La Bruja de Blair: la secuela que nadie pidió

Con una nueva ola de películas de terror y suspenso haciéndose cada vez más fuerte en todos los frentes del cine, encontrarse con algo como La Bruja de Blair resulta realmente decepcionante. Como pionera del found footage, la cinta original se convirtió en un objeto de culto no solo por su innovadora forma de aterrorizar al público, sino por el gran misterio que envolvió su estreno. ¿De verdad habían encontrado esta cinta en el bosque? ¿Acaso estábamos viendo un nuevo tipo de documental? No eran tan fácil poder conocer toda la historia sin un acceso generalizado a internet, pero vaya que El Proyecto de la Bruja de Blair fue todo un fenómeno de la época. Ahora, la secuela directa llega en un momento en el que el formato parece ya algo del pasado y la idea un tanto desgastada.

20 años después de la misteriosa desaparición de su hermana en los bosques de Black Hills, James Donahue (James Allen McCune) encuentra un video en línea que podría significar una pista acerca de su paradero. Determinado a descubrir lo que pasó con ella, James viaja con sus amigos para documentar la búsqueda y tratar de dar con la verdad. Ya en el área, el grupo se encuentra con un Lane (Wes Robinson) y su pareja; ambos aseguran haber encontrado la cinta en la que supuestamente aparece la hermana de James. Así, todos se internan el bosque con la esperanza de hallar otra pista; sin embargo, los relatos de la Bruja de Blair y las extraños sucesos ocurridos a través de los años en ese lugar comienzan a perturbarlos. No pasa mucho tiempo para que la malvada entidad haga su presencia y empiece a perseguirlos.

La Bruja de Blair desentona notablemente con la nueva tendencia fílmica de horror con un fundamento social que se preocupa por exponer diversas problemáticas de nuestro tiempo. Si bien en su momento la franquicia impactó por la manera en que jugaba con la mente del espectador, esta nueva entrega se alinea más con los insufribles vicios de películas como Actividad Paranormal, Fenómeno Siniestro o V/H/S en donde los sustos sin sentido son lo más importante. Es cierto que este capítulo amplía la mitología de la bruja, pero ¿realmente era necesario? Lo más terrorífico de este asunto era precisamente el total desconocimiento que había alrededor del mismo; ahora, con un aparente origen establecido, la magia se ha esfumado. La corporeización del ente también le resta cierto misticismo y asombro a lo que alguna vez fue totalmente espeluznante.


Lo predecible de la trama tampoco ayuda. La repetición de los eventos de la original parece ofensiva, como si trataran de concebir una nueva versión del clásico para una generación más joven que incluso ya lo han visto todo a estas alturas. Por si fuera poco, los recursos que Adam Wingard, el director, usa para aportarle dinamismo a la película son de lo más estúpidos y simplones. Que el ángulo de lo que está sucediendo cambie de manera constante gracias a la variada cantidad de gadgets que el grupo trae consigo no convence en lo absoluto. Wingard quiere que veamos cada detalle de lo que está sucediendo, lo cual es molesto e innecesario. Si había algo increíble en El Proyecto de la Bruja de Blair era el hecho de no saber qué estaba ocurriendo debido sobre todo a la única cámara que traían consigo los indefensos jóvenes.


La Bruja de Blair cumple con los estándares de cualquier película de terror promedio, lo que la convierte en un producto mediocre, poco memorable y que no se arriesga en ningún momento. No cabe duda que de ahora en adelante tendremos que ser sometidos a nuevos episodios de esta saga que todo lo que tenía que decir lo hizo el siglo pasado. Una lástima que el legado de un gran proyecto sea destruido de esta manera.

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