Tiempo después de haber asesinado a Koba (Toby Kebbell), quien estuvo al frente de un golpe en su contra, Caesar (Andy Serkis) protege en los bosques a su pueblo de simios inteligentes de cualquier interferencia. Habiendo escuchado de su existencia, una facción paramilitar humana comandada por el belicoso y fanático Coronel (Woody Harrelson) descubre su ubicación y asaltan su guarida cometiendo un atroz acto. Impulsado por una ira incontrolable, Caesar va en su búsqueda para asesinarlo mientras los suyos se van en busca de un nuevo hogar. Apoyado por sus mas leales elementos, Rocket, Luca y Maurice, el líder parte para cumplir con su objetivo. En el camino, los simios serán parte de distintos sucesos que resultarán en un giro en la confrontación con los humanos y el destino de su especie.
Dirigida por Matt Reeves, quien también estuvo a cargo de Confrontación, El Planeta de los Simios: La Guerra concluye la historia de Caeser en la nota más alta posible. Alejándose en gran medida de las convenciones de cualquier blockbuster, la cinta sorpresivamente adquiere un enfoque más íntimo a pesar del subtítulo con el que se nos es presentada. Sí, en este filme nos toparemos con un par de intensas batallas, muerte y desolación; pero también con un viaje personal que nos acerca a lo más oscuro de un encomiable personaje, uno creado enteramente con motion capture, el cual definitivamente logra expresar la tristeza, frustración y enojo con la que enfrenta una serie de terribles situaciones.Vale la pena destacar el hecho de que Reeves haya optado por este camino en lugar del esperado y por el que la mayoría de directores se hubieran decantado.
La Guerra comienza con una tensa escena de batalla que parece augurar el rumbo de la cinta, pero como se mencionó anteriormente, esta solo es una del par en las que realmente vemos el enfrentamiento directo entre hombres y simios. Sea como sea, Reeves logra capturar la aflicción en ambos bandos, sobretodo en sus respectivos líderes, cuyas heridas sin sanar les han llevado a tomar precipitadas decisiones que han puesto en juego el bienestar de los suyos. De manera muy astuta, el director desarrolla su rivalidad no como dos estrategas que planean su siguiente maniobra en el campo de batalla, sino como dos individuos que buscan satisfacer su sed de venganza, obviamente de formas muy distintas.
Lo que empieza como el preámbulo de una guerra pronto se convierte en una película de escape, lo que permite a Reeves ahondar en otros temas como la xenofobia y la redención, los cuales indudablemente encajan perfectamente en una época marcada por la intolerancia. Al igual que su predecesora, La Guerra está cargada de conmovedores y trágicos momentos que no tratan de manipular al espectador, más bien buscan enfatizar el trauma y la devastación que trae consigo el miedo a algo difícil de comprender, lo que usualmente termina por generar violencia. Si bien el principal propósito de la saga era concebir el viaje de un insólito y noble héroe, el tenue trasfondo social está ahí, algo que verdaderamente se aprecia en un blockbuster como este.
Conforme la trama avanza nos damos cuenta de las implicaciones personales tanto para Caesar como para el Coronel. Ambos han centrado sus esfuerzos en acabar con el otro. Las vidas de cientos han sido comprometidas con su obsesión, y aunque los separa un mundo de brutalidad y crueldad, los dos han perdido el camino cegados por una causa sin sentido. Todo el tiempo vemos a un Caesar inquieto, molesto y perturbado por haber violado sus principios y por haberse convertido en lo que menos quería. Irónicamente, este, al final encuentra en su ser ese grado de humanidad que le abre los ojos y le devuelve la credibilidad a su pueblo. Por otro lado, el Coronel representa la pérdida de la misma, la degradación del ser en su máxima expresión.
Pero no solo se trata del aspecto mental, pues La Guerra hace un sombrío pronóstico en el que los humanos podrían perder sus facultades sociales y devolvernos a la edad de piedra, transformándonos una vez más en seres salvajes y primitivos. Este detalle, además de hacer un guiño a la cinta original de El Planeta de los Simios, también lleva consigo una advertencia sobre en lo que nos hemos convertido, seres que buscan destruirse a sí mismos y que eventualmente lo lograrán, generando un nuevo tiempo de paz para la Tierra y las demás especies que la habitan.
