Terminator Génesis: un clavo más en el ataúd de la franquicia

ADVERTENCIA: LA SIGUIENTE RESEÑA CONTIENE VARIOS SPOILERS


Terminator Génesis es un completo desastre, no hay otra manera de calificar a a la desafortunada quinta entrega de la una vez impecable saga de ciencia ficción. Aunque la muerte de la franquicia comenzó a gestarse desde 2003 con la insufrible tercera parte, La Rebelión de las Máquinas, Génesis parece ser finalmente el clavo que cerrará el ataúd, al menos por muchos años. A pesar de haber sido cuidodamente planeada por años tras la decepción financiera de Terminator Salvation, la producción encontró problemas desde el comienzo, como conflictos por los derechos, una casi total desaprobación del elenco por parte del público y una extraña confusión por el peculiar subtítulo de la cinta. Así, los miedos se hicieron realidad y esta nueva entrega ha resultado un fracaso en todos los sentidos. ¿Qué es entonces lo que salió mal con Terminator Génesis? Absolutamente todo.

En el 2029, John Connor (Jason Clarke) lidera la resistencia humana en contra de las máquinas. Tras obtener un par de decisivas victorias, la rebelión encuentra la supuesta arma secreta de Skynet, una máquina del tiempo. Desafortunadamente para la humanidad, el dispositivo ha sido usado y un Terminator T-800 ha sido enviado al pasado para asesinar a la madre de John Connor, evitando así que este naciese y que derrotase eventualmente a las máquinas. De esta manera, Connor enlista a Kyle Reese (Jai Courtney) para impedir que esto ocurra y lo manda a la misma época para acabar con el Terminator. Sin embargo, algo ocurre justo antes de su partida y cuando llega a 1984 todo ha cambiado. Sarah Connor (Emilia Clarke) ya no es la indefensa muchacha a la que debe proteger, sino una habilidosa guerrera criada por un misterioso T-800 (Arnold Schwarzenegger) y lista para cambiar el futuro. Así, Reese y compañía tendrán que descifrar esta nueva línea del tiempo y evitar de una vez por todas el triunfo final de Skynet.



Al ver hacia atrás y darse cuenta de la monumental forma en la que han arruinado algunas de las series cinematográficas más queridas de la historia, Hollywood ha decidido que la única forma que enmendar sus errores es utilizando recursos dentro de la misma narrativa. Mundo Jurásico lo hizo este año, y aunque no tuvo el mejor de los resultados, omitió notablemente lo ocurrido en las dos últimas partes. X-Men también lo hicieron recientemente utilizando el mismo dispositivo en el que Terminator incurre en esta ocasión: el viaje en el tiempo. En aquella cinta, el dispositivo permitió borrar los acontecimientos de X-Men: La Batalla Final, que tanto hicieron enojar a sus fanáticos, y crear una línea del tiempo con la que continuarán los acontecimientos de las próximas películas. Si bien es peligroso jugar con la misma continuidad de los hechos, Bryan Singer y su equipo salieron avantes después de todo al cambiar varios aspectos, la mayoría para bien. Pero por otra parte, en Terminator se ha hecho todo lo contrario, se le ha escupido en la cara a sus clásicos y se ha denigrado por completo a una de los personajes más icónicos en la historia del cine.

Ya sea por la necedad de presentar la serie a una nueva generación o simplemente por querer verse astutos, los productores de Génesis decidieron que sería buena idea usar el viaje en el tiempo para alterar los memorables acontecimientos de Terminator y El Juicio Final y volverlos a contar de una forma tan estúpida como inverosímil. Al hacerlo, el director Alan Taylor (Thor: Un Mundo Oscuro) y su equipo han creado un universo paralelo lleno de inconsistencias y redundancias que francamente luce poco interesante explorar. Y por si fuera poco, los nuevos actores contribuyen a este caos con endebles interpretaciones de personajes que en alguna ocasión fueron fascinantes.


