En 1996, Día de la Independencia marcó un antes y un después para el blockbuster hollywoodense. Considerada todo un clásico de la industria, la cinta emergió con un sinfín de nuevas posibilidades. Con efectos especiales de vanguardia y un discurso patriótico rayando casi en lo épico (al menos para los gringos), el cine estadounidense vio en ella el nacimiento de una nueva era para sus súper producciones. De ahora en adelante, las más famosas estrellas aparecerían en la pantalla grande salvando a su país ("¿O por qué no al mundo si somos dueños de el?") de incontables desastres de cualquier índole justo en el último segundo. La década siguiente significó un boom para este tipo de películas y aunque el concepto haya evolucionado y se haya ramificado de igual manera, varios de los clichés de Hollywood y de sus fórmulas más usadas se las debemos al director Roland Emmerich y su obra maestra. Ahora, con no más que una evidente avaricia y prepotencia, gran parte del equipo que hizo historia hace 20 años vuelve para una secuela que simplemente no tiene cabida en una época como la nuestra.
Han pasado 20 años desde que los alienígenas invadieron la Tierra y fueron vencidos por la humanidad. En estas dos décadas, los gobiernos del mundo han asumido con mucha seriedad la amenaza de un nuevo ataque y han unido esfuerzos para crear un sistema de defensa capaz de repeler cualquier posible avanzada. Gracias a la fusión de la tecnología humana con la extraterrestre, la humanidad está ahora mejor preparada David Levinson (Jeff Goldblum), pieza clave en la victoria sobre los invasores en aquella ocasión, lidera la Defensa Espacial de la Tierra y continúa estudiando a los alienígenas. Thomas Whitmore (Bill Pullman), el ahora expresidente estadounidense que lideró la batalla final contra los invasores, se encuentra retirado pero gravemente perturbado por lo que podría significar una nueva invasión. Y así, justo en un aniversario más de la confrontación, una nueva oleada alienígena llega a la Tierra con armas más grandes y toda la intención de extinguir nuestra especia de una vez por todas.
Día de la Independencia: Contraataque bien podría ser una de las peores películas en la historia reciente de Hollywood. "Era de esperarse", dirían los más escépticos, pero los tiempos han cambiado y el blockbuster ha concebido una nueva camada de cintas en la que las tramas sin sentido y los personajes vacíos han desaparecido para dar lugar a relatos interesantes que involucran al espectador al máximo, desplegando igualmente conceptos inéditos para una cinta de acción, sin mencionar el toque de autor que varios cineastas han aportado en los últimos años. Sector 9, Al Filo del Mañana, Soldado del Invierno y Furia en el Camino, por citar algunas, entendieron esto a la perfección y encontraron la manera de darle seriedad a sus proyectos sin olvidarse de las enormes secuencias de acción. En Contraataque sucede todo lo contrario. Emmerich, un hombre al que muchos podrán catalogar como alguien que atenta contra el cine mismo, es un experto en el blockbuster y que obviamente sabe a qué tipo de publico se debe, pero con su último trabajo se ha volado la barda con un producto sin vida y que carece de cualquier tipo de emoción.
Nada es rescatable en esta secuela. Debemos empezar quizá por el elenco, tan grande como diluido. Si bien el regreso de Pullman y Goldblum le dan un sentido de continuidad a esta historia, sus intervenciones distan mucho de lo que vimos hace 20 años. Cada uno asume el mismo papel que el de la primera película, Pullman como el heroico presidente y Goldblum como el perspicaz científico. Ambos han perdido relevancia en la industria y sus años de gloria ya han quedado atrás, por lo que pedirles echarse la cinta a los hombros sería demasiado. Pero ellos no tienen nada de malo a comparación de las incorporaciones juveniles, quienes hacen un terrible trabajo interpretando a un grupo de chiquillos inmaduros en quien la humanidad tendrá que confiar para salvar al mundo. Liam Hemsworth, Jessee Usher y Maika Monroe (Está Detrás de Ti) dejan bastante que desear con sus planas actuaciones y la notable dificultad para hacer química. Los culpables de esto son Emmerich y sus guionistas, pues la dinámica que crean entre ellos no funcionan en absoluto. ¿De verdad debemos tragarnos esa historia de amor entre Hemsworth y Monroe? ¿Acaso aporta en algo la rivalidad que existe entre el primero y Usher? Por supuesto que no. Cabe recordar que Usher interpreta a Dylan Hiller, el hijo de Steven Hiller (Will Smith), ahora convertido en piloto de élite y cuya aparición solo se justifica para poder nombrar al icónico personaje.
Si bien Día de la Independencia también contaba con actuaciones discretas y situaciones estrambóticas, la diversión estaba ahí. Imposible no dejarse llevar con la gracia de Smith y las geniales escenas de acción. Contraataque ni si quiera llega a ser divertida al menos por unos minutos. Por alguna razón, Emmerich creyó que al aumentar todo de tamaño estaría superando a su antecesora. Un mayor elenco, naves más grandes, alienígenas gigantescos... Esto claramente ha ido en detrimento de la calidad y nos hace voltear los ojos ante la masiva destrucción que ocurre en la película. A estas alturas, el director debería de saber que ya lo hemos visto todo y que la monumental devastación de ciudades capitales es un recurso usado ya hasta el cansancio. Parece que ya no hay forma innovadora de destruir a la humanidad. Esto nos hace pensar en que estamos ante algo anticuado, ajeno a nuestros tiempos y ciertamente inverosímil. No porque se trate simplemente de ficción, sino porque resulta inconcebible que Emmerich se escude en recursos narrativos que dejaron de ser atractivos desde la década pasada. El director ha sido presa de un exceso de confianza y una total desentonación con el nuevo cine de acción.
Las carencias narrativas de Contraataque son pasmosas. No pasan más de 10 minutos cuando nos estamos haciendo preguntas y planteamientos que rápidamente fulminan el argumento. SPOILERS ADELANTE. Si hay otra raza alienígena con benévolas intenciones ¿por qué no nos ayudaron en la primera invasión? Si los líderes del mundo están tan obsesionados por proteger al planeta de amenazas extraterrestres ¿por qué prefieren celebrar en lugar de investigar de lleno a la nave extraña que acaban de derribar en la Luna? Las libertades narrativas persisten, pero estas todavía van más allá cuando justamente 20 años después todo sucede al mismo tiempo: los extraterrestres regresan, el expresidente Whitmore tiene un colapso nervioso y el Dr. Okun (Brent Spiner) despierta de un coma y corre por ahí desnudo listo para ayudar en lo que se ofrezca. Y si agregamos aquellas escenas que, de manera totalmente inorgánica pretenden resaltar alguna cualidad o sentimiento particular de los protagonistas, como en la que Jake (Hemsworth) salva a la estación espacial de una accidente o en la que muere la madre de Dylan (Usher), la ridiculez se vuelve todavía más grande. TERMINAN SPOILERS
Pero quizá el error más grande de todos fue el haber hecho esta película sin Will Smith. Es cierto que la avaricia y la soberbia se han apoderado del alguna vez simpático actor, pero hay que aceptar que él era el corazón de Día de la Independencia. Su carisma y rebeldía eran inigualables, por lo que cuando llegaba un momento de debilidad en el guión, Smith se echaba la cinta a los hombros y la sacaba adelante. Contraataque no tiene en quién apoyarse, ninguno de sus estelares tiene la capacidad de mantener al público involucrado. Los productores fueron muy inocentes al pensar que su producto tendría éxito sin un gran actor de peso.
Con personajes que no tienen nada qué hacer ahí (sí, te hablamos a ti Charlotte Gainsbourg), otros más que sirven de alivio cómico pero que no son más que nefastos (los dos insufribles jovenzuelos que acompañan a Jake y el guerrillero africano), la peor comedia vista en una cinta de acción ("Vamos a patear traseros intergalácticos". Sí, es una frase de la película) y pobres efectos especiales, Contraataque no se logra sostener por ningún lado. Todavía Emmerich nos somete a tediosas subtramas que no llevan a ningún lado, como la del padre del Dr. Levinson (Judd Hirsch), quien emprende un viaje para encontrarse con su hijo a lado de un grupo de detestables mocosos y que nos lleva a ningún lado.
Cuando creíamos que Hollywood daba señales de vida al impulsar blockbusters diferentes y más inteligentes, nos topamos con algo como la secuela de Día de la Independencia, la cual engloba todos los vicios, conceptos trillados y fórmulas que han desvirtuado al cine de acción. Al no tomar ningún tipo de riesgo y únicamente dedicarse a emular el éxito de la primera haciendo solo unos pequeños cambios por aquí y por allá, Emmerich demuestra que ya no tiene nada más qué hacer en la industria. Lo ha destruido todo, literal.
Comentarios
Publicar un comentario