Y así es como regresa Quentin Tarantino, con un southern sucio, atrevido y ultraviolento que dispone de una de las arquitramas más clásicas del cine para contarnos una historia poco convencional, retorcida y sumamente divertida ambientada en los años previos de la Guerra Civil Estadounidense. Django, un hombre negro esclavizado resignado a la peor de las vidas, de pronto ve su suerte cambiar cuando un misterioso hombre llamado King Schultz, un viejo dentista convertido en caza recompensas, lo libera de sus abusivos amas para pedirle su ayuda.
Este es el inicio de "Django Sin Cadenas". La nueva cinta de Tarantino nos remite nuevamente a una historia de época y nos muestra su visión de aquella fascinación del hombre, los westerns y toda la estética que los envuelve. De manera descarada pero con gran convicción, el ya veterano realizador ha creado su versión del sur de los Estados Unidos en un tiempo en donde un esclavo era tan común como tener un perro. Con esa ironía y humor negro que siempre han distinguido a Tarantino, "Django Sin Cadenas" resulta un trabajo que no se mete en muchos problemas pero sí que guarda un valor cinematográfico y simbólico dentro de sí, veamos por qué.
Desde los primeros minutos de la historia, nos sentimos identificados inmediatamente con Django (Jamie Foxx), su condición infrahumana y las huellas del maltrato en su cuerpo nos hacen simpatizar con él al instante, pero de pronto, al quitarse la cobija que lo cubre del frío después de ser "salvado" por King Schultz (Christoph Waltz), un aire de grandeza lo rodea, hay algo en Django que no tienen todos los que se encuentran en su misma situación, un héroe yace dormido en Django. El encuentro entre ambos personajes resulta uno de los catalizadores de la historia, sin mencionar que otro suceso ya puesto en marcha resulta el deseo principal de Django, rescatar a su esposa de un trío de capataces que la vendieron.
De aquí en adelante comienza el viaje de nuestro "héroe" y su "mentor" después de acordar una asociación que los verá embarcarse en una subtrama que al tener su desenlance, habremos entrado de lleno al punto de toda la historia: el rescate de Broomhilda (Kerry Washington), la mujer de Django.
La manera en que Tarantino va desarrollando la historia poco a poco y cómo los hechos llevan de una cosa a otra, resulta altamente satisfactoria. Django, casi sin querer, está siendo entrenado para lo que será el clímax de la historia mucho más adelante. No sólo su habilidad física está puesta a prueba, sino toda su estabilidad mental y el temple que habrá de mantener ante lo que se avecina.
Aunque el "principal" villano de la historia se no es presentado mucho más adelante, Tarantino nos va preparando y advirtiendo de lo que sucederá con algunas referencias. Schultz, un orgulloso alemán, cuenta a Django de manera muy general la trama del poema épico "El Cantar de los Nibelungos". Nuestro Siegfried pronto habrá de enfrentarse al temible dragón que custodia la prisión de su mujer, y si han leído la historia, sabrán que el único desenlace posible será un monumental baño de sangre.
Fiel a regalarnos a varios de los villanos más escandalosos de los últimos años, Tarantino moldea a Leonardo Di Caprio como un adinerado magnate del algodón aficionado de las peleas de esclavos llamado Calvin Candie, quien no está solo, pues tiene detrás de sí al esclavo más fiel que resulta ser la mente brillante detrás de la apariencia de omnipotencia de Candie. Samuel L. Jackson es quién interpreta al viejo esclavo y es él quizá el que se roba todo la atención después de la mitad de la película.
Tarantino logra acumular una tensión rápidamente justo cerca del clímax de la historia. Cuando parece que todo se ha "perdido", Schultz juega su última carta para darle una oportunidad a Django. No ha sido el "discípulo" el único que ha aprendido tanto en el viaje, el maestro ha encontrado algo más en este mundo que sólo matar por dinero. Después, Siegfried se encomienda a cumplir el único propósito en su vida, salvar a su Broomhilda.
Durante el viaje, nos damos cuenta de la urgencia de Django. Las constantes alucinaciones en donde aparece Broomhilda no hace más que evocarnos a la "dama en apuros", la belleza con la que es representada nos hacen recordar que el hombre no se detendrá con nada para restaurar el equilibrio en su vida.
El clásico viaje del héroe representado en "Django Sin Cadenas" es quizá la mejor representación del mismo que hayamos visto en tiempos recientes. Los geniales diálogos de Tarantino, las situaciones tan hilarantes pero dramáticas al mismo tiempo, un soundtrack de maravilla que refuerza la universalidad de la historia y unas actuaciones de primera de parte de Waltz y Jackson (los mejores, diría yo), hacen del nuevo trabajo de Tarantino justo lo que estábamos esperando.
Después del apabullante clímax, Tarantino todavía nos tiene guardadas algunas secuencias más en donde realmente conocemos el desenlace de todos los personajes. Aunque podría parecer anticlimático, resulta imprescidible terminar con el viaje del héroe y regalarnos un cameo que aunque bizarro, nos muestra una vez más la forma en que Quentin siempre trata todo su ambiente con cierta ironía difícil de no apreciar.
Sí, Di Caprio hace un buen trabajo, pero es Jackson quien se lleva todas las palmas. El verdadero villano escondido detrás del aparente villano, resulta una genialidad y algo sumamente original.
En fin. Es verdad que lejos quedaron los días de "Pulp Fiction" y "Perros de Reserva", pero debemos agradecer a Tarantino por continuar con el gran trabajo que ha hecho en todos estos años y por crear varias de las mejores historias del cine de los últimos tiempos.
Desde los primeros minutos de la historia, nos sentimos identificados inmediatamente con Django (Jamie Foxx), su condición infrahumana y las huellas del maltrato en su cuerpo nos hacen simpatizar con él al instante, pero de pronto, al quitarse la cobija que lo cubre del frío después de ser "salvado" por King Schultz (Christoph Waltz), un aire de grandeza lo rodea, hay algo en Django que no tienen todos los que se encuentran en su misma situación, un héroe yace dormido en Django. El encuentro entre ambos personajes resulta uno de los catalizadores de la historia, sin mencionar que otro suceso ya puesto en marcha resulta el deseo principal de Django, rescatar a su esposa de un trío de capataces que la vendieron.
De aquí en adelante comienza el viaje de nuestro "héroe" y su "mentor" después de acordar una asociación que los verá embarcarse en una subtrama que al tener su desenlance, habremos entrado de lleno al punto de toda la historia: el rescate de Broomhilda (Kerry Washington), la mujer de Django.
La manera en que Tarantino va desarrollando la historia poco a poco y cómo los hechos llevan de una cosa a otra, resulta altamