Reseña - Adele @ Palacio de los Deportes, México 2016, 14 de noviembre

Convertida ya en una súper estrella y todo un ícono de la música contemporánea, Adele hizo su esperado debut en México en un Palacio de los Deportes a reventar y engalanado como pocas veces para recibir a la britanica.﷽﷽﷽﷽ Palacio de los Deportes a reventar y engalanado como pocas veces para recibir a la británica.

Mientras los miles de asistentes tomaban sus lugares, el rostro de Adele con los ojos cerrados provocaba cierta tensión en al ambiente. Era cuestión de tiempo para que los abriera y las emociones se desbordaran sin control. Poco tiempo después de la hora pactada fue cuando estos cobraron vida, las luces se apagaron y un “Hello” emanaba de todos los rincones del Palacio de los Deportes. Las primeras y desoladoras notas de piano del clásico instantáneo del mismo nombre anunciaban la inminente llegada de la intérprete, quien hizo su aparición en el pequeño escenario alterno incrustado en medio del público en el centro de la pista.


Con una entrada magistral, Adele hizo su presentación ante el público mexicano. Serena y majestuosa, la cantante pronto hizo notar el poder de su voz provocando elogios y reacciones de sorpresa entre los asistentes, los cuales serían constantes durante esta casi mágica velada.


Con una enorme banda de apoyo, la cual incluía secciones de cuerdas y viento y coristas, además de lo elemental, y resguardada por un bello y minimalista escenario que contaba con una cortina corrediza que también funcionaba como fondo para las proyecciones, Adele cumplió con todas las expectativas no solo por la calidad de su show, sino por la calidez que la artista mostró como persona. Ente cada tema, esta aprovechaba para charlar con el público de una variedad de temas, como la emoción que sentía por estar en México, cómo se ha desarrollado su gira o hasta de su propio trasero, del cual se burló en varias ocasiones. Su famoso miedo escénico no se notó en ningún momento, y a pesar de que confesó que le gustaba hablar demasiado para quitarse los nervios, la presencia que emanaba con cada interpretación verdaderamente golpeaba a todo quien se dejara llevar.

Los espacios también fueron aprovechados para que hablara un poco sobre la siguiente canción; su origen, la inspiración y lo que significó para su carrera. A manera de broma, pero muy en serio también, Adele advertía que en su show correrían lágrimas, pero también habría espacio para bailar y saltar, tal y como ocurrió en “Send My Love (To Your New Lover)” y “Rumour Has It”.


Las relaciones fallidas en su pasado fueron obviamente el núcleo del show y como si estuviera charlando con sus amigos, Adele relataba el dolor que le causó el desamor que originó “Someone Like You”, o la nostalgia de sentirse lejos de casa y de los amigos y la familia momentos antes de cantar “Million Years Ago”.

Los grandes momentos de la noche fueron marcados tanto por la respuesta de la gente, quienes cumplían cabalmente a cada petición de su ídolo como prender las linternas de sus celulares o saludarla en determinado momento, como por la gran producción, la cual tuvo enormes destellos en interpretaciones como la de “Skyfall”, con un espectacular juego de luces, o en la de “Set Fire to the Rain”, en donde Adele cantó dentro de una cascada artificial que se formó en el minúsculo escenario alternativo.


Y como no habría otra manera de hacerlo, Adele se despidió con su más grande éxito, “Rolling in the Deep”, el cual fue coreado de principio a fin por cada uno de los presentes.

Las cientos de cicatrices en el corazón que pudieron haberse anoche en el recinto indudablemente fueron abiertas una vez más por la triste y desgarradora narrativa de Adele. Sublime y sencilla al mismo tiempo, la británica dejó en claro el porqué es una de las artistas más grandes de la actualidad.

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