Cantinflas: manual de cómo hacer pasar una telenovela por una película

No hay duda de que el cine mexicano ha experimentado cierto renacimiento en los últimos años. No solo estamos hablando de excelentes películas que han obtenido gran reconocimiento a nivel internacional, sino de ingresos en taquilla que no se habían visto en muchos años. Por supuesto, hay dos formas de ver esto: uno, la calidad y la originalidad comienzan a ser una constante, o dos, los realizadores están complaciendo al público con las mismas fórmulas a las que Hollywood nos tiene acostumbrados. En un país donde las buenas ideas nunca cuentan con el apoyo suficiente, no nos queda mas que quedarnos con la segunda opción.

Como si la televisión (y decenas de salidas más) no fuera suficiente para Televisa, sus tentáculos ahora se posan en el cine desde hace ya varios años. Aquí, la enorme compañía se empeña en desplegar su infalible modelo telenovelesco en la todavía frágil industria del cine mexicano; y claro, al pueblo hay que engatusarlo con sus ídolos callejeros, aquellos a quienes seguirán hasta la muerte y quienes los hacen olvidar de sus problemas cada vez que prenden su televisor. Teniendo esto en cuenta ¿qué podía salir mal con una adaptación cinematográfica de la vida de Mario Moreno "Cantinflas", el cómico mexicano y referente del barrio por excelencia? Todo, absolutamente todo.
Cantinflas retrata la vida de Mario Moreno, desde sus modestos inicios en el mundo del entretenimiento, hasta su participación y posterior reconocimiento en la famosa cinta La Vuelta al Mundo en 80 Días. Protagonizada por el español Óscar Jaenada (Noviembre), la película es lo que bien podríamos llamar un bodrio, además de resultar un insulto para los realizadores serios de este país y ser una verdadera vergüenza como representante del cine nacional.

¿Por dónde empezar? Quizá primero habrá que aislar lo único rescatable. Jaenada hace un buen trabajo como el ídolo mexicano. Su lenguaje corporal, sus manerismos, su acento y su forma de hablar claramente dieron en el clavo para poder dar vida al icónico personaje. ¿Que por qué un español? La respuesta es sencilla: ¿habrá alguien en el panorama nacional con el parecido y la gracia para convertirse en un fiel reflejo de Cantinflas? Por más que lo piensan, no podrán dar con alguien. De cualquier modo, Jaenada cumple solo como imitador y evocador, pero donde debería estar el alma de todo, la esencia que podría redondear toda su interpretación en su faceta como Mario Moreno, el actor flanquea flagrante y rotundamente. Seamos sinceros,  no es su culpa, el pobre guión no le deja el espacio suficiente para humanizar a la leyenda. En una escena, la esposa de Moreno, Valentina Ivanova, le reclama que ya no sabe en dónde termina Cantinflas y en dónde empieza él realmente. Eso es justo lo que nos preguntamos. ¿En dónde quedó Mario Moreno?

Fuera de Jaenada, Cantinflas es un error tras otro y un enorme despliegue de mal gusto que nos hace pensar en que personas como Pedro Damián o Juan Osorio estuvieron sentados en el banquillo del director. Desde muy temprano sabremos que esto terminará de la peor forma.

La película se divide en dos por gran parte del tiempo. Una trata con Moreno y su ascenso al estrellato, y la otra con Michael Todd (Michael Imperioli), el famoso productor estadounidense mientras trata de montar su producción basada en la obra de Julio Verne, en la cual está teniendo serios problemas para poder financiarla y encontrar al elenco. Está claro que la participación de Cantinflas en Hollywood fue un logro para su carrera, por lo que una adaptación de su vida sin duda tendría que tocar este tema, pero ¿cuál era el punto de darle tanta importancia? ¿por qué mostrar a la par la historia de cómo se logró filmar La Vuelta al Mundo en 80 Días? Sebastian del Amo, director y co-escritor, seguramente no pudo pensar en un mejor recurso para evitar presentar una película lineal, como a fin de cuentas lo resulta ser. La obsesión por esta parte de la carrera de Moreno realmente llega a ser desgastante. Cada una de las intervenciones de Imperioli resulta igual que la anterior, esto con el fin de mostrarnos el titánico esfuerzo en el que incurrió para poder llevar a cabo su producción, como si el de ninguna gran cinta en la historia lo hubiera sido. Y al final, una vez que se ha cumplido con el cometido, el personaje de Imperioli deja de ser irrelevante, si es que alguna vez lo fue.


Cantinflas parece el episodio de una típica telenovela con un gran presupuesto la mayor parte del tiempo. El diseño de producción, el de sonido, los extras, los personajes secundarios, la calidad de la imagen, los embarazosos cambios de escena que tratan de emular una película de antaño... todo parece extraído de una producción del canal estelar de la televisora. Y qué decir de los incontables cameos de la crema y nata de esta última: Adal Ramones, Eduardo España, Ana Layevska y hasta una infame Bárbara Mori como Elizabeth Taylor. ¿Para reir o llorar?

El guión es más que lamentable. Sería muy interesante explorar seriamente la vida de un ícono como lo fue Cantinflas, pero no se puede hacer mucho cuando su mismo hijo o Televisa habrán impuesto ciertos límites. "Hay que mostrar nada más un poquito de sus deslices", seguramente se escuchó por ahí. ¿Cuál es el punto de contar una historia sin llegar al fondo? Un gran potencial tirado directamente a la basura. 

Nuevamente, la obsesión por el asunto de Hollywood termina por consumirlo todo y el anticlimático final de la película con Cantinflas ganando el Globo de Oro es de los más patético que se les pudo haber ocurrido. 

Otro de las aspectos más absurdos, igualmente relacionados con Hollywood, es el momento en que Moreno finalmente acepta participar en la producción de Todd. A su regreso a México y tras varios desencuentros con su esposa, este decide reconquistarla y pedirle perdón por todos los malos momentos. ¿Exactamente en dónde estuvo el punto de inflexión? ¿Cambió Cantinflas su forma de ser por arte de magia? ¿Ir a Hollywood lo hizo una mejor persona? No queda del todo claro qué querían mostrar con esto.

Los recursos visuales prácticamente son nulos. Está claro que no se esperaba ningún tipo de experimentación, pero la dirección deja mucho que desear y nos deja con la duda de que Del Amo sea verdaderamente un tipo con el más mínimo conocimiento de las convenciones cinematográficas más sencillas. Alguien debería decirle que se puede mostrar alejamiento entre dos personas además de colocarlos en los dos extremos de una mesa.

Hasta el día de hoy, aunque la obra ha resultado ser un éxito de taquilla, ni siquiera a la gente le he terminado de convencer una historia que se siente incompleta, parcial y totalmente vacía. Sí, hay algunos momentos chuscos, pero todos estos son cortesía de Jaenada y sus ocurrencias como el protagonista, lo demás es burdo y meramente superficial.

Cantinflas podría ser uno de los grandes desastres del cine nacional de los últimos tiempos. ¿Tanto ruido para tan pobre resultado? Quizá lo más grave de todo es que esta historia no provoca ningún sentimiento. Aunque trate de ser conmovedora, chistosa, amarga o lo que sea, la película no se preocupa por ser eso, una película. Es una pena que la Academia la haya elegido para representar a México en los Óscar cuando se tenía ahí a la aclamada Güeros. Para dar coraje.

Y así es como se disfraza a una telenovela para hacerla pasar como algo parecido a una película. ¡Felicidades Televisa!

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