The Reflektor Tapes: una vaga mirada hacia el mundo de Arcade Fire

Arcade Fire es una de las últimas pequeñas bandas independientes que lograron convertirse en una de las más populares del mundo sin comprometer su sonido, esencia y trascendencia. Reflektor, su álbum más filosófico y complejo hasta ahora, además de haberlos embarcado en una gran gira mundial, les presentó la oportunidad de crear todo un concepto visual que desarrollaron en sus shows, videos, discurso, etc. Quien haya podido presenciar su show en el Vive Latino o en alguna otra parte del mundo sabrá a lo que me refiero. Y así, para tratar de explorar todavía más a fondo en esta empresa, el grupo recurrió a los servicios del director Kahlil Joseph para que, con una mirada totalmente ajena, capturara todo este último recorrido del grupo desde la concepción del álbum hasta los últimos conciertos del tour. Desafortunadamente, The Reflektor Tapes no es mas que una colección de tomas bien compuestas sin ningún tipo de cohesión entre ellas y un desorden narrativo que en ningún momento permite involucrarse con todo el concepto alrededor de Reflektor. En pocas palabras, un caótico revoltijo.

Kahlil fue contratado por la agrupación francocanadiense para realizar la joya de la corona a todo el proyecto detrás de su ambicioso cuarto disco de estudio. Como dice Win Butler en una entrevista posterior a los créditos, esta fue la primera vez que se preocuparon por todos los aspectos de su lanzamiento, tanto como por lo musical como por lo visual, y fue en esta última parte donde el cineasta se encargaría de filmar la producción del disco, la publicación, la gira y demás aspectos. El gran problema aquí es que The Reflektor Tapes lo es todo y nada al mismo tiempo. Está la parte documental de la grabación, las escenas de los conciertos, una pequeña narrativa alrededor del gran afecto que tienen Arcade Fire por el Caribe, en especial Haití, país de origen de la familia Régine Chassagne; pero al final, es tan poco lo que se muestra de cada una de ellas que apenas y se roza la superficie de algo que pudo haber sido mucho más profundo e interesante.


Lo anterior le resta demasiado valor a la película, pues nunca queda claro si estamos ante un documental, un drama o una película sobre un concierto. Richard Reed Parry, miembro del grupo, comenta en la entrevista previamente mencionada que Kahlil implementó un especie de cinéma vérité para cumplir con el objetivo y que el producto final es uno poco convencional. El estilo está ahí, de eso no queda duda. Las fascinantes tomas de los magnos shows, las tomas en blanco y negro del carnaval en Haití, una edición sumamente cuidada y pulida... Pero ¿y el contenido? ¿De dónde surgió realmente la idea para Reflektor? ¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Qué hay detrás del concepto de sus shows en vivo? El director se pierde en su misma pretensión y termina por confundir al espectador, quien peligrosamente se deja llevar por las canciones o por los recuerdos de aquella noche que los pudo ver en directo.


Butler, Chassagne y Parry coinciden en que era vital que una mirada ajena se adentrara en su mundo para que pudiera moldear esa idea visual que tenían en mente. Si bien es un movimiento inteligente, los músicos quizá no se percataron de todo lo que ser perdió en el trayecto. Aunque algunos de ellos intervienen en la película hablando unas cuantas líneas, estas carecen de contexto y no ayudan en nada al desarrollo de la trama. En un momento, Butler arroja un comentario sobre cómo es que se reúnen antes de cada disco para concebir una nueva propuesta musical, pero nunca llegamos a escuchar lo que los motivó emocional y artísticamente para crear una obra como Reflektor. En otro, una cita de Kierkegaard, cuyo ensayo The Present Age inspiró el título y concepto del álbum, es lanzada aleatoriamente con una breve comentario de Butler acerca de cómo les presentó esta idea a sus compañeros. Pero ahí queda todo. Cuán fascinante hubiera sido ahondar en esa inspiración filosófica sobre la falta de pasión y el eterno reflejo que nos mantiene inmóviles ante lo que ocurre.


De igual manera, la presencia de Haití en la película es notable, y con razón, ya que el país tiene un lugar muy especial en el corazón de cada uno de los integrantes. Pero aunque buena parte de la trama se desarrollo ahí, la única referencia que Kahlil logra establecer entre la lastimada nación y ellos es que la familia de Chassagne viene de ahí. El director da todo por sentado, como si la cinta estuviera hecha solo para aquellos quienes le han seguido la pista al grupo desde sus inicios. Lo cual es lo más probable, pero si es así entonces no hubo el menor grado de ambición. El único vínculo emocional que uno establece es en los momentos de las interpretaciones en vivo, lo demás parece irrelevante y redundante.

A diferencia de otros documentales musicales como el de Kurt Cobain, Montage of Heck, The Refkletor Tapes no tiene ningún tipo de discurso válido. La construcción visual de la banda se basa únicamente en una sucesión de bellas imágenes que no guardan significado alguno, o que Kahili no supo retratar con claridad. Es una verdadera lástima que la oportunidad de contar una historia como la de la creación de Reflektor haya sido desaprovechada de esta manera, con una vaga y aburrida película.

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