Shaun el Cordero: el lado más tierno de Aardman

El estudio británico de animación Aardman, creadores de Pollitos en Fuga y Wallace y Gromit, está de vuelta este año con otro de sus propiedades más famosas: Shaun el Cordero. Con una historia completamente familiar, el estudio trae a la pantalla grande al intrépido cordero con su característico stop-motion con arcilla. El resultado, un esfuerzo convencional pero a la altura de lo que Aardman nos tiene acostumbrados.

Shaun y sus amigos integran un rebaño propiedad de El Granjero. Durante la juventud de este último, todo era diversión y aventuras para las ovejas, corderos y su fiel perro, Bitzer; sin embargo, El Granjero es ahora un adulto aburrido y poco comprensivo que vive una tediosa rutina a la que también ha arrastrado a Shaun y los demás. Todo cambia cuando, un día, Shaun se decide a hacer algo distinto y librarse de las órdenes de su dueño al menos por un momento. Desafortunadamente para todos, su pequeña idea pronto se sale de control y termina metiendo a todos en una inesperada aventura en medio de  la Gran Ciudad.


A pesar de ser una película 100% infantil, Shaun el Cordero contiene varios elementos que conciernen a cualquiera. Sentirse atrapado en una rutina es algo que claramente un niño todavía no experimenta, pero vaya que un adulto no tardará en identificarse con la preocupación de Shaun o la apatía de El Granjero. Salir en busca de una nueva aventura es el sueño que muchos a veces incluso desconocemos añorar; en esta obra, Aardman plantea la posibilidad de arriesgarse a pesar de los cientos de obstáculos que se tengan enfrente.

Además de la temática previamente mencionado, la cinta también aborda otra cuestión que podría lucir contradictoria, pero que si lo pensamos bien por un segundo podemos relacionar inmediatamente. Cuando Shaun y su tropa salen en búsqueda de su dueño perdido, estos lo encuentran en una difícil situación que le impide volver a casa. El cordero y sus amigos querían algo nuevo en sus vidas, pero es cuando se dan cuenta de que su hogar ya no sería el mismo ya que todo está perdido. Y nos preguntamos: ¿que no es este el lugar en donde nos sentimos cómodos con aquellos a quien amamos? Es el salir de nuestra zona de confort lo que realmente nos indicará en dónde pertenecemos. No hay duda de que suena trillado, pero Aardman logra una buena ejecución con un equilibrio perfecto entre la ternura y la comedia.


Por otro lado, el guión también hace una sutil examinación de la cultura británica, y occidental en general, concentrándose en su fascinación por lo superficial. Por un desafortunado incidente, El Granjero termina convirtiéndose en una estrella del estilismo. Su despreocupada apariencia pronto causa furor en las masas y su trabajo, el cual es producto de un accidente, ahora es tomado por la Gran Ciudad como una obra de arte. ¿Cuántas veces no se idolatran cosas sin valor dentro del mundo artístico? El Granjero vuelto estilista es una construcción de la sociedad, nada es auténtico.

En el aspecto técnico, Aardman se luce con paisajes y sets sumamente detallados y espectaculares. La ciudad, la cual evoca a Londres en varios aspectos, presenta todo tipo de curiosidades y elementos que realmente logran crear una ambientación británica. Los personajes presentan las facciones caricaturescas habituales del estudio y aunque estos no pueden compararse con los que hace Laika por ejemplo, los cuales son marionetas, vaya que logran comunicar sus emociones efectivamente a base de muecas, gestos y movimientos, pues las voces se limitan a emitir gruñidos, balbuceos y gritos, nada de diálogo.


La comedia es sin duda el mayor valor de esta cinta. Sin ir demasiado lejos, varias situaciones graciosas y personajes disparatados hacen de verla algo muy placentero. Atentos a las referencias populares, como Breaking Bad o los Beatles.

Shaun el Cordero es una buena película animada que derrocha ternura y optimismo. Si bien Aardman no sale de su zona de confort, el equipo demuestra que son unos maestros para ejecutar fórmulas ya probadas pero sin un gramo de pretensión, vicio que suele afectar a la animación convencional de la actualidad.

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