No hace mucho, Keanu Reeves revivió su carrera gracias al inesperado éxito de Otro Día Para Matar, una excelente cinta del llamado subgénero "shoot 'em up" (el cual habla por sí solo), la cual destacaba no solo por sus excelentes coreografías, sino por su estilizada acción y un envolvente y misterioso universo. La secuela también dejó nuevos dividendos, tanto en la crítica como en la taquilla. Desde ese momento, uno de sus directores, David Leitch, comenzó a cotizarse y ahora se encuentra a cargo de la esperadísima segunda parte de Deadpool; pero antes, el coreógrafo y doble de acción convertido en realizador replica la fórmula con una mujer al frente en Atómica, una película que, si bien sufre de un desequilibrio narrativo, cumple al adentrarnos en un brutal mundo muy parecido al de John Wick.
En vísperas de la caída del Muro del Berlín, Lorraine Broughton (Charlize Theron), una agente secreta del MI6, es enviada a la ciudad alemana para dar con el asesino de otro agente y recuperar una lista que contiene las identidades de todos los espías que se encuentran activos en la Unión Soviética. Al pisar el país, Lorraine es rápidamente interceptada por la KGB, pero esta logra eludir la captura gracias a sus habilidades. Después de este peligroso encuentro se topa con David Percival (James McAvoy), otro agente británico que supuestamente la ayudará a recuperar su lista; sin embargo, sus objetivos parecen ser distintos. Así, Lorraine pronto se encuentra involucrada en una círculo de recurrentes traiciones que pondrá a prueba su capacidad para sobrevivir.
Basada en la novela gráfica The Coldest City, Atómica nos vuelve a traer el lado más rudo de Charlize Theron, mismo que nos cautivó en Furia en el Camino y que inesperadamente canalizó en un discurso de empoderamiento femenino. En este nuevo esfuerzo, la ya veterana actriz renueva su imagen para interpretar a una fría, meticulosa y peligrosísima espía que no se detendrá hasta cumplir su objetivo. Es cierto que, nuevamente, la protagonista se enfrenta a un mundo dominado por el hombre, pero Leitch y su guionista dejan un poco eso de lado para pasar directamente a la acción, algo que al final no sale como hubieran querido. De cualquier manera, Atómica es un decente filme que deja en claro que los días en que los hombres eran los únicos que podían patear traseros en el cine han llegado a su fin.
Resulta imposible no compararla con la saga de John Wick, no solo porque se trata del mismo director, sino porque este prácticamente ha traído consigo varios elementos de esta. Podemos hablar de la estética visual, la cual es impecable por cierto. Los colores brillantes que contrastan con los tonos oscuros, la composición y la construcción de las tomas nos remiten al universo de Wick, uno igual de sombrío. De igual manera no podemos omitir la excelsa fotografía, de la cual Leitch nuevamente se apoya para hablarnos desde detrás de la cámara. El uso de efectos prácticos y las largas secuencias con coreografías ejecutadas a la perfección, tal y como las que vimos en Otro Día Para Matar, son dignas de un aplauso, en especial aquella que ocurre en la escaleras de un edificio de Berlín del Este y que dura más de 10 minutos. Uno no deja de preguntarse cómo lograron tal movilidad de la cámara.
Theron hace un muy buen trabajo como la calculadora Broughton. Esta faceta como semi heroína de acción le ha sentado muy bien a la actriz y aunque sabemos que es capaz de adentrarse en papeles más profundos y complejos, la naturalidad con la que logra sacar adelante este tipo de roles es asombrosa. Imposible no emocionarse verla repartiendo golpes con tal intensidad. Desafortunadamente, su actuación queda un tanto opacada por una intrincada y en ocasiones confusa trama que no logra absorber del todo al espectador. Las constantes traiciones y los repetidos giros en la historia dejan de ser impactantes muy temprano; por lo que al final, cuando más o menos hemos atado todos los cabos sueltos, la revelación más importante no tiene el efecto deseado. La necedad de hacer un comentario sobre la Guerra Fría y esa sensación de "libertad" que celebraban los ciudadanos alemanes después de la caída del Muro realmente no viene al caso. Otro Día para Matar es casi perfecta por no detenerse a dar explicaciones y basar su desarrollo en un acontecimiento tan ridículo pero efectivo como la muerte de un perrito. En su lugar, Atómica nos somete a una gran cantidad de personajes y nombres, lo que genera desinterés en algunos momentos.
Pero sí hay algo en lo que esta supera al anterior trabajo de Leitch es en la exquisita selección musical, conformada por grandes éxitos de los 80 que incluyen a David Bowie, Nena, The Clash, New Order y más. Las canciones contribuyen enormemente a construir la atmósfera de la época, la cual también es respaldada por otras notables secuencias, como la de la pelea en el cine de Alexanderplatz con Stalker de Tarkovski de fondo. Leitch ambienta sus escenas acción con estos guiños audiovisuales en una época de censura y sometimiento cultural, lo cual también desemboca en una crítica a aquellos tiempos de opresión.
Al final del día, Atómica es una cinta de acción que intenta ser diferente. Es cierto que la trama se diluye en distintos instantes y el ritmo no suele ser el más acertado; sin embargo, la gracia de Theron y la magnifica producción, en todos los sentidos, la convierten en una obra valiosa a la que vale la pena darle un vistazo.
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