David Gilmour: Live at Pompeii - El retorno de los fantasmas

Mientras David Gilmour se dispone a tomar el escenario del majestuoso anfiteatro de Pompeya, presencias fantasmales se apoderan del recinto y de los pensamientos del legendario vocalista y guitarrista; y no solo se tratan de todos aquellos que perecieron en la catastrófica erupción volcánica hace siglos, sino del mismísimo Richard Wright, su ex compañero de Pink Floyd con quien tocó en este lugar durante su juventud. Live at Pompeii retrata el par de inolvidables conciertos que Gilmour ofreció en la ciudad el año pasado como parte de su gira de promoción de Rattle that Lock, su primer álbum como solista en una década.

Antes de deleitarnos con una soberbia selección musical, la cual incluye algunos temas emblemáticos de Pink Floyd y otros más de su último disco, Gilmour explica el argumento detrás de estos conciertos especiales. Para él, el recinto donde se presenta tiene un peso sumamente importante, pues le interesa que los espectadores aprecien la belleza de las paredes que los rodean ¿y qué podría ser más impresionante que disfrutar de un concierto en medio de unas ruinas romanas que no habían visto un espectáculo desde el año 79 A.C.?


Pero eso no es todo, pues el británico regresa a un lugar muy importante dentro de la historia de Pink Floyd. Fue en este mismo lugar donde filmaron una singular presentación sin público en 1971. El impacto debe ser profundo. La esencia del difunto Wright inunda la plancha principal, los ecos de viejas amistades le traen recuerdas de una época llena de éxitos y un sinfín de creatividad artística. Es por eso que Gilmour decidió capturar cada detalle de sus show en la ciudad, vestigio de una civilización que alguna vez influyó en cada aspecto del arte del mundo occidental. 

Live at Pompeii nos ofrece una mirada con lujo de detalle a 16 de las canciones que formaron parte de los conciertos. Desde el comienzo, con "Rattle That Lock", el músico hace gala de su potente voz, la cual ha mejorado notablemente a través de los años, y la maestría detrás de la guitarra, su instrumento predilecto. No tiene que pasar mucho tiempo para darnos cuenta de la calidad del audio y el video, aspectos que han sido cuidados a la perfección para lograr una experiencia envolvente y sumamente satisfactoria. Los planos nos dejan ver las expresiones de cada uno de los integrantes de la banda, los cuales lucen en distintas ocasiones, como en "The Great Gig in the Sky", en donde los coristas, dos mujeres y un hombre, demuestran su enorme capacidad vocal con una serie de delirantes alaridos.


Si bien cada momento musical del show es sublime, los cortes de Pink Floyd son los que verdaderamente despiertan las emociones de los espectadores en la sala. "Shine On You Crazy Diamond" y su espectacular solo de saxofón al final, y el deslumbrante juego de luces en "Run Like Hell", el cual obliga a cada uno de los músicos a ponerse lentes oscuros, son solo algunos de los instantes más representativos de la película. Pero claro, el clímax con "Time", "Breathe (Reprise)" y "Comfortably Numb", con su portentoso solo de guitarra final, son los momentos que realmente vuelan la cabeza de todos los presentes. 

Resulta imposible no poder comparar la presencia de Gilmour con la de Roger Waters, quien no hace mucho también presentó su documental y película concierto sobre la gira de "The Wall", un proyecto más ambicioso que, si bien acierta al indagar en los temores y frustraciones del alguna vez atormentado hombre, musicalmente se queda un tanto corto al ver la capacidad del ensamble que acompaña al guitarrista. Con un show más íntimo, pero de una manufactura igual de fina, y sin la carga política que caracteriza al de su ex compañero, Gilmour cautiva con el poder de su ejecución. He aquí una película de concierto en todo el sentido de la palabra.


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