"El mundo está controlado por drones que utilizan drones para convertirnos en drones", este es el concepto de Matthew Bellamy sobre la situación sociopolítica y militar del mundo en la actualidad, además de ser la breve explicación del séptimo álbum de Muse, obviamente llamado Drones. Para el líder del grupo, famoso por su obsesión con las teorías de conspiración y por sus dramáticas letras inspiradas en ello, este nuevo esfuerzo musical representa una oportunidad más de presentar ese distópico mundo al que presumiblemente nos acercamos, uno al que ha descrito en infinidad de ocasiones durante los últimos 15 años. Con Absolution nos advirtió del inminente apocalipsis, con The Resistance planteó la posibilidad de poblar otros mundos tras el sendero de destrucción y en The 2nd Law vislumbró una eventual desestabilización de nuestra civilización tal y como todo sobrecargado sistema termina por ser insostenible. En Drones, Bellamy mira al futuro una vez más para narrar una historia de control mental, guerra y rebelión; otro desolador panorama en su narrativa apocalíptica. Pero ¿qué hay de nuevo en todo esto? ¿Qué hay detrás de esta relato de opresión? Casi nada en realidad, y eso es precisamente lo que demerita en demasía a este nuevo disco de Muse.
La promesa del trío de que de alguna forma regresarían a sus orígenes era lo que tenía a todos los fans aguardando con gran expectación este nuevo material. Aunque Bellamy no prometía hacer la segunda parte del casi perfecto Origin of Symmetry, la necesidad de volver a lo básico y de incorporar únicamente una guitarra, un bajo y una batería era imperativa para él, por lo que "Psycho", lo primero que pudimos escuchar de Drones hace unos meses parecía honrar su palabra. Sin embargo, algo no encajaba del todo. ¿Era esto verdaderamente lo que todo fan de Muse quería escuchar? El potente riff, tocado en sus conciertos en forma de jam durante bastantes años, finalmente llegó a una canción como tal, pero la ridícula letra y la manera en que completaron la composición alrededor de unas viejas notas dejó mucho que desear. "Uprising" nos venía inmediatamente a la cabeza, que aunque no es uno de sus peores sencillos, sí nos recuerda esa excentricidad bombástica que el grupo ha desplegado en los últimos años y de la cual muchos ya tuvieron más que suficiente.
Y así, revelando poco a poco tema por tema, Muse finalmente lanzaron Drones, un disco en donde la sobreexplotación de un pobre concepto llama la atención por su poca profundidad. Drones, drones y más drones... Cuando uno termina de escuchar el álbum hay una sensación de confusión. Todas las canciones hablan prácticamente sobre lo mismo y ninguna va más allá de la singular metafora planteada por Bellamy: "Los drones son psicópatas metafóricos que despliegan un comportamiento sin salida alguna". Los diez tracks abordan esta superficial explicación, pero ninguno nos habla sobre el individuo, sobre su crisis, su conflicto interno o su eventual redención. Se supone que este es un álbum conceptual, "de el abandono y la perdida de la esperanza humana, hacia su adoctrinamiento por el sistema para convertirse en un dron, hasta la eventual deserción de sus opresores". Bellamy procura que no perdamos ningún detalle de este viaje, por lo que su narrativa resulta demasiado banal y cerrada únicamente a una sola interpretación, la suya.
El reciclaje es evidente, tanto del punto de vista lírico como del musical. "I won't let you control my feelings anymore", canta Bellamy en "The Handler". Habrá que remitirse hasta su primer disco, Showbiz, en donde en el tema homónimo nos dice: "Controlling my feelings for too long". Podría tratarse de una progresión natural, pero al final, esta sigue siendo la misma cuestión desde hace casi 20 años. La soledad suele ser uno de los temáticas de los que aparentemente sufren él y sus personajes. En 2006, "Map of the Problematique" anticipaba que la soledad terminaría y es hasta ahora con "Revolt" que esta finalmente ha concluido. ¿De verdad tuvieron que pasar casi diez daños y tres discos para que dejara de sentirse "solo"?
En "MK Ultra", quizá el primer vistazo a la esencia de Drones, el vocalista habla por primera vez del control mental y el lavado de cerebro, temas arraigados intrínsecamente en todo el nuevo proyecto. El tema de "The Resistance", muy bueno por cierto, resultaba suficiente para abordar esa inquietud; sin embargo, el capricho por desarrollar todo un concepto alrededor del mismo terminó seguramente por devorar otras ideas.
Musicalmente hablando, Drones trae consigo varias facetas del viejo Muse que pensábamos no tenían cabida en este "regreso a lo básico". "Mercy", una buena canción pop, funciona exactamente como "Starlight" y sin duda será uno de los grandes éxitos comerciales de esta nueva era para la agrupación. "Dead Inside" evoca los sintetizadores y la vibra electrónica de "Undisclosed Desires". "Defector", aunque incorpora buenos riffs, vuelve a representar esa manía por querer sonar como Queen, tal y como escuchamos en "Survival" y "United States of Eurasia" en discos pasados. Ninguna de las anteriores son malas en realidad, el problema es que si Bellamy y compañía querían aferrarse al pasado ¿que no hubiera sido mejor recuperar la crudeza o pasión que los caracterizó en sus primeras producciones?
Lo peor del álbum está sin duda en la última parte. "Revolt" no necesita más de un par de escuchadas para saber que es la menos memorable. "Aftermath" es todo lo que pudo ser. Una tenue melodía que sorprende por una cierta influencia de Pink Floyd, pero que termina por convertirse en algo muy parecido a la insufrible "Explorers" del disco anterior. "The Globalist" es quizá la decepción más grande. La secuela de una de las mejores canciones de la banda en la historia, "Citizen Erased", es un pastiche que bien pudo haberse convertido en tres buenas canciones en lugar de una larguísima de diez minutos sin rumbo fijo. Todo comienza como un spaghetti western musicalizado por Ennio Morricone para convertirse después en una pieza de metal con un prodigioso solo y finalizar con una ejecución de piano, la única en esta ocasión. Cada uno de los movimientos suena muy bien, el problema es que no hay cohesión alguna entre ellos. Aquí había una enorme oportunidad, el problema fue el compromiso de Bellamy por recrear la majestuosidad de "Citizen Erased", la cual engloba prácticamente toda la esencia de Muse sin llegar nunca a los extremos.
¿Y lo rescatable? Definitivamente son "The Handler", "Reapers" y "Defector" los temas que valen la pena. La primera es sin suda lo mejor que el grupo ha hecho en años y la que más se acerca a ese crudo y potente sonido del Absolution. La segunda es algo nuevo a decir verdad. Con toques de los Red Hot Chili Peppers, un gran solo y un devastador outro, esta claramente será uno de los puntos más altos de su show en vivo. La última, aunque recicle ciertos aspectos de su pasado, termina por funcionar muy bien por sí sola.
A este ritmo tendremos que tener otro par de producciones discográficas más para obtener un álbum que valga la pena, pues cada tres años nos encontramos con apenas un puñado de canciones decentes que estamos dispuestos a volver a escuchar una y otra vez. En Drones vuelve a ocurrir lo mismo. Es cierto que no puede haber algo peor que The 2nd Law, pero la sensación de que el trío ya ha perdido la chispa resulta inevitable. El frágil concepto aquí expuesto los ha consumido totalmente sumiéndolos en un caos narrativo que no solo les resta credibilidad, sino el mismo poder a buena parte de sus canciones.
Comentarios
Publicar un comentario