Magia a la Luz de la Luna

Siguiendo con su difícil tarea de entregar una película cada año de lo que quede de vida, Woody Allen está de regreso una vez más con Magia a la Luz de Luna, una romántica historia que sigue la línea de la última parte de su obra. 

Tras el gran éxito de Jazmín Azul, Allen vuelve a Europa para volver a contar una historia de (des)amor con la riviera francesa como fondo y dentro del mundo de la magia y el ocultismo. 

La mezcla de ingredientes resulta interesante y digna de un trato que solo este director podría darle; sin embargo, la nueva cinta de Allen dista mucho de fascinar como algunas de sus últimas películas y termina por ser altamente complaciente y un festín para los amantes del cliché

En los años 50, Stanley Crawford (Colin Firth) es un renombrado ilusionista llamado Wei Ling Soo. Aclamado en toda Europa, Stanley es también un refinado caballero inglés y ferviente paladín de la ciencia y la razón. Un día, después de uno de sus grandiosos actos, un viejo amigo y colega suyo llamado Howard acude a él para pedirle un favor: ayudarlo a desenmascarar a una supuesta vidente que tiene a una adinerada familia estadounidense comiendo de su mano debido a sus aparentes poderes psíquicos. Ensimismado en hacer prevalecer la razón, Stanley viaja con su camarada a la radiante riviera francesa. El primer encuentro entre Stanley y Sophie (Emma Stone), la vidente, antagoniza inmediatamente a ambos tal y como era de esperarse; sin embargo, su relación, y perspectiva de la vida, irá cambiando mientras se conocen cada vez más.


Sí, justo se trata de lo que cualquiera podría pensar. Chico conoce chica, sus personalidades e ideas chocan, pero con el tiempo, este aprende a apreciarla y hasta a enamorarse de ella, solo para que ya sea demasiado tarde, o no. Estamos quizá ante la historia más convencional que Allen nos haya entregado en años. En sí no se trata de una mala película, pero no es más que una comedia romántica común y corriente. 

A comparación de su última cinta, en donde Cate Blanchett nos maravilló con su personaje de Jasmine, los protagonistas en esta ocasión resultan poco memorables, esto a pesar de que sus actuaciones son más que convincentes, sobre todo la de Firth, en cuyos hombres cae el mayor peso de la historia. 


Por momentos parece que Allen se encuentra reciclando viejos estereotipos de su extensiva obra, cosa que resulta normal al tener en cuenta que estamos hablando de un hombre que se encuentra contando historias desde hace casi medio siglo. Aún así, cuando vemos a Sophie no podemos dejar de pensar en Scarlett Johansson y sus papeles como la hermosa estadounidense llena de sueños y tan pobre de talento. De igual manera, el cuento de los amantes descubriendo el amor de manera imprevista en los bellos paisajes europeos ha dominado la pluma de Allen en este nuevo milenio, y puede que ya haya agotado todos sus recursos dentro de este contexto.

El guión cumple con todos los requerimientos para contar una historia de amor infalible: ¿podemos cambiar realmente nuestra forma de pensar gracias al amor por una persona? Demasiado romántico. Y aunque estemos prácticamente ante la historia de amor perfecta, el guión sufre por varios aspectos. Si bien casi todo el tiempo nos estamos preguntando si los poderes de Sophie son reales o no, el gran giro cerca del final, aunque si bien un poco impredecible, carece del impacto debido y resulta más que un mero dispositivo para seguir con el romance entre Stanley y Sophie. La razón de todo el embrollo queda en segundo y distante plano en cuestión de segundos. Por si fuera poco, el final se extiende demasiado y termina de la manera más cursi posible.

Lo que sí se puede resaltar de esta cinta es la hermosa fotografía con la que Allen presenta los cálidos y húmedos jardines franceses. La mezcla de colores y la manera en que los personajes interactúan entre los riscos y las carreteras al borde del precipicio resultan exquisitos.

Magia a la Luz de la Luna podrá tener una linda y cómica trama romántica, pero a pesar de tener algunos inconfundibles toques de Allen, la película termina por ser un enorme cliché que seguramente nadie recordará. Habrá que ver qué hace ahora el director nuevamente con Stone, quien podría convertirse en su nueva diva, y con Joaquien Phoenix, combinación que se ve muy interesante.

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