demás y a la sociedad, la cual, según él, es la que lo ha moldeado de esa manera a pesar de haber sido tan favorecido dentro de ella. Por eso, esa toma en la que lo observamos escarbando en la basura buscando cierto artículo finalmente lo pone en la posición que su profesión y estatus social han tratado de disimular.

The Square es sin duda una de las obras más provocativas del año. Al presentar al espectador a este relato, tal y como lo hizo con Fuerza Mayor, Östlund nos recuerda esa pantalla social a la que nos hemos dedicado construir durante toda nuestra vida. Pero fiel a su estilo, el director vuelve a apretar la herida al final cuando, Christian, hablando ante los medios y lidiando con la situación de la campaña publicitaria, termina refrendando junto a su jefa las cualidades de la instalación y los detalles de la misma. La viralidad ha cumplido con su objetivo; mientras, aquellos a quien apela The Square seguirán en la misma situación, marginados por los demás.

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