Dos Tipos Peligrosos: una refrescante y entretenida cinta de compañeros

Si alguien hubiera dicho alguna vez que uno de los actores secundarios que aparecía en Depredador más tarde escribiría el guión de Arma Mortal, dirigiría una de las cintas más taquilleras de toda la historia (Iron Man 3) y lograría sacar una buena actuación de Russell Crowe dentro de una comedia, seguramente hubiera pensado que había perdido la cabeza. Afortunadamente, ese hombre sí existe y se llama Shane Black, un nombre que no es del todo familiar para el público en general, pero que con su nueva película, Dos Tipos Peligrosos, probablemente sonará mucho más a partir de ahora. Apelando a convenciones narrativas populares de los 70 y 80, una trama sumamente divertida y una comedia física con muy buenos momentos, esta cinta de compañeros, género que Black conoce a la perfección, es una muestra de que muy buenas cosas siguen saliendo de Hollywood y de las personas menos esperadas.

1977, Los Ángeles. Holland March (Ryan Gosling) es un detective privado que intenta hacer su trabajo a pesar de tener sus propios problemas sin resolver. Cuando una anciana lo contrata para buscar a su sobrina, la recientemente fallecida actriz porno Misty Mountains, a quien está segura de haber visto, March se da a la tarea de localizar a Amelia (Margaret Qualley), una joven que por alguna razón parece estar conectada con Misty. Con lo que el detective no cuenta es que la niña no quiere ser encontrada y a su vez contrata a Jackson Healy (Russell Crowe), un tipo rudo que soluciona los problemas de los demás con un poco de violencia. Este desalienta a March de continuar con la búsqueda; sin embargo, el surgimiento de nuevas pistas y la desaparición de Amerlia les hará darse cuenta que, en efecto, la conexión existe. Así, ambos unirán esfuerzos, junto a la precoz hija de March, Holly (Angourie Rice), para dar con su paradero y al mismo tiempo desenmascarar una conspiración criminal a gran escala.


Dos Tipos Peligrosos podría ser fácilmente una de las mejores películas de compañeros de los últimos años. Después de tantas comedias con tramas estúpidas y simplonas llenas de risas baratas, el más reciente trabajo de Black resulta una bocanada de aire fresco y una revalorización del género. ¿Quién hubiera imaginado que Gosling y Crowe brillarían dentro de una comedia física? No cabe duda que todo esto se debe a Black y su capacidad como director, pues ha logrado resucitar a un Crowe que llevaba años sumido en la mediocridad y proyectos para el olvido. Por supuesto, y de manera totalmente inesperada, la química entre ambos actores es natural y convincente. Como la típica pareja dispareja, los tipos hacen una mancuerna realmente memorable.

Black nos presenta a dos personajes notablemente diferentes entre sí y que se ven en la necesidad de trabajar juntos para resolver un misterio que podría ser más grande de lo que se imaginan. March está orgulloso de ser un detective y estar al servicio de la comunidad, pero el enorme peso que lleva encima en ocasiones terminan por afectar sus habilidades. Y es que March no solo tiene que lidiar con su entrometida y desobediente hija adolescente, sino con la culpa de la muerte de su esposa. Por otro lado, Healy es un hombre que lo más cercano que tiene a un ser querido o amigo son sus puños. A pesar de su rudeza, el veterano se siente solitario. La desaparición de Amelia le da una oportunidad para ser útil de verdad por primera vez en su vida, sin importar que esto implique aliarse con un inseguro detective.


Si bien Crowe y Gosling son lo mejor de Dos Tipos Peligrosos, la joven Angourie Rice brilla como la perspicaz Holly, quien, preocupada siempre por su padre, no duda en querer ayudarlo, sin importar cuan peligrosa sea la situación. Rice aparece como si se tratase de su enésima aparición cinematográfica. Aunque el cobijo de los dos protagonistas es esencial, esta nunca luce intimidada, sino todo lo contrario, su presencia desafiante e irreverente es totalmente creíble. Con tan solo 15 años, la australiana es una de las nuevos rostros de Hollywood que darán bastante de qué hablar de ahora en adelante. Por lo pronto la veremos en la próxima versión de Spider-Man el próximo año.

La historia, a pesar de tener varias vueltas, es sencilla y fácil de seguir, pero eso no demerita en absoluto el buen desempeño de Black como guionista. Sus personajes son imperfectos, a veces torpes e incluso cobardes, justamente lo que nos permite sentirnos identificados con ellos. De igual manera, el guión de Black aborda un planteamiento con el que probablemente valga la pena reflexionar un instante: ¿qué es lo hace buena a una persona? March, a pesar de trabajar honestamente y tratar de criar a su hija de la menor forma, no se considera como tal en el fondo. Cree que la muerte de su esposa pudo haber sido evitada y que toda la culpa debe caer sobre él. Por otro lado, Healy golpea gente por dinero, todas sus víctimas lo merecen por supuesto; sin embargo, su sentido del bien va más allá de lo aparente. Ambos no tienen miedo de usar la violencia y no dudarán en emplear cualquier método para conseguir sus objetivos; lo que es un hecho es que son dos tipos con buenas intenciones y métodos poco convencionales.


Aunque estamos hablando de una comedia de misterio completamente hollywoodense, Black no tiene miedo de usar algunos recursos que le dan un estilo único a su obra. La naturaleza violenta y sexual de la misma está relacionada completamente con el enigma alrededor de la desaparición de la chica perdida. Las bajas colaterales que deja el conflicto entre los protagonistas y sus perseguidores le da un toque de realismo a la trama y deja al descubierto a aquellos con una notable falta de escrúpulos. Aunado a ello, el director inserta un humor con tintes surrealistas, particularmente en una escena onírica en donde March imagina a un abejorro hablándole desde la parte trasera del auto. Sin duda uno de los momentos más graciosos de la película.

Podemos pensar en Dos Tipos Peligrosos como una versión mucho más ligera de Vicio Propio. Claro, se tratan de dos cintas totalmente distintas, pero la ambientación en Los Ángeles de los 70, el humo de marihuana y la amenaza de una gran amenaza corporativa las convierten en algo así como parientes lejanos. De cualquier modo, mientras la obra de Paul Thomas Anderson se diluye en una densa capa de misticismo, el trabajo de Shane Black apunta hacia un universo más reconocible y ciertamente más amigable. Es muy grato poder ver a Crowe salir de su zona de confort y brillar en el intento y a Gosling hacerse de la comedia física para entregar una buena actuación.


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