Fantasmas del Pasado: un ambiguo relato sobre aferrarse al pasado

Estar atrapado en un mundo al que no pertenecemos y estar atado a un pasado que simplemente no nos deja encontrar la paz puede hacernos sentir un vacío enorme. ¿Cuál es nuestro verdadero propósito? ¿Vale la pena aferrarse a algo que ya no existe? Aunque por alguna milagrosa intervención conozcamos las respuestas, mantenerse en el mismo lugar y en la misma situación podría ser lo más sencillo. En Fantasmas del Pasado nos topamos con una mujer en medio de una crisis existencial y espiritual que la hace preguntarse cosas como si su vida va por el camino que siempre quiso o si hay algo más allá después de la muerte. Estos planteamientos nos hacen pensar en dos películas distintas y efectivamente estamos en lo correcto, he aquí una extraña obra que mezcla una variada cantidad de conceptos y aparentes conflictos con un desarrollo que queda a medias o que se interponen en el de los demás. 

Maureen (Kristen Stewart) es una joven estadounidense viviendo en París que trabaja como una "compradora personal", una especie de asesora de imagen que ayuda a celebridades de alto perfil a hacer sus compras de moda en las boutiques más prestigiosas. A pesar de odiar su empleo, Maureen permanece en la ciudad por otra razón: quiere comunicarse con su gemelo fallecido en la casa donde vivió por un tiempo. Frustrada y perturbada, su vida comienza a dar un giro cuando un posible contacto paranormal le da esperanza de finalmente poder volver a ver a su hermano. Sin embargo, cuando un desconocido comienza a acecharla, sin saber si está vivo o muerto, Maureen se involucra en un peligroso juego que podría acabar de la peor manera posible.

Fantasmas del Pasado es el nuevo trabajo de Olivier Assayas, aclamado realizador francés que se llevó el premio al Mejor Director en la pasada edición del Festival De Cannes, además de haber competido también por la Palma de Oro. Después del gran éxito conseguido entre la crítica con Las Nubes de María, Assayas vuelve con una arriesgada obra original y que lo reúne nuevamente con Kristen Stewart, joven actriz que ha demostrado un enorme talento en los últimos años y que justamente con él parece tener un vínculo que saca lo mejor de ella como artista. Su nuevo proyecto, en el que Stewart ahora asume los reflectores por completo, puede ser visto como uno único y con una singular premisa que indudablemente nos mantendrá en suspenso, pero también como un revoltijo narrativo que ciertamente nos deja pensando en lo que pudo haber sido.

Maureen es una mujer insatisfecha con su vida. Trabajando para una celebridad con complejos de diva que no la trata del todo bien y que inclusive no cumple con los pagos de su salario, la joven se ha alejado de su novio y ha dejado de lado sus propios intereses simplemente para subsistir. Sin embargo, algo más le impide alejarse de la ciudad y todo lo que representa: el recuerdo de su hermano, quien aparentemente vive todavía en forma espectral en la casa que habitaba. Esperando recibir una señal de su parte, conforme al pacto que hicieron cuando todavía estaba con vida, Maureen pone en práctica su don como médium para que su hermano pueda partir en paz y dejar la propiedad libre para que su novia pueda venderla. Pero al tratar de buscar su liberación llega la realización de que la que necesita urgentemente acariciarla es ella misma.


Por algunos lapsos podemos comprender el porqué esta cinta fue abucheada después de su proyección en Cannes el año pasado. El experimento de Assayas es osado y sin duda hay que celebrarlo por atreverse a contar un relato como este; sin embargo, el propósito del mismo parece no asomarse en ningún momento. Si bien estamos hablando de un drama en esencia, también podemos encontrar trazos de un thriller psicológico, uno ejecutado de una manera poco convencional. Cerca de la mitad, Maureen comienza a enviarse mensajes de texto con algo o alguien que aparentemente la está vigilando. Assayas nos somete a una larguísima secuencia en la que la chica viaja de París a Londres en tren y de regreso para ir a comprar un vestido mientras entabla una errática conversación con la posible presencia. La exasperación es evidente, pero la tensión es inevitable. Más adelante, y desafortunadamente, la revelación de la identidad de esta última llega sin algún tipo de sorpresa.

El director también agrega una disparatada dosis de terror a su historia con un par de ridículas escenas en las que Maureen hace contacto con una presencia en la casa en cuestión. No solo es el hecho de la pobre realización de los efectos especiales, sino la justificación de la aparición, pues más tarde la chica explica a la novia de su hermano que esta presencia desconocida finalmente se ha ido después de ¿vomitar un enorme charco de ectoplasma? Los estragos en la narración comienzan a ser evidentes. ¿Quién era realmente este espíritu? ¿Qué quería y qué relación tenía con el difunto? Al final, Assayas igualmente hace uso de la ambigüedad de una forma poco convincente. SPOILER ADELANTE. Después de que la celebridad para la que Maureen trabaja es asesinada, quien le ha estado escribiendo finalmente la cita y le revela su identidad, Ingo, ex novio de la socialité. En una escena sin sentido alguno, el director apela nuevamente al mundo espiritual para tratar de darle una justificación a todo lo que ha ocurrido. El problema es que es imposible seguirle la corriente a un absurdo tan grande como este. TERMINA SPOILER.


Lo cierto es que Kristen Stewart hace de este caos narrativo algo muy llevadero y hasta placentero de ver. La joven actriz ha demostrado tener un gran ojo para seleccionar sus papeles en los últimos tiempos y con Assayas ha encontrado un apoyo que ha funcionado como un catalizador de sus habilidades. Como Maureen, Stewart aporta una notable melancolía a las actividades cotidianas que realiza. Ese deseo prohibido que siente por ser alguien más e incluso probar la vida de lujo de su empleadora se hace palpable con sus expresiones y actitudes. Si bien el desarrollo de su personaje es tibio como gran parte de esta cinta, Stewart convierte lo banal en algo irresistible y sumamente bello. Basta con recordar esa escena en la que entra a la casa de su jefa y se prueba su ropa disfrutando de lo prohibido al menos por unos instantes. Maureen nos recuerda a la asistente que la actriz interpretó en Las Nubes de María, una mujer igualmente que orbita el mundo de la farándula cual satélite, solo que en esta ocasión el peso del trabajo es más tortuoso y sin sentido alguno.

SPOILER ADELANTE. En la escena final, Maureen, habiéndose ido finalmente de París para visitar a su novio en Omán, se encuentra finalmente con lo que podría ser su hermano y es con sus palabras que podemos comprender que su liberación se ha completado y que lo único que falta es desprenderse de ese último fantasma del pasado para seguir adelante. TERMINA SPOILER. Assayas tiene un gran mérito por conseguir captar la atención del espectador a pesar de lo confusa que puede llegar a ser su historia. Aunque los planteamientos hechos en la película quedan a la deriva en su mayoría, la última realización de Maureen es lo que verdaderamente importa; la posibilidad de un cierre y de un cambio radical en su vida.

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