Sieranevada: el bendito caos de las reuniones familiares

Las películas sobre reuniones familiares en ocasiones resultan intensos dramas que dejan al descubierto las rivalidades entre sus integrantes o profundas heridas producto de una vieja disputa. Los largos diálogos y secuencias son una característica fundamental de ellas y es a través de las conversaciones entre los personajes que poco a poco nos adentramos en la caótica dinámica, algo enteramente normal en un núcleo como este. Sieranevada es uno de los más recientes ejemplos de lo anterior en el cine mundial, una historia sobre una numerosa familia rumana que se reencuentra ante un lamentable suceso, solo para avivar cualquier tipo de conflictos, desde discusiones sobre el entorno mundial y nacional, hasta las clásicas películas de Disney.

Lary (Mimi Branescu) es un hombre maduro y médico de profesión que acude con su esposa a la casa de su madre para honrar la memoria de su padre, quien acaba de fallecer. A la reunión asisten numerosos miembros de la familia, como su hermana, su abuela, sus sobrinos y un padre que preside el servicio religioso. Durante el transcurso del día, las discusiones entre los familiares se tornan algo agresivas, ocasionando llanto, frustración y enojo, sentimientos que crean una tensión en la casa. Así, mientras preparan la comida, Lary y la familia se enfrentan ante las típicas dificultades de la convivencia social.

Dirigida por Cristi Puiu y parte de la selección oficial del Festival de Cannes el año pasado, Sieranevada, cuyo título hace referencia a absolutamente nada, y que según su director simplemente se trata de un chiste local que tiene que ver sobre las traducciones internacionales, es una cinta que nos acerca la cotidianidad de la clase media rumana, la cual ha tenido un resurgimiento no solo en el país, sino en toda Europa Oriental después de años de gobiernos tiránicos. Puiu nos deja ver la interacción entre este multifacético grupo de personajes que pronto se ve enfrentado por la brecha generacional, las diferentes ideologías y la variedad de personalidades que lo conforman.


En Sieranevada, el espectador llega a conocer a la familia de Lary gracias al estilo visual de Puiu, quien pone la cámara en distintos posiciones y únicamente se dedica a panear y documentar lo que ocurre en los estrechos pasillos y las reducidas habitaciones. La sensación de claustrofobia es inevitable; las acciones transcurren casi en su totalidad dentro de la casa y durante el transcurso de la trama uno siente que se encuentra atrapado en estas paredes, tal y como varios de personajes se sienten dada las circunstancias del encuentro y de su vida en este momento específico.


Para lograr las marcadas diferencias familiares, Puiu concibe a personajes contrastantes. Tenemos, por ejemplo a la abuela comunista quien asegura que la instauración del este sistema trajo prosperidad al país, idea que choca con una de las hermanas de Lary, quien cree que la ideología destruyó la nación y oprimió aún más al pueblo. Está también uno de los nietos más grandes, quien está más que seguro que el el atentado terrorista del 11 de septiembre fue orquestado por el mismo gobierno de Estados Unidos. Las nuevas generaciones igualmente están representadas con una de las más jóvenes sobrinas, una rebelde chica que llega a la cita con una extranjera alcoholizada y que escandaliza fuertemente a los más grandes. Esta mescolanza nos abre el panorama hacia la Rumania de la actualidad, una tierra que ha sufrido bastante, lo cual se puede notar en los sentimientos y pensamientos de su gente.

Lary, quien es prácticamente el centro de esta película, entra en todas las discusiones como un especie de conciliador. Este escucha con atención los argumentos de ambas partes y trata de darles cierta validez a pesar de lo disparatados que puedan ser. Si bien este pone atención a todos los problemas de su familia, es hasta el final cuando simplemente no puede más y explota ante la atónita mirada de su esposa. Los recuerdos de su padre y la poco convencional imagen que tenía de él regresan de golpe en una larga secuencia magistralmente actuada, la cual deja en claro la habilidad de Puiu para escribir.


Sieranevada es toda una prueba para el espectador, pues las tres horas de duración, la ausencia de una trama convencional y los cargados diálogos pueden parecer abrumadores y muy pesados en distintos lapsos. Puiu se abstiene de revelar varios detalles sobre lo que está ocurriendo y no es hasta sino muy adelante que nos enteremos del motivo de la reunión y el trasfondo de algunas situaciones por las que discuten los personajes. El sentido del humor de Puiu es digno de destacar, pues varias de las conversaciones toman giros cómicos inesperados. Sea como sea, la cinta es una muestra más del gran momento del cine rumano, el cual brilla también en otro frente a cargo de Cristian Mungiu, quien con su más reciente obra, Graduación, nos ofrece una mirada hacia los estigmas de la sociedad rumana y la eterna sombra de la corrupción.

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