La Guerra ciertamente tiene sus carencias narrativas con algunas decisiones ilógicas y escenas irrelevantes, pero estas en ningún momento opacan el dramatismo presente en la mayor parte de la película, como ese último encuentro entre Caesar y el Coronel envuelto en una capa de misericordia y lástima. Inesperadamente también nos encontramos con un alivio cómico gracias a Bad Ape (Steve Zahn), otro simio inteligente con muchos tratos humanos, tanto para bien como para mal, y cuyas intervenciones resultan sumamente cómicas a pesar del contexto.
El Planeta de los Simios: La Guerra es un blockbuster inteligente que combina la majestuosidad de los efectos especiales de vanguardia con una sólida trama, misma que concluye de muy buena manera la trilogía. La saga ha sido reintroducida a las nuevas generaciones en el momento ideal. La humanidad de Caesar y la oscuridad que reside en él nos remiten a nuestra propia existencia, el sentido de la moral y los límites que las definen. Quizá sea muy aventurado dar por sentado nuestro dominio sobre el mundo y nosotros mismos en estos tiempos venideros.
Lo que empieza como el preámbulo de una guerra pronto se convierte en una película de escape, lo que permite a Reeves ahondar en otros temas como la xenofobia y la redención, los cuales indudablemente encajan perfectamente en una época marcada por la intolerancia. Al igual que su predecesora, La Guerra está cargada de conmovedores y trágicos momentos que no tratan de manipular al espectador, más bien buscan enfatizar el trauma y la devastación que trae consigo el miedo a algo difícil de comprender, lo que usualmente termina por generar violencia. Si bien el principal propósito de la saga era concebir el viaje de un insólito y noble héroe, el tenue trasfondo social está ahí, algo que verdaderamente se aprecia en un blockbuster como este.
Conforme la trama avanza nos damos cuenta de las implicaciones personales tanto para Caesar como para el Coronel. Ambos han centrado sus esfuerzos en acabar con el otro. Las vidas de cientos han sido comprometidas con su obsesión, y aunque los separa un mundo de brutalidad y crueldad, los dos han perdido el camino cegados por una causa sin sentido. Todo el tiempo vemos a un Caesar inquieto, molesto y perturbado por haber violado sus principios y por haberse convertido en lo que menos quería. Irónicamente, este, al final encuentra en su ser ese grado de humanidad que le abre los ojos y le devuelve la credibilidad a su pueblo. Por otro lado, el Coronel representa la pérdida de la misma, la degradación del ser en su máxima expresión.
Pero no solo se trata del aspecto mental, pues La Guerra hace un sombrío pronóstico en el que los humanos podrían perder sus facultades sociales y devolvernos a la edad de piedra, transformándonos una vez más en seres salvajes y primitivos. Este detalle, además de hacer un guiño a la cinta original de El Planeta de los Simios, también lleva consigo una advertencia sobre en lo que nos hemos convertido, seres que buscan destruirse a sí mismos y que eventualmente lo lograrán, generando un nuevo tiempo de paz para la Tierra y las demás especies que la habitan.
La Guerra ciertamente tiene sus carencias narrativas con algunas decisiones ilógicas y escenas irrelevantes, pero estas en ningún momento opacan el dramatismo presente en la mayor parte de la película, como ese último encuentro entre Caesar y el Coronel envuelto en una capa de misericordia y lástima. Inesperadamente también nos encontramos con un alivio cómico gracias a Bad Ape (Steve Zahn), otro simio inteligente con muchos tratos humanos, tanto para bien como para mal, y cuyas intervenciones resultan sumamente cómicas a pesar del contexto.
El Planeta de los Simios: La Guerra es un blockbuster inteligente que combina la majestuosidad de los efectos especiales de vanguardia con una sólida trama, misma que concluye de muy buena manera la trilogía. La saga ha sido reintroducida a las nuevas generaciones en el momento ideal. La humanidad de Caesar y la oscuridad que reside en él nos remiten a nuestra propia existencia, el sentido de la moral y los límites que las definen. Quizá sea muy aventurado dar por sentado nuestro dominio sobre el mundo y nosotros mismos en estos tiempos venideros.
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