Manchester Junto al Mar: la brutal imposibilidad de la resignación

Nadie nos enseña a vivir el duelo. Tampoco es que necesitamos que alguien nos diga cómo lidiar con el dolor de una pérdida, pero vaya que la sensación de desconcierto y vacío puede llegar a ser abrumadora. Dicen que la resignación llega después de un periodo de negación y depresión; sin embargo, saber que una simple acción pudo haber evitado el infortunio conlleva todavía otro peso, uno gigantesco cuando se convierte en una sombra que acecha cada minuto de nuestra existencia. Manchester Junto al Mar precisamente trata este tema, el luto de un hombre que ha vivido la más terrible de las experiencias y que carga con una inconmensurable culpa que lo ha dejado desahuciado y sin ningún tipo de aspiración. Una cinta con devastadoras emociones y que retrata de una forma muy peculiar las experiencias de su protagonista.

Lee (Casey Affleck) es un solitario y hosco plomero de Massachusetts que vive de la manera más humilde y reacio a relacionarse con los demás. Lee no siempre fue así, pues antes de la muerte de sus hijos en un trágico incendio, el cual causó de accidentalmente, este gozaba de la vida y apreciaba cada segundo de ella. Cuando su hermano mayor, Joe (Kyle Chandler) fallece debido a un problema cardiaco, Lee tiene que regresar a su pueblo natal, Manchester-by-the-Sea, el mismo sitio impregnado con el recuerdo de su familia. Es ahí donde se entera que su hermano lo ha dejado como tutor de su hijo Patrick (Lucas Hedges), un típico adolescente en busca de su identidad. Negado a aceptar esta responsabilidad, Lee comienza a involucrarse en el día a día del joven mientras se encarga de los preparativos del funeral de su hermano. Además de tener que encontrarse una vez más con su ex esposa, Randi (Michelle Williams), Lee tendrá que afrontar el pasado y el presente para tratar de salir adelante de esta nueva pérdida.

Dirigida y escrita por Kenneth Lonergan y nominada a seis Premios Óscar, Manchester Junto al Mar es la historia de un hombre cuyas heridas todavía sin cicatrizar son expuestas nuevamente al agudo dolor que aguarda en el hogar. Lonergan, un dramaturgo convertido en director, ha construido una puesta en escena influenciada en gran medida por su tiempo en le teatro. Con intensos diálogos, una serie de viñetas que funcionan como flashbacks, los cuales nos ayudan a comprender la presente situación del protagonista, y una precisa dirección, la cinta examina las consecuencias del trauma y la inevitable necesidad de aislarse de todos en busca de un castigo que podrán encontrarse en ningún sitio mas que en uno mismo.

Lee es un tipo resentido, infeliz y que prácticamente no tiene interés alguno en entablar una relación con nadie, ni siquiera con las bellas chicas que se le insinúan en los bares. Consumido por la zozobra y la culpa, Lee, a pesar de su juventud, se ha rendido y se ha propuesto a cargar con esta cruz por sí solo. En las primeras escenas, Lonergan nos presenta su día a día, llena de conversaciones sin sentido, bochornosos episodios y una amargura que lo ha convertido en un ser con el que hasta resulta complicado sentir lástima. Affleck, en lo que la mayoría califica como la mejor interpretación de su carrera, encarna a un sujeto sin carisma, sin ambiciones y con el alma hecha trizas. El actor hace suyas la apatía y desolación del personaje, un arduo trabajo que apunta hacia su primer Óscar.


El desarrollo de la película es lento. Lonergan se toma su tiempo para desenvolver las tribulaciones de Lee y el crudo conflicto interno por el que atraviesa. La muerte de sus hijos y de su hermano por supuesto que ha entristecido a la familia y a los amigos más cercanos, pero este parece ser el único incapaz de asimilar los acontecimientos. Su sobrino, quien en verdad amaba su padre, continúa con su vida como si nada extraordinario hubiese ocurrido; sus novias, su equipo de hockey, su banda de rock y demás actividades permanecen ahí y él no tiene problema en seguir involucrado. Randi se ha casado de nuevo y ha tenido un bebé, y más allá de la profunda tristeza que siente de haber perdido a tres niños, su preocupación yace sobre el estado de Lee y la lástima que siente por la culpa que carga desde hace tiempo. En una de las escenas finales, este finalmente hace la confesión definitiva: el no poder superar aquel trágico incidente le impide estar en paz y regresar a casa. El dolor que aguarda en el hogar es más fuerte que cualquier tipo de convicción.

La intensidad dramática de Manchester Junto al Mar contrasta notablemente con algunos episodios cómicos que suceden durante la trama, todos ellos involucrando a Patrick y las típicas aventuras adolescentes, como aquella escena en donde trata de tener sexo con una de sus novias mientras Lee funciona como un fallido distractor para la madre de esta. Pero cuando las cosas se ponen series es donde finalmente podemos darnos cuenta de la verdadera maestría de Lonergan como guionista. En la que es quizá la secuencia más impactante de la cinta, misma que encapsula todo el concepto que ha desarrollado, Lee, borracho, deja su casa con la chimenea prendida para ir a la tienda. A su regreso, un incendio lo ha consumido todo y sus hijas han muerto. Posteriormente, en la comisaría, los policías lo dejan ir en libertad al concluir que todo fue causa de un accidente. En estado de shock, impactado e incrédulo, Lee clama por un castigo por lo que ha hecho. Frustrado y al borde de un colapso, este roba una pistola e intenta suicidarse sin éxito alguno. Las imágenes son fuertes, la actuación de Affleck es sublime y Lonergan aumenta el dramatismo con una pieza orquestal que sin duda resulta sobrecogedora.


En Manchester Junto al Mar, la resignación es un lujo que Lee no puede darse. En un conmovedor momento de la historia, el afligido hombre prepara sus cosas para llevarlas a casa de su difunto hermano, entre ellas las fotografías de sus tres hijos, las cuales guarda con una tierna delicadeza que por un instante nos hace olvidar lo que realmente significan: un cruel recordatorio de una equivocación. Con esta obra, Kenneth Lonergan expone una tragedia desnudando a un individuo que simplemente no puede seguir adelante. Vivir en una eterna depresión, alejado y atado a un horrible sentimiento parece ser único castigo posible, una tortuosa forma de honrar la memoria de quienes perdieron la vida.


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