Desde las etapas iniciales de producción, se hablaba del estupendo trabajo que saldría del Lincoln de Daniel Day-Lewis y Steven Spielberg. El actor, que sabe seleccionar muy bien sus papeles, resultaba sin duda el mayor atractivo de la historia. Aunque alguna vez Liam Neeson también estuvo alguna vez ligado al gran papel, fue Day-Lewis quien finalmente encarnaría al 16º Presidente de los Estados Unidos. Con todo esto, ¿es realmente la nueva cinta del legendario Spielberg algo realmente sin precedentes? Veamos.
La cinta, basada en la novela Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln, de la escritora Doris Kearns Goodwin, se centra en los últimos 4 meses de vida del presidente antes de ser asesinado.
Es en este lapso de tiempo donde dos hechos realmente significativos para aquel país tienen lugar, la abolición de la esclavitud y el consecuente final de la Guerra Civil Estadounidense.
Como era de esperarse, Day-Lewis recubre cada fibra de su ser con algo ajenos a sí mismo y nos regala una interpretación que bien podría asemejarse un tanto a la de uno de los personajes más queridos por los Estados Unidos. El temple, la paciencia, la esperanza y sobre todo, la humanidad, son varios de los aspectos que vemos resaltados en cada uno de los movimientos y acciones del Lincoln de Day-Lewis.
Alrededor de esto, resulta muy interesante ver cómo los múltiples personajes secundarios nos dejan ver varias facetas, algunas opuestas entre sí, de lo que es un hombre comúnmente visto como un héroe perfecto lejos de la mortalidad, aunque es bien sabido que el político era un hombre cercano al pueblo.
Principalmente, es su mujer (Sally Field) quien nos trae los momentos más especiales, en donde vemos a Lincoln salir de sus casillas y tirar alguna u otra palabra que quizá no relacionaríamos con su figura. Su relación resulta soportable e insoportable a la vez. Cuando todo el conflicto de la decimotercer enmienda se vuelve personal, es cuando vemos lo mejor de la película, donde su mujer, Lincoln e hijos sacrifican sus mismas aspiraciones con tal de ver el bien de su país.
Y sí, llegamos al eterno cliché Spielberg. Se ha hablado tanto de la cinta como una de las mejores del año, que sin duda está a a la altura de lo esperado, pero fuera de Day Lewis y Sally Field, nada de lo demás parece extraordinario. La ambientación es buena, el diseño de producción goza de calidad y en realidad sí existe una cohesión en las casi 3 horas de duración de la cinta; sin embargo, esta no puede evitar caer un varios letargos en distintos momentos.
El núcleo de la cinta se encuentra en la firma de la famosa enmienda, que acabaría con el derecho de esclavizar a la raza negra, originando que estos fueran tratados como iguales a los blancos. Para ello, el documento necesitaría la firma de la mayoría de la cámara de representantes del Congreso, en donde muchos se oponían tajantemente a tal acto. Es entonces cuando Lincoln, sus secretarios y un grupo de tres extrovertidos personajes se disponen a comenzar un par de semanas de cabildeo, estrategia política y cierta tensión dramática.
De cualquier modo, Spielberg y y Tony Kushner (su guionista) terminan por caer en varias baches sobre todo con la típica representación de los antagonistas y de cierto aire de "grandiosidad" estadounidense latente en toda la película.
Aunado a ello, algunas de las subtramas no dan el ancho requerido para reforzar y hacer un poco más soportable toda la historia política. Me refiero específicamente a la relación de Lincoln con su hijo mayor, Robert (Joseph Gordon Levitt), que queda sin desenlace per se, sin mencionar la poca lucidez de Levitt, histriónicamente hablando.
La secuencia final, donde el documento finalmente se firma, acumula la tensión necesaria pero desgraciadamente, esta se esfuma rápidamente con el anticlimático final, cuando Lincoln es asesinado mientras asistía a ver una obra de teatro después del final de guerra.
¿Decisión de Spielberg a no mostrar una secuencia más? Parece que los últimos minutos de la película fueron arrancados de tajo. Todo esto resulta un tanto incómodo.
Para cerrar, solo quisiera destacar el papel de Tommy Lee Jones como Thaddeus Stevens, opositor político de Lincoln pero con la misma determinación de su oponente, clave sin duda en todo el proceso mostrado en pantalla. Sin duda, una de las mejores interpretaciones del veterano en los últimos años.
A fin de cuentas, Lincoln resulta un esfuerzo notable por parte de todos los involucrados pero que traducido en pantalla, resulta solo una formidable interpretación de Lewis, Field y Jones. ¿La mejor película de la temporada? Emitan ustedes su propio juicio.
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