¿En dónde quedó la Sarah Connor que pateaba traseros y que representaba un empoderamiento femenino genuino? ¿El Kyle Reese que podía valerse por sí mismo? ¿El temible T-800 que no era un objeto de burla ni de lástima? Ni siquiera el mismo Schwarzenegger se salva en Génesis. Aunque el guión tiene la culpa al darle más momentos cómicos que de acción, el veterano actor ya no tiene la gracia ni la presencia que cautivó a miles de personas en sus mejores años. Courtney y Clarke dejan también mucho que desear al demostrar un nulo rango emocional en sus personajes, sin mencionar que lo forzado de su relación resulta difícil de ver. Por último, Jason Clarke interpreta a un John Connor corrompido por Skynet y al aparente villano de la historia de una manera poco convincente. Cada cinta de Terminator ha revelado un "as bajo la manga" sobre el tipo de armas que la inteligencia artificial posee. Ya sea un T-1000, un T-X o nuevas y avanzadas máquinas, Génesis se vuela la barda al introducir un proceso que literalmente convierte a cualquier hombre en un tipo de robot orgánico. Y es entonces que uno se pregunta ¿por qué no usarlo desde el principio y evitarse la molestia de ser destruidos? De cualquier modo, Clarke no ayuda en nada al moldear a un malvado Connor poco intimidante. En realidad, ninguna de las películas nos ha entregado un héroe salvador de la humanidad que valga la pena. Hasta ahora, la versión juvenil a cargo de Edward Furlong (irónicamente, fuera de cualquier tipo de reflectores) permanece como la más consistente.

Génesis es supuestamente el principio de una nueva trilogía en el que El Juicio Final ha sido pospuesto todavía más adelante y en el que la figura heroica de John Connor ya no tiene relevancia alguna. El desenlace nos deja ver que el peso de ser la última esperanza de la humanidad caerá en unos hombros distintos y que Skynet, todavía sobre la Tierra, hará lo que sea para acabar con la era de los hombres. Aunque lo que el público en su mayoría clamó por mucho tiempo fue la posibilidad de ver las consecuencias de El Juicio Final y a John Connor peleando finalmente en el futuro, Terminator Salvation demostró que no había nada realmente qué contar sobre ello. Ahora, Génesis ratifica que tampoco existe un argumento valioso enmarcado en la época previa al fatídico acontecimiento apocalíptico. ¿Significa entonces que la franquicia ha muerto? No debería quedar alguna duda. Si bien esta película trata de dejar algunos cabos sueltos en cuanto al origen del benévolo T-800 o el futuro de la manifestación de Skynet, encarada por Matt Smith, en realidad no hay algún tipo de interés por conocer las respuestas, las cuales serían seguramente igual de rebuscadas y confusas que la trama de esta.


Génesis se aferra tanto a sus predecesoras que termina por causar lástima. Un "I'll be back" por ahí y un "Come with me if you want to live" por allá suenan ya sumamente desgastados. Incluso la repetición de los efectos especiales que revolucionaron en esa época no lucen nada impactantes en esta ocasión. Resulta increíble saber que James Cameron haya dado su aprobación a este proyecto, ya sea por convicción o por haber recibido una buena cantidad de dinero

Si hay algo que sobre todo El Juicio Final logró brillantemente es el hecho de presentar a dos desadaptados elegidos para salvar a la humanidad en contra de su misma elección. El villano, interpretado por Robert Patrick, era un enemigo formidable que vaya que causaba temor y repudio. Ahora, la nueva Sarah Connor luce más vacía que nunca y totalmente desmerecedora de tener la responsabilidad de dar a luz a la última oportunidad de los hombres. Por otro lado, el burdo intento por tratar de insertar un mensaje de deshumanización a partir del uso de la tecnología parece sacado de una clase de preparatoria. Y ni qué decir del irrisorio antagonista. En pocas palabras, Génesis no le llega ni a los talones a ese clásico de la ciencia ficción.


Terminator Génesis es un pobre intento por revitalizar una propiedad que ya había muerto desde hace años. Sus mediocres números en taquilla podrían impedir el lanzamiento de nuevos capítulos, pero tal y como la misma Skynet, los productores hallarán la forma de seguir deshonrando el legado del maltratado Terminator. 

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