Una herida que se abre una y otra vez, una ola de recuerdos que culminan con la desintegración de un vínculo romántico, un reencuentro con la tragedia... Esto es probablemente a lo que se expone Björk en cada uno de los conciertos que ha ofrecido desde el lanzamiento de Vulnicura, su último y aclamado disco basado en el rompimiento con el artista Matthew Barney, una experiencia detallada exhaustivamente en el aspecto emocional y que la islandesa ha compartido con el publico mexicano en un íntimo y escalofriante show en el recinto musical más importante del país.
Acompañada de una orquesta de cuerdas (conformada por músicos mexicanos) y un director islandés, Björk hizo su esperado regreso al país ante un Auditorio Nacional a su máxima capacidad y un público expectante por escuchar la voz de una de las artistas más fascinantes de nuestra época. Enfundada en un bello vestido blanco, con una pieza decorativa negra en el pecho, y una llamativa máscara con un evocativo diseño floral, la intérprete salió al escenario para comenzar con una desgarradora y magistral velada.
En la primera parte del show, Björk presentó buena parte del Vulnicura en orden, algo perfectamente entendible, pues en esta pequeña narrativa nos introduce a lo más profundo de su corazón para compartirnos el dolor causado por uno de los tragos más amargos de su vida. En "Stonemilker" contextualiza una situación insostenible, una en la que uno de los amantes simplemente ya no está dispuesto a darlo todo y en su lugar prefiere perderse en la niebla y en la incertidumbre, pero sin irse del todo. La frustración y desesperación de Björk es palpable. Las palabras que salen de sus cuerdas vocales inundan el auditorio y enseguida hacen sentir su fuerza.
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Durante "Lionsong", una declaración de individualidad nos deja en claro que esta no es una historia de amor con un final feliz, no, se trata de la realización de la toxicidad que puede traer consigo una relación y la realización de que lo más saludable es pensar en el bienestar de uno. "History of Touches", un bello tributo al amor carnal que vivió con su pareja, nos hace sentir cada vez más esta experiencia. Björk se mueve en el escenario de un lado para otro y en ocasiones se acerca a la primera fila, pero no lo demasiado como para exponerse de más, la cicatriz se ha expuesto una vez más.
"Black Lake" es sin duda el momento cumbre de la noche. Cronológicamente, este tema narra su sentir un par de meses después de haber terminado con Barney. La ira, la zozobra y una notable violencia emocional pueden percibirse también en la agresividad de las cuerdas; mientras, Björk se mueve su cuerpo con este mismo sentimiento. Las luces también juegan un papel importante y la teatralidad consigue construir este instante con casi silencios devastadores. Poder presenciar esta pieza en vivo es algo indescriptible, una vibrante y monumental puesta en escena.
El luto llega con "Family", la lamentación de la muerte de la familia y la preocupación sobre la estabilidad del hijo, el daño colateral. Memorable el momento del solo por parte de uno los músicos, quien añade una espectral dosis de tensión al mismo tiempo que Björk continúa con su relato. Finalmente, en "Notget", el dolor es asimilado y se hace uno con su persona. La búsqueda de la cura para las herida (Vulnus+cura).
Después de un intermedio, Björk vuelve para interpretar un puñado de sus grandes éxitos, como la célebre "I've Seen It All", de la película Bailando en la Oscuridad; "Jóga" y "Bachelorette", ambas de las más aplaudidas del show; y otro par menos familiares para la mayoría, como "Vertebrae by Vertebrae" y "Aurora", mismas que se ajustan muy bien al formato. Cabe destacar el cambio de atuendo por uno más estrambótico conformado por un vestido corto y una extraña máscara que la hacen lucir como un tipo de bufón de alguna corte medieval.
Antes de concluir, la intérprete pone fin al viaje por Vulnicura con "Mouth Mantra", en donde expone la tristeza y la conmoción de casi haber perdido la voz no hace mucho, y "Quicksand", tema en el que habla sobre su madre y la manera en que está dispuesta a caer con ella pase lo que pase.
Finalmente, una soberbia interpretación de "Pluto", en la que las cuerdas simulan la intensidad de los beats de la versión original y sus alaridos retumban en las paredes, pone fin a una velada en la que la islandesa demostró una vez más el porqué es considerada una eminencia musical. No había nada más qué decir, el recorrido sonoro y emocional por el que nos acaba de llevar lo había dicho todo.
Fotos: Santiago Felipe
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