En Primera Plana: la importancia del periodismo hecho a la antigua

No cabe duda que la fe ha sido un negocio multimillonario para la Iglesia Católica. Sangrando a aquellos cuya devoción es lo único que tienen y protegiendo a numeroso grupo de criminales entre sus filas, la credibilidad de esta Institución no podría estar más dañada. Los casos de violación y pederastia por parte de sacerdotes han enfurecido, asqueado e indignado a una sociedad que ha abierto los ojos ante la hipocresía y cinismo de una entidad que únicamente se ha preocupado por su reputación y por engordar sus arcas. En Primera Plana (Spotlight) es una de esas películas cuya importancia no solo radica en lo narrativo, sino en el aspecto social, pues como hicieron aquellos individuos en quienes está basada esta historia en su momento, los realizadores de esta vuelven a poner el dedo en el renglón, sobre el sistemático daño que ha hecho la Iglesia Católica a sus creyentes.

En 2001, el Boston Globe contrata a un nuevo editor, Marty Baron (Liev Schreiber). Con el objetivo de recuperar la relevancia del periódico, Baron encomienda al equipo de investigación en indagar en un posible caso de violación de menores por parte de un sacerdote católico, el cual no ha tenido el seguimiento necesario por parte de la publicación. "Robby" Robinson (Michael Keaton) y su equipo llamado Spotlight ponen manos a la obra y poco a poco comienzan a descubrir que no se trata de un caso aislado, sino de una crisis dentro de las órdenes católicas que podría haber sido encubierta por las más altas esferas del Vaticano durante las últimas décadas. Empeñados en hacer cumplir su labor periodística, Robinson y sus investigadores se proponen a exhibir a los culpables y tratar de brindar justicia a aquellos cuyas vidas fueron destruidas.


En Primera Plana es una cinta en la que es difícil encontrar algún tipo de desacierto. Con una humildad impresionante y un guión casi perfecto, Tom McCarthy emerge como un cineasta al que habrá que seguirle la pista de ahora en adelante. No se trata de un desconocido ni nada por el estilo, pero esta es la primera ocasión en que su nombre suena tanto como el de su nueva obra. ¿Qué por qué con una "humildad impresionante"? Sencillo. McCarthy no está interesado en dejar una huella con un estilo propio o con rebuscados recursos, más bien busca contar una historia sumamente importante para nuestros tiempos. El director se ve a sí mismo como el vehículo, y hace tremendamente bien, porque lo sucedido aquí tiene que conocerlo todo el mundo, con lujo de detalle.


Es complicado perder la atención en esta película. Aunque la estructura narrativa es una enteramente convencional, las grandes actuaciones de todos y cada uno de los actores resultan determinantes para hacer de ella una sumamente entretenida e interesante. El resurgimiento de Michael Keaton queda comprobado con su interpretación de Robby. Como el jefe de Spotlight, su compromiso con la causa periodística es total, pero una serie de obstáculos pondrán a prueba su capacidad como profesional y su integridad como ser humano. Durante la investigación, este se topará con obstáculos emanados de su misma realidad. El posible encubrimiento de amigos abogados suyos e incluso de la preparatoria religiosa a la que asistió vuelven todo el asunto en algo muy personal. Pero estamos hablando de alguien que no se deja controlar por los sentimientos, sino de un tipo completamente objetivo que llegará hasta donde sea necesario para publicar esta historia.

Otro de los actores que merecen una mención especial es Mark Ruffalo. Como Michael Rezendes, uno de los integrantes clave de Spotlight, Ruffalo nos presenta a un individuo entrañable cuya vida únicamente existe dentro del periódico. Viviendo en una pocilga y sacrificando cualquier tipo de relación social fuera del trabajo, Rezendes es el prototipo de los periodistas que han dejado de existir en su mayoría, aquellos que se desviven por su labor y que no se detienen hasta cumplir con su objetivo. Pero a diferencia de Robby, Rezendez se toma las cosas muy personales, pues para él es un imperativo que la investigación sea publicada cuanto antes y que los responsables sean llevados ante la ley. Todos en Spotlight se enfrentan a circunstancias muy especiales que convierten su trabajo en algo muy íntimo. Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) tiene que soportar la desilusión de su devota abuela mientras lee las terribles historias una vez que todo ha sido publicado. Matt Carroll (Brian d'Arcy James) se ve en la necesidad de advertir a su familia de la presencia cercana de sacerdotes pederastas retirados en su mismo vecindario. Pero a pesar lo delicado de la situación, su objetividad se mantiene íntegra.


