Los Estudios Marvel siguen cosechando éxito tras éxito. Aunque seriamente criticados por el tono cómico que se ha apoderado de su narrativa, la compañía prospera no solo con millones de dólares en taquilla, sino con buenas críticas. Este año ha sido sumamente productivo, pues los Guardianes de la Galaxia regresaron para su secuela y Spider-Man finalmente hizo su debut en solitario en el Universo Cinematográfico de Marvel. Ragnarok es la entrega final de este 2018, la tercera parte de la trilogía de Thor y un giro más que bienvenido para el alguna vez monótono superhéroe. Apelando a un estilo visual de antaño, presentando a nuevos y curiosos personajes y entrando de lleno al género de la space opera, esta nueva cinta de Thor cumple inyectando nueva vida a la franquicia, una que posiblemente ya haya concluido, pero que cambia a su protagonista para siempre.
Después de haber partido de la Tierra, Thor (Chris Hemsworth) cae prisionero del demonio Surtur, quien le advierte que Asgard pronto verá su final. Al liberarse del cautiverio, el superhéroe regresa a su Tierra, donde se da cuenta que Loki (Tom Hiddleston) ha estado usurpando el trono manteniendo a su padre, Odín (Anthony Hopkins), muy lejos. Cuando finalmente lo encuentran, este igualmente les anuncia que Asgard está por caer, pues la llegada de Hela (Cate Blanchett) es inminente. Así, la Diosa de la Muerte aparece y vence fácilmente a los hermanos, quienes terminan desterrados en el planeta Sakaar. Sin su martillo Mjolnir, Thor se encuentra relativamente indefenso y vuelve a ser capturado, esta vez por el Gran Maestro (Jeff Goldblum), gobernante del planeta y organizador de unos brutales combates de gladiadores estelarizados por su peleador estrella, Hulk (Mark Ruffalo). Es así como Thor tendrá que luchar contra su ex compañero, tratar de escapar del planeta y salvar a su reino del fin de los tiempos.
Acercándose cada vez más a la tercera entrega de Los Vengadores, la cual promete romper cualquier tipo de récords, Marvel nos presenta una versión más ligera y amigable de uno de los protagonistas. Inspirado notablemente en la desfachatez y estilo visual de Guardianes de la Galaxia, Thor vuelve como un héroe sarcástico y que se burla de sí mismo en Ragnarok, esto mientras recorre un planeta alienígena en busca de aliados para recuperar su amada tierra. Uno de los grandes responsables de este cambio es Taika Waititi, director neozelandés que ha hecho un gran trabajo al moldear este nueva representación de Thor, una que sin duda de acopla muy bien al concepto que tenía para esta cinta. Está claro que Hemsworth no es un gran actor, pero la comedia física a la que somete su personaje le funciona durante buena parte de la trama da en el blanco; se nota que la dirección de Waititi rindió frutos.
Las películas de Thor nos han entregado personajes muy notables y esta tercera parte no es la excepción. Quizá el nuevo rostro que más destaca de entre los demás es el de Tessa Thompson como Valquiria, una mercenaria alcohólica con un triste pasado que ha decidido sumergir en el fondo de cualquier botella que se encuentre. Thompson, quien comienza a sonar cada vez más en Hollywood, interpreta una versión de Valquiria muy distinta a la que conocemos de los cómics, pero una más en sintonía con el tono de la trama y sin duda más atractiva desde el punto de vista narrativo. Su carisma, indiferencia y rudeza la posicionan como la Han Solo de la franquicia y sería un error que Marvel no continuara explotándola en el futuro. Sería genial verla interactuar con otras de las forajidas del universo como Gamora, Nebula o Viuda Negra.
Finalmente está Korg, interpretado por Waitit a través de performance capture, un nuevo aliado de Thor en el que recae un alivio cómico único, pues su peculiar voz e hilarantes comentarios lo convierten en lo más gracioso de la cinta.
En cuanto a los viejos conocidos, Loki permanece como uno de los pocos rivales de los Vengadores en general que han trascendido gracias a su caracterización, su profunda conexión con uno de ellos y la actuación de Hiddleston, quien prácticamente se ha hecho uno con el antihéroe. En esta ocasión, nos encontramos con un Loki más sereno pero con intenciones igual de ambiguas; verlo trabajando en equipo es una nueva faceta que sin duda la ha sentado muy bien. Pero de quien realmente vemos otra nueva cara es de Hulk, quien ha evolucionado de cierta manera al mantener "encerrado" a su alter ego por tanto tiempo. La cierta inocencia que emana y la comedia que lo rodea han acertado en representar a una criatura vulnerable, pero que ha encontrado una relativa paz dentro de su ser. Lo mismo no puede decirse de Banner, pues la ansiedad que muestra en pantalla lo convierten ahora en un individuo sumamente desesperante y poco llamativo. Parece que estaremos viendo más Hulk y menos Banner en el futuro.
El cambio de look le ha venido muy bien a Thor, y no solo en el aspecto físico. Al no tomarse tan en serio las cosas, el superhéroe renace como uno más simpático y al que indudablemente querremos ver nuevamente en acción en la próxima película de Los Vengadores. Aunque a veces el tono se le va de las manos y la trama se hunde por momentos en el melodrama que caracterizó a las primeras dos partes de la trilogía, Waititi logra un trabajo consistente con escenas verdaderamente sorprendentes. Puede que este tan necesario cambio haya llegado muy tarde, pero el notable talento reunido, el estilo ochentero (especialmente la música original) y el cambio en el statu quo en general conciben la mejor cinta de Thor y una muy agradable dentro del Universo Cinematográfico de Marvel.
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