Youth: el arte de envejecer

La vejez trae consigo experiencia y madurez, al igual que una completa retrospectiva sobre lo que hicimos en nuestra vida. Aquello que nos hace sentir orgullosos, eso que nos avergüenza, las victorias, las derrotas... La juventud, por el otro lado, nos hace sentir inquebrantables y vigorosos, pero la insatisfacción y la confusión puede llegar a acecharnos en cualquier momento. ¿Es posible entonces ser felices durante nuestra vida entera? Claro que no, pero lograr estar en paz con uno mismo podría ser el objetivo final. En Youth, la nueva obra de Paolo Sorrentino, el cuestionamiento está ahí. Sumamente estilizada, onírica y visualmente poderosa, la cinta nos adentra en las reflexiones de un ecléctico grupo de personajes que miran tanto hacia atrás como, hacia adelante; su pasado y su futuro, todo aquello que define su esencia.

Fred Ballinger (Michael Caine) es un septuagenario director de ópera retirado que se encuentra vacacionando (casi permanentemente) en un resort de lujo en los Alpes suizos. Con él también está otro viejo, Mick Boyle (Harvey Keitel), un director de cine de Hollywood que está tratando junto a un grupo de jóvenes escritores terminar el guión de lo que considera será su "testamento fílmico". Mientras disfrutan de los lujos y comodidades del hotel, ambos comienzan a recordar sus mejores años, su vejez y varias anécdotas de su vida. Pero será la visita de un emisario de la reina Isabell II, quien quiere que Ballinger salga del retiro para festejar el cumpleaños del Príncipe Felipe, lo que desatará una serie de emociones y sentimientos en un hombre que pensaba que su ciclo ya había terminado.

Con La Gran Belleza, Sorrentino planteaba un dilema moral y existencial incrustado en la alta sociedad romana; en Youth, su segunda película en inglés, el director italiano vuelve a poner a sus protagonista en medio de una encrucijada emocional y un conflicto personal que los hará replantearse el valor de su vida y su obra como un profesional. La elección de Caine y Keitel para comandar esta historia no pudo haber sido más acertada. Los veteranos actores hacen de sus personajes unos realmente exquisitos, sobre todo Keitel, quien encarna a un pretencioso cineasta que busca la realización personal de una manera poco convencional. Caine, por el otro lado, interpreta a un hombre que prácticamente ha pasado por todo en la vida. Ha logrado estar en lo más alto, pero en el proceso ha descuidado a lo que supuestamente más amaba, su familia.

A través de la mirada de Ballinger y Boyle, Sorrentino hace una examinación de la vejez y la juventud, tanto de un punto de vista dramático como cómico. Aunque Youth sigue la misma línea de la crisis existencial y está influenciada todavía por algunas ideas de Fellini, el estilo y la dinámica de la cinta se asemeja más a la de This Must Be the Place, su otra película en inglés en la que una estrella de rock (que bien podría ser o no una versión de Robert Smith) que ha reservado al mundo de su gran talento para sanar sus más profundas heridas emocionales. Ballinger se asemeja bastante al rockero. Como artistas, ambos han decidido retirarse después de una vida de éxito, pero es en este punto de madurez que han encontrado un vacío que les incomoda y que invariablemente no los deja estar en paz.


A lo largo de la trama, Ballinger y Boyle aprecian cada detalle de la vejez y juventud que encuentran en el hotel de lujo. Está una pareja de ancianos que parecen estar en conflicto entre ellos, dos guionistas que podrían estar enamoradas, pero que todavía no lo saben, un futbolista retirado extremadamente obeso que todavía puede hacer maravillas con una pequeña pelota (un nada sutil guiño a Maradona), una joven Miss Universo con un cuerpo que bien podría ser perfecto, y con una gran perspicacia... Los viejos no juzgan, simplemente aprecian su entorno y tratan de identificar la belleza en todo esto. Sorrentino, tal y como lo ha hecho antes, pone ante nosotros una serie de imágenes de cuerpos moldeados por la edad. El contraste entre las curvas y las arrugas nos hace reflexionar acerca del paso del tiempo en el cuerpo humano, cosa que el director entiende perfectamente.

Como en sus más recientes trabajos, la música juega un papel crucial en la narrativa. Sorrentino siempre nos ha regalado esplendorosas secuencias musicales, como aquella interpretación de David Byrne en This Must be the Place o el frenesí pop con el que comienza La Gran Belleza. En Youth, la selección musical es ecléctica y acertada por igual. Están las composiciones clásicas de David Lang, entre las que destaca "Simple Song #3", la cual cierra la película con un virtuosismo apabullante en otra gran secuencia como las previamente mencionadas. "You've Got the Love", de Candi Staton, que abre la cinta al estilo La Gran Belleza, y demás temas de David Byrne y Godspeed You! Black Emperor crean una bella atmósfera musical que nos involucra en todo momento.


El concepto del artista que busca darle un nuevo sentido a su vida nos recuerda obras contemporáneas que han abordado esta misma situación desde perspectivas muy distintas, como Mapa a las Estrellas, Las Nubes de María o Birdman. Estas dos últimas sobre todo nos ofrecen la visión de un personaje ante un reto artístico que promete volver a posicionarlos como una figura dentro de la industria. Ambos se enfrentan al vacío de la modernidad y la voracidad de Hollywood, justo como lo hace el personaje que interpreta Paul Dano en Youth, Jimmy Tree, un joven actor que ha sido marcado por hacerla de un robot en un blockbuster. La frustración es evidente, pero la frivolidad luce como un lujo que todo artista debe darse, "una tentación", como lo hace ver Ballinger en una conversación que tiene con él.

Nuevamente, Sorrentino y su director de fotografía, Luca Bigazzi, nos ofrecen una fotografía espectacular llena de una gran variedad de texturas y hermosas composiciones que en distintas ocasiones resaltan la belleza de los cuerpos viejos y jóvenes. La locación juega un papel muy importante para obtener este tipo de imágenes, pero el notable talento de Bigazzi hace de Youth una obra visual sublime que ofrece una colección de tomas sumamente trabajadas que verdaderamente nos dejan sin aliento.


En una significativa escena, Boyle hace ver las montañas a uno de sus guionistas a través de un telescopio. "¿Ves esa montaña allá? Todo se ve muy cercano. Eso es el futuro", declara. "Y ahora, todo se ve muy lejano. Eso es el pasado", dice Luego de cambiarlo de vista y girarlo hacia los demás compañeros mostrándolos en una óptica tipo fish-eye. Cuando el futuro parece estar sobre nosotros y el pasado a su vez tan lejano es cuando nos preguntamos qué estamos haciendo. Youth aviva este cuestionamiento y nos seduce con una brillante propuesta visual que interpreta estas inquietudes a la perfección.

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