Algunos personajes secundarios también guardan en su esencia un significado de vital importancia para entender la magnitud de todo el embrollo. Baron y el abogado de una gran cantidad de las víctimas, Mitchell Garabedian (Stanley Tucci), son dos tipos que han sido excluidos por quienes se encuentran a su alrededor. El primero, como un judío en una comunidad católica, ha encontrado miradas de desdén y presunciones de que está emprendiendo una especia de guerra santa contra su religión. El segundo, como un extranjero, se ha topado con las dificultades de vivir el supuesto "sueño americano". El concepto de forastero es uno al que McCarthy dota de gran valor, pues las acciones de cada uno de ellos son las que ponen a funcionar la maquinaria que cimbrará a una Institución tan grande y poderosa como la Iglesia Católica, no por un capricho personal, sino porque es lo correcto y porque simplemente es su trabajo.

La cinta es una fascinante mirada hacia al mundo del periodismo y más específicamente a un género que está en peligro de extinción: la investigación. Si bien la trama se centra los casos de los sacerdotes pederastas, cada una de las tareas en las que se adentran cada uno de los integrantes de Spotlight nos dejan ver aquellos tiempos en los que buscar un dato específico requería horas y horas en la biblioteca, mientras que buscar alguna declaración necesitaba que el periodista se moviera de su escritorio. Entre líneas, McCarthy deja ver la preocupación generalizada por la llegada del internet a su ámbito. Con algunos comentarios de los personajes sobre el futuro de su profesión y hasta una curiosa imagen de un espectacular de America On Line justo a un lado de las oficinas del Boston Globe ensalzan la importancia de un trabajo hecho a la antigua y de primera mano.


La lucha en contra del sistema es una de las temáticas más fuertes de En Primera Plana. Al igual que en La Gran Apuesta, los protagonistas poco a poco descubren una red de corrupción y encubrimiento que deja expuesto el lado más malvado y podrido de las Instituciones en las que alguna vez llegamos a creer. La verdad no es absoluta y son tipos como ellos los elegidos para exponer los fraudes, las mentiras y las atrocidades con las que hemos convivido por tanto tiempo. Estas dos cintas son un síntoma del despertar social estadounidense que poco a poco se empieza a sentir en el mainstream de Hollywood. Ambas se basan en un talento artístico realmente notable para emprender una causa que de alguna manera pueda mantener vigente temas que en ocasiones son enterrados por los medios de comunicación, los gobiernos y las mismas tendencias sociales.

Aunque no es necesario ver esta cinta para saber que la Iglesia Católica ha usado la fe como su moneda durante siglos, el director nos habla de ella como una necesidad humana de los más inocentes. Los testigos de las víctimas, todos desamparados y con serios conflictos emocionales, sacan a relucir la fragilidad humana de la que sacerdotes, cardenales y papas se han aprovechado para construir una entidad que carece ya de cualquier tipo de autoridad moral en nuestros tiempos.

En Primera Plana es una celebración de la libertad de expresión y de una profesión que sinceramente se ha desvirtuado hoy en día. Para McCarthy, los chicos de Spotlight no son héroes, sino personas comunes y corrientes que estaban comprometidos con su labor. Pero ante la escasez de este tipo de individuos, debemos calificarlos al menos como excepcionales. Esta obra redefine la frase "basada en hechos reales". Cualquiera puede hacer ya una película sobre algo que ocurrió de verdad, pero pocos podrán llegar al nivel de objetividad, relevancia y honestidad al que han llegado McCarthy y su equipo. Estamos probablemente ante la ganadora del Óscar a la Mejor Película.

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