Sully: el tedioso relato de un héroe

Las películas basadas en hechos reales son la norma hoy en día en Hollywood. El tiempo entre el incidente y su adaptación cinematográfica cada vez se hace más corto, lo que puede llegar a maximizar el "impacto" que el relato tendrá nuevamente en el público. Pareciera como si la dramatización de los hechos, o su recreación misma, fuera necesaria para poder legitimar algunas opiniones, perspectivas o acciones acerca de tal suceso. Clint Eastwood se ha aferrado a este tipo de cine en su más reciente etapa como director, y Sully, su última película, es una reinterpretación más de un hecho por demás insólito, pero cuyo trasfondo en realidad no tiene el suficiente valor narrativo como para merecer ser contado de esta manera.

Chesley "Sully" Sullenberger (Tom Hanks) es el capitán del vuelo 1459 de US Airways que está por despegar del aeropuerto de LaGuardia en Nueva York. Momentos después de elevarse, una parvada impacta contra el avión dañando seriamente los motores. Al darse cuenta de la gravedad del incidente, él y su copiloto Jeff (Aaron Eckhart) comienzan con las maniobras pertinentes, pero al ver que las posibilidades salir con vida son casi nulas, a Sully se le ocurre el plan más insólito: acuatizar en el río Hudson. Sin ninguna muerte que lamentar, el capitán logra su cometido y rápidamente se convierte en el héroe de la ciudad; sin embargo, estudios posteriores de los altos mandos de la industria aeronáutica pronto ponen sobre la mesa si las acciones de Sully fueron las adecuadas. Así, el hombre, mientras lidia con un severo estrés, tendrá que demostrar que lo que hizo fue lo único que se podía hacer para salvar la vida de decenas de personas.

En sus últimas cintas, Eastwood, patriota hasta la médula, ha decido contar las historias de personajes estadounidenses destacados que creían o creen en los ideales que definen a su nación, pero que en algún momento se encontraron ante la duda de lo que si hicieron fue realmente lo correcto. Como extranjero es difícil sentir la fascinación que el director tiene por un nacionalismo que puede resultar obsesivo o exagerado. Si bien Sully es un tributo a un héroe cotidiano que verdaderamente hizo algo increíble, el sentimiento patriótico de Eastwood termina por convertirla en un fútil esfuerzo más para demostrar lo genial y unida que es la sociedad estadounidense.

Sully se centra sobretodo en los eventos posteriores al fatídico día del accidente. Aunque el capitán es percibido como un héroe en el vox pópuli, la asociación federal encargada de investigar a fondo lo ocurrido pronto trata de desestimar su acto y declarar que lo que hizo pudo haber terminado en una tragedia cuando aparentemente había otras opciones. Esto sume a Sullenberger en un profundo conflicto emocional, aunado al estrés postraumático que ya sufre. Tom Hanks hace un buen trabajo como el perturbado piloto. El veterano actor demuestra su capacidad al encarnar a un hombre que prácticamente durante toda la trama se encuentra en shock. Hanks hace suya la preocupación del personaje y nos hace vivir con él su gran predicamento.


Pero lo anterior es lo único que vale la pena de Sully. Con el objetivo de "humanizar" a los sobrevivientes del accidente, el guión le da rostros a varios de los pasajeros, lo cual puede darle sustancia a la historia de hacerlo correctamente; sin embargo, el añadir cosas como el grupo que subió al avión por haber perdido el vuelo anterior o personajes ordinarios supuestamente encomiables parece ser una salida fácil para conectar con el público. Lo anterior fue ejecutado correctamente por Paul Greengrass en Vuelo 93, una de las pocas cintas basadas en hechos reales que le añaden una inusitada tensión dramática a un hecho del que ya conocemos el desenlace. Además, los personajes que van a bordo se vuelven la personificación misma del heroísmo, la frustración y una variedad de emociones y sentimientos que Eastwood fallidamente trata de emular.

Al querer ampliar el panorama de la situación, Eastwood también echa mano de la gente que de alguna u otra forma colaboró para que la situación no terminara en una tragedia. Varias escenas nos muestran al controlador de vuelo que tuvo contacto director con Sullenberger, a los rescatistas que acudieron al llamado de los pasajeros varados y los tripulantes de los barcos que finalmente los rescataron. Es cierto que toda este gente es digna de mencionar, pero al no encontrar algo más relevante qué contar, Eastwood y su guionista se decantaron por  desarrollar estas mini subtramas de los individuos que estuvieron en el momento justo para apoyar a los necesitados. Puede sonar duro, pero estamos aquí para vivir el conflicto del capitán, no las experiencias de gente que solo hizo su trabajo.


Y eso es precisamente de lo que trata Sully al final, de los profesionales que hacen su trabajo a como dé lugar, el gran problema es la necedad de Eastwood de incorporar a otros personajes cuya participación resulta limitada. El desarrollo de Sullenberger queda a la deriva y en su lugar tenemos que someternos a una tediosa escena en la que las simulaciones finalmente terminan por darle la razón y cerrar el caso. Sully es un buen homenaje a un hombre que simplemente hizo lo que debía, pero quizá la ejecución dramática no era lo que se necesitaba, sino más bien un acercamiento documental.

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