Reseña: Arcade Fire @ Auditorio Nacional, México, 29 de noviembre 2017

Para bien o para mal, Arcade Fire han cambiado drásticamente desde su ya lejana aparición en la década pasada. Atrás quedaron esos himnos a la juventud y la nostalgia por nuestro lugar de origen (cualquiera que sea), para dar paso a conceptos más "elaborados" como una crítica al capitalismo y a la inmediatez de nuestros tiempos. Esta transformación en su dinámica y en su música los llevó en algún momento a convertirse en la banda más grande del mundo. El punto de inflexión fue quizá ese sorpresivo Grammy al Mejor Álbum del Año por The Suburbs, pues fue después que comenzaron a presentarse en arenas y adoptar las medidas que rigen a cualquier grupo comercial. Esto implicó, por supuesto, la creación de un show más elaborado, el cual finalmente han desplegado en su totalidad con la promoción de Everything Now, su tan criticado último álbum que presentaron ayer en el Auditorio Nacional y ante un público deseoso de ver esta nueva y alguna vez insospechada nueva faceta, la de una banda convencida del aparente poder de su concepto.


Antes de que al ring subieran los peleadores estelares de la noche, los colombianos de Bomba Estéreo trataban de calentar a un público pasmado por el frío con su infeccioso sonido. Entre los pocos que estaban presentes en ese momento estaba el mismísimo Win Butler acompañado de un guardia. En cuanto la gente se percató de esta inesperada presencia, el extraordinariamente alto músico comenzó a ser acechado con miradas de asombro y una gran cantidad de fotografías. El sujeto que lo acompañaba comenzó a dispersar amablemente a los curiosos argumentando que Win solo quería disfrutar en paz del show por unos momentos; lo más que podía hacer era saludar a los que se acercaban. Así, después de que se esfumó, Bomba Estéreo hicieron lo mismo y el ring ahora sí empezó a ser acondicionado para el gran evento.

No es ningún secreto que Everything Now es considerado como el esfuerzo más raquítico del grupo hasta ahora, el primer gran tropiezo de su carrera. Y es que no solo se trata de la pobreza musical de la mayoría de los temas que lo conforman, sino la manera en que lo presentaron al mundo: una agresiva campaña de publicidad para demostrar lo agresiva que pueda ser una campaña de publicidad arraigada en la voracidad del capitalismo. El punto era claro, pero demasiado superficial y cínico hasta cierto punto. Bastaba ver con los desorbitados precios de los productos oficiales en la mesa de mercancía. Pines por $300, un póster por $500, una chamarra bomber por $2,500... El grupo se convirtió en el mismo objeto de su discurso, lo cual era el punto obviamente, pero hace mucho que esto llegó a su límite y sin haber profundizado en realidad en el tema con sus argumentos. En fin, vayamos a lo que ocurrió en el concierto.


Después de una fallida introducción por parte de Chumel Torres (el micrófono nunca funcionó) al estilo presentador de box, Arcade Fire hicieron su aparición entre el público entre aplausos y gritos eufóricos. Visiblemente emocionados, cada uno de los integrantes subió al ring para comenzar con el show de la noche. Como era de esperarse, el set estuvo conformado principalmente por temas de Everything Now y fue precisamente el homónimo y su sonido disco el que abrió la festiva jornada. Vestidos con su propia mercancía y decenas de alusiones a la compañía ficticia que crearon para la promoción del álbum, la multitudinaria banda se entregaba a su público desde el comienzo. La gente vibraba a pesar de tener que ser sometida a los cortes menos atractivos del disco ya mencionado, como "Signs of Life" y "Chemistry"

Por suerte, Arcade Fire también hicieron una puntual retrospectiva de su célebre catálogo y pudimos disfrutar de sus más grandes canciones y una que otra sorpresa. "No Cars Go" fue la primera ocasión en la velada que todo el Auditorio se unió en una sola voz, "Here Comes the Night Time" y su espíritu carnavalesco ponían a bailar a los que estaban en la sección general y "Electric Blue", uno de los pocos temas valiosos de Everything Now, aportaban una buena dosis de dulzura al show, esto gracias a la chillona y linda voz de Régine Chassagne.

Lo mejor del concierto se gestó a la mitad, cuando el grupo entró de lleno al terreno de The Suburbs y Reflektor. La nostalgia se hizo presente con "The Suburbs", al igual que esa esencia rebelde que caracterizó alguna vez a la banda también aparecía con "Ready to Start". Ni qué decir de "Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)", otro de los momentos de Régine en donde se echa a sus compañeros al hombro para llevar a sus fans por unos minutos de éxtasis musical.


Las dos grandes sorpresas de la noche fueron "Ocean of Noise" y la reaparición de "It's Never Over (Oh Orpheus)", una de sus canciones más menospreciadas pero que guardan dentro de sí una complejidad narrativa muy sobresaliente. "Afterlife", quizá uno de sus más grandes logros musicales, llegaba al corazón de todos los asistentes. Esa contemplación sobre la muerte era acompañada de un gran juego de luces mientras que Win una vez más se metía entre la audiencia para entregar una notable interpretación.

"Rebellion (Lies)" y la potencia de "Creature Comfort" marcaban el final de un set muy bueno a decir verdad, el cual fue opacado al final con un pobre encore marcado por otros de los poco memorables temas de Everything Now. Afortunadamente, la majestuosidad de "Wake Up" y el aliento de la gente terminaron por dejar un sabor de boca. 

Seducidos por los clichés de cualquier concierto en México en el Siglo XXI, como las insufribles chamarras de "Mexico is the shit" y el uso de mariachis, Arcade Fire dejaron en claro que no tienen miedo de que los cataloguen como una banda comercial sujeta a los estándares de la actualidad. Pero mientras sigan tocando de la forma en que lo hacen podemos quedarnos satisfechos, ya no hay nada más que perder.

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