Reseña - Tame Impala @ Palacio de los Deportes, México 2016

A principios de la década, una numerosa pero pequeña banda australiana irrumpió en la escena alternativa con una propuesta refrescante y que desentonaba notablemente con el sonido genérico del momento. A sus veintitantos, Kevin Parker, mente maestra de este proyecto, llamaba la atención gracias a esa fuerte evocación que hacía al rock psicodélico de antaño y al frecuente uso del reverb y el delay. Quién hubiera imaginado que cinco años después estaría convertido en prácticamente una eminencia de la escena que produce ya para Lady Gaga, que Rihanna hace covers de su música y que prácticamente ha conquistado el mundo.

Convertidos plenamente en un headliner, etiqueta que suele tomarse muy a la ligera en estos días, pero que sin duda se apropiaron ya con el nivel de la convocatoria de anoche, Tame Impala enamoraron al Palacio de los Deportes con una velada tan emocionante como satisfactoria.


Ante un lleno casi total, cosa realmente sorprendente debido al hecho de que el formato inicial del show solo contemplaba la apertura de la pista del foro, Kevin Parker y su banda aparecieron en el escenario mientras la pista de “Nangs” rápidamente era traducida a su versión en vivo por cada uno de los integrantes. Y sin ningún tipo de aviso previo e imponiendo el humor que reinaría durante toda la noche, “Let It Happen” comenzó a retumbar en las paredes del Palacio con ese característico sonido que parecía simular el derretimiento de las bocinas. Mientras los cuerpos de pegaban entre sí, Parker presentaba el sutil e irresistible sello de su voz. Con este canción, una de las más exquisitas en todo su catálogo, el australiano hacía una pronta declaración: el momento para dejarse llevar por lo que sucedía alrededor y dejar salir lo que luchaba dentro de nosotros había llegado.



Lo que sucedió a continuación no fue mas que una continua ola de sonido que se metía entre nuestros poros y tomaba control de nuestros sentidos.

Parker, quien asume por completo que Tame Impala es un proyecto personal que es interpretado por sus cuatro músicos, no tiene miedo de quedar encasillado en esa categoría en la que el vocalista es realmente el único miembro importante y reconocible. Como única entidad creativa, el hombre puede darse el lujo de tocar poco algún instrumento, la guitarra en este caso, y enfocarse única y exclusivamente en cantar como se debe. Está claro que tampoco se trata de uno de los mejores vocalistas del mundo, pero que pueda expresar sus letras con tanta elocuencia y claridad sin duda lo hacen uno muy notable.

El show fue prácticamente un recorrido por sus dos últimos discos y una minúscula selección de su debut. El comienzo fue absolutamente demoledor, pues “Mind Mischief” y “Why Won’t You Make Up Your Mind?” hacían lo propio desatando una pronunciada excitación y cualquier extraña pero efectiva combinación de pasos de baile entre todos los asistentes. El cálido recibimiento se hizo notar desde el principio y Parker inmediatamente lo reconoció saludando y haciendo gala de su humildad y una honesta gratitud por tener en frente a miles de personas aguardando por escuchar lo que tenía que decir. “The Moment” era su forma de agradecer. El sonido más bailable que forjó con Currents se hacía cada vez más presente. No dejarse llevar ya era sumamente irresistible a estas alturas.


La euforia no paraba y “Elephant” seguía con el incremento de la temperatura. A pesar de haber declarado en varias ocasiones que hizo esta canción con el único propósito de ganar dinero y que realmente no le gusta del todo, Parker y los demás ejecutaron una majestuosa versión que cimbró el recinto y que, como era de esperarse, fue una de las que el público más disfrutó. Imposible no rendirse ante uno de los poquísimos riffs blueseros de Tame Impala.

Sucedió algo extraño también, ya que, de forma muy inesperada, la interpretación de “The Less I Know the Better” (con esa increíble línea de bajo)  obtuvo una de las grandes ovaciones de la noche, mientras que “Daffodils”, el infeccioso tema que grabó Mark Ronson pasó un tanto de manera desapercibida. Pero daba igual,  el disfrute seguía siendo el mismo.


El final del set principal estuvo marcado por un ritmo más calmado y hasta un poco más introspectivo con “Eventually”, “Yes, I’m Changing” e “It’s Not Meant to Be”. Para muchos, Currents, de donde se desprenden las dos primeras, es un álbum que describe un doloroso rompimiento sufrido por Parker y aquí se podía notar. Su maduración y resignación han sacado su mejor faceta como compositor.

Y al final, como cualquier humano, Parker confesaba que aunque haya cambiado como persona sigue cometiendo los mismos errores que definen su esencia y personalidad. “Feels Like We Only Go Backwards”, la más coreada de la noche por cierto, y “New Person, Same Old Mistakes” nos hicieron entrar en su conciencia por un momento, una llena de nostalgia e incluso hasta cierto arrepentimiento, pero que finalmente se ha liberado y que sabe es momento de seguir adelante.


Kevin Parker bien podría ser el prototipo de un nuevo concepto de estrella de rock, uno que, aunque mantiene un bajo perfil, nunca duda en buscar nuevos retos en cualquier lugar en donde haya una oportunidad, sin importar de que se traten géneros y estilos distintos. De igual manera, el hecho de que acepte su rol protagónico y que lo despliegue como tal sin temor alguno es algo digno de respetar en una época como la nuestra, en donde la falsedad suele estar por doquier.

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