Talentos Ocultos: un ligero drama sobre la discriminación racial

Son tiempos delicados en el panorama mundial. Las tensiones raciales han escalado a niveles alarmantes y el mundo parece dirigirse a una edad oscura llena de temor, odio y segregación. El cine, obviamente, resulta un medio ideal para levantar la voz y propiciar un diálogo que busque un cambio o una posible concientización a través del lenguaje visual y un discurso bien argumentado. Desafortunadamente, muchos personajes en la industria se toman esto a la ligera y sus obras que pretenden lo anterior no son más que burdos intentos que puntualizan lo obvio sin ahondar en la verdadera naturaleza del problema. Talentos Ocultos es prueba de ello, una mediana cinta bien hecha y con buenos actores, pero con un vacío mensaje de unidad que carece de cualquier tipo de fuerza. 

1961. En plena carrera espacial, la Unión Soviética parece tomar la delantera en la conquista del espacio dejando atrás a los Estados Unidos. Doblegando esfuerzos, la NASA trabaja para conseguir su objetivo y llevar a un hombre sano y salvo fuera del planeta y orbitar el mismo. En la agencia trabajan Katherine (Taraji P. Henson), Dorothy (Octavia Spencer) y Mary (Janelle Monáe), tres mujeres negras y notables matemáticas con sueños muy ambiciosos que se han visto coartados por la segregación racial. Sus habilidades pronto son requeridas por los altos mandos y es así como empiezan a involucrarse en tareas importantes dentro de la agencia, como la preparación de la misión que pretende lograr enviar un estadounidense a darle la vuelta a la Tierra. Y aunque su intelecto es más que suficiente para destacar de entre el resto, el desdén de la mayoría blanca no tardará en poner en jaque su estabilidad profesional y personal.



Talentos Ocultos reúne los clichés de Hollywood en una sola película que, aunque no puede ser calificada como mala, sí que termina por ser un mediocre esfuerzo por la poca profundidad con la que aborda el tema de la discriminación racial y sexual. Theodore Melfi, novato director con apenas otro largometraje en su haber (St. Vincent), recurre a un estricto convencionalismo que durante buena parte de la trama no deja de ser molesto y aburrido. Las intenciones de Melfi son buenas, pues al estar basada en hechos reales (para variar), el cineasta apunta hacia un tributo a un trío de heroínas relativamente desconocidas que superaron los obstáculos sociales para sobresalir en su ámbito, justo el tipo de historia que buscar conmover, inspirar y hasta obtener una que otra nominación al Óscar de una manera sencilla y hasta tramposa. 

La cinta sigue las experiencias de las tres chicas como empleadas de la NASA, principalmente las de Katherine, quien es encargada con un aspecto sumamente importante de la próxima misión que podría definir el futuro de la carrera espacial. Melfi no toma ningún tipo de riesgos y sigue la fórmula que suele funcionar en este tipo de películas: la protagonista en un comienzo es despreciada y hasta humillada por todos a su alrededor, pero al convivir con los demás y demostrar sus verdaderas habilidades logra cambiar la perspectiva de aquellos que se han involucrado con ella. Sí, estamos ante una historia con finales felices en donde la paz, la armonía y la esperanza son características casi intrínsecas del desenlace. Realmente no se puede tomar en serio a Melfi y una obra con un enfoque tan superficial y carente de algún tipo de valor de narrativo.


Uno de los grandes problemas de Talentos Ocultos es la falta de equilibrio entre los conflictos personales que enfrenta cada una de las mujeres, todos ellos relacionados con la discriminación racial, y la trama principal, la de la misión espacial. Melfi busca la empatía con sus personajes a través de situaciones poco imaginativas. Tenemos la típica escena en la que una de ellas es expulsada de un lugar público debido a su color de piel y una más en la que otra entra a un lugar lleno de blancos para tomar el sitio que socialmente le corresponde. Nada de esto está mal obviamente, pero la cinta no ofrece nada nuevo en cuanto al tema se refiere. El verdadero sufrimiento de la raza negra no queda de manifiesto en ningún momento. El conflicto emocional queda enterrado por una capa casi melodramática de la que nunca logra escapar.

De cualquier modo, Melfi encuentra el espacio para incluir algunos buenos momentos, como aquella escena en la que Katherine convence con éxito a un juez local de abrirle un espacio en las clases que necesita para obtener un valioso ascenso. Con un buen discurso sobre lo que significa ser el primero en cualquier cosa, Monáe destaca por su gracia en pantalla y su indudable credibilidad como actriz, la cual también ya pudimos constatar en Luz de Luna. Vaya que su incursión en el cine ha sido muy buena hasta ahora. El director también incorpora con éxito escenas documentales a la narrativa, como las emisiones noticiosas o imágenes reales de los despegues de los cohetes, cosa que le agrega cierto interés al relato.


Talentos Ocultos es una película común y corriente con decentes actuaciones, una trama aceptable y un típico desarrollo con un mensaje inspiracional que hemos visto en innumerables ocasiones. El cambio del paradigma que ocurre dentro de este pequeño universo es más que predecible y aunque es alentador poder saber que estas mujeres cambiaron aunque sea un poco la forma de pensar de aquellos a su alrededor, el tono semicómico y la ligereza del argumento la convierten en una obra poco memorable.


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