¿Cómo sería nuestra vida si lo único que conociéramos estuviera dentro de cuatro paredes? ¿Cómo sería nuestra percepción de la realidad? Seguramente resulta enloquecedor pensar en una situación habiendo vivido de manera normal todo este tiempo, pero ¿y si estas cuatro paredes fueran realmente el límite de todo lo que conocemos? Quizá, solo quizá no habría nada más qué añorar. La Habitación, la nueva película del director irlandés Lenny Abrahamson (Frank), plantea esta situación en un contexto muy peculiar y en el que arroja también una intensa historia sobre el amor entre una madre y su hijo. Nominada a varios premios Óscar y catalogada por distintos medios y publicaciones como una de las cintas independientes más interesantes del año pasado, La Habitación sin duda propone una interesante idea que nos lleva a reflexionar sobre la capacidad de abstracción y aprendizaje del ser humano; sin embargo, lo que comienza como una notable exploración del lenguaje y la interacción social pronto se convierte en un monótono drama familiar poco memorable.
Joy (Brie Larson), una joven madre, y su pequeño hijo Jack (Jacob Tremblay), viven cautivos en un diminuto cobertizo al que han denominado "Habitación". Habiendo sido secuestrada hace muchos años y dado a luz al niño en este lugar, Joy se ha resignado y ha criado a Jack de la manera más normal posible. Sin tener ninguna posibilidad de volver a ver el mundo, Joy ha criado a su hijo como si todo lo que hay dentro de "Habitación" es lo único que realmente existe y lo que ven en televisión simplemente se trata de una ilusión. Aunque su captor les provee con lo necesario para sobrevivir, la madre se niega a ceder por completo y en un nuevo atisbo de esperanza, esta revela a Jack que en efecto hay algo más afuera de "Habitación" y que la única forma de verlo será escapando. Así, tras concebir un exitoso plan de huída, madre e hijo finalmente salen del cobertizo, pero lo que encontrarán afuera quizá no sea lo que se hayan imaginado.
Basada en la novela del mismo nombre de Emma Donoghue y cuyo guión también fue escrito por ella, La Habitación llama la atención no solo por el conflicto que atraviesa una madre atormentada por una vida que no eligió, sino por la notable inconsistencia de su narrativa. Abrahamson no es un director ordinario. Con un bajo perfil, el irlandés se ha hecho ya de un nombre en el cine independiente y este nuevo esfuerzo representaba su gran oportunidad para entrar de lleno a las grandes ligas. Si bien lo logró al posicionar su trabajo como uno de los más comentados del año, este no termina de convencer, sobre todo por el decepcionante desarrollo de la historia una vez que Joy y Jack alcanzan su libertad. Veamos.
La primera hora de la película es verdaderamente esplendorosa. En cuestión de minutos, Abrahamson y Donoghue nos introducen en un vasto y fascinante mundo contenido en una pequeña, sucia y fría habitación. Ahí, Joy vive con su hijo, un niño cuya realidad se muy distinta a la de ella. Mientras ella sufre y atraviesa por severas depresiones que la desmoralizan por lapsos, Jack se entretiene con cada detalle y aspecto de su rutinaria existencia. Al no conocer nada más, el pequeño no puede imaginar otra cosa mas que despertar, comer, bañarse, jugar con mamá, dormir y repetir el proceso eternamente. En ocasiones hay alguna cosa nueva, como un programa inédito en televisión o el hecho de que Joy le enseñe cómo hacer un pastel, pero fuera de ello, "Habitación" es su mundo. Por el otro lado, la madre, resignada a tener que fungir como el objeto sexual de su captor y a olvidar todo lo que dejó en el pasado, ha tratado de evitar de infundir esa sensación de desesperación en su hijo. Es así como a pesar de su horrible situación, ambos conviven en armonía gracias a un vínculo afectivo que ha convertido a "Habitación" en lo que cualquiera podría llamar un hogar.
No hace mucho nos topamos con la magistral manera en que Tarantino logró concentrar los fundamentos de una nación en una cabaña en medio de la nada. Ahora, Abrahamson y Donoghue hacen más o menos lo mismo, nos dejan ver la posibilidad de apreciar todo una vida encerrada en un espacio todavía más reducido. De cualquier manera, este no resulta un obstáculo para crear otros submundos dentro del mismo cuarto, tal y como ocurre en Los 8 Más Odiados. Está la cama de la madre, donde frecuentemente es violada por el secuestrador; la bañera, en donde divertidos juegos tienen lugar mientras se asean; el armario, en donde Jack es protegido por su madre de la malvada vista del captor y así podemos continuar. Vaya trabajo de ambientación.
Pero para lo que cualquiera debería de ser un tormento, Jack lo vive con normalidad y con una inmensa felicidad. Gracias a una tremenda actuación de Tremblay, un niño de tan solo 9 años, Jack deja de hacernos pensar en el trauma y nos proporciona cierta sensación de calma e incluso de incredulidad. ¿Cómo alguien puede ser feliz dentro del perímetro de cuatro paredes? Puede sonar cursi, pero si todo lo que conoces, necesitas y amas está ahí. ¿Para qué buscar más? La relación con la madre no necesita de ningún otro elemento. Tal y como está es perfecto. Su inocencia e ignorancia lo vuelven un personaje sumamente interesante, tanto desde el punto de vista cognoscitivo como el emocional. ¿Cómo entender la realidad habiendo vivido en una creada artificialmente por tanto tiempo? Su reacción a la revelación por parte de su madre lo dice todo. ¿Por qué deben dejar su hogar si ahí son felices? La madre le ruega que comprenda; irónicamente, la asimilación a la libertad de esta última será mucho más complicada que la del pequeño.
Pero el tono de la película cambia radicalmente cuando son liberados. Mientras Jack comienza a descubrir el mundo, de la mano de su abuela (Joan Allen) y su marido (Tom McCamus), Joy se desmorona emocionalmente y entra en una crisis asociada con el estrés postraumático. Esto, por supuesto, está dentro de lo presupuestado, el problema es que la trama se estanca gravemente y deja abruptamente de lado todo lo que fue examinado en la primera parte. Si no fuera por la interpretación de Tremblay, la cinta se vendría abajo por completo.
De igual manera, varias sugerencias despiertan dudas en el espectador, pero estas nunca terminan por ser explicadas satisfactoriamente. SPOILER ADELANTE. Durante la primer cena con la familia reunida, el padre de Joy (William H. Macy), divorciado de su madre desde hace mucho tiempo, se muestra inquieto y hasta perturbado por la presencia de Jack. Visiblemente molesta, Joy lo confronta, pero este simplemente evade la situación y se retira. Extrañamente, este desaparece y nunca más vuelve a ser mencionado. Pero más adelante, Joy acepta imprevistamente ser entrevistada por un talk show y es ahí donde revela que el padre de Jack no es su secuestrador, sino alguien más. La identidad nunca se revela, pero el pobre tratamiento de la historia puede hacernos pensar que su padre la violó en algún momento antes de haber sido secuestrada, cosa que realmente no viene al caso. Sea lo que sea, esta parte de la trama cojea terriblemente. TERMINA SPOILER.
Finalmente, durante esta segunda mitad, el personaje de Joy también queda en un lejano segundo plano. Su intento de suicidio y la tensión con su madre lo alejan de Jack e incluso del espectador por varios instantes. Esto deja brillar mucho más al joven Tremblay, pero la sensación de insatisfacción ya es latente a estas alturas. Pocas conclusiones pueden sacarse a partir de ello. Y aunque la escena final trata de dar una resolución cuando Joy y Jack vuelven a "Habitación" solo para darse cuente de lo diminuta que era, su relación ya hado un giro que resulta difícil de creer dadas las circunstancias anteriores.
La Habitación nos acerca al sufrimiento de una víctima cuyo único alivio se encuentra en la existencia de su hijo. Desafortunadamente, el guión nunca alcanza a estar por completo a la altura de las actuaciones, lo que genera una historia sin rumbo en la que se intenta hacer una sencilla conclusión después de un tedioso estancamiento. Habrá que ver ahora cómo se desenvuelve Jacob Tremblay convertido ya en una verdadera promesa.
De igual manera, varias sugerencias despiertan dudas en el espectador, pero estas nunca terminan por ser explicadas satisfactoriamente. SPOILER ADELANTE. Durante la primer cena con la familia reunida, el padre de Joy (William H. Macy), divorciado de su madre desde hace mucho tiempo, se muestra inquieto y hasta perturbado por la presencia de Jack. Visiblemente molesta, Joy lo confronta, pero este simplemente evade la situación y se retira. Extrañamente, este desaparece y nunca más vuelve a ser mencionado. Pero más adelante, Joy acepta imprevistamente ser entrevistada por un talk show y es ahí donde revela que el padre de Jack no es su secuestrador, sino alguien más. La identidad nunca se revela, pero el pobre tratamiento de la historia puede hacernos pensar que su padre la violó en algún momento antes de haber sido secuestrada, cosa que realmente no viene al caso. Sea lo que sea, esta parte de la trama cojea terriblemente. TERMINA SPOILER.
Finalmente, durante esta segunda mitad, el personaje de Joy también queda en un lejano segundo plano. Su intento de suicidio y la tensión con su madre lo alejan de Jack e incluso del espectador por varios instantes. Esto deja brillar mucho más al joven Tremblay, pero la sensación de insatisfacción ya es latente a estas alturas. Pocas conclusiones pueden sacarse a partir de ello. Y aunque la escena final trata de dar una resolución cuando Joy y Jack vuelven a "Habitación" solo para darse cuente de lo diminuta que era, su relación ya hado un giro que resulta difícil de creer dadas las circunstancias anteriores.
La Habitación nos acerca al sufrimiento de una víctima cuyo único alivio se encuentra en la existencia de su hijo. Desafortunadamente, el guión nunca alcanza a estar por completo a la altura de las actuaciones, lo que genera una historia sin rumbo en la que se intenta hacer una sencilla conclusión después de un tedioso estancamiento. Habrá que ver ahora cómo se desenvuelve Jacob Tremblay convertido ya en una verdadera promesa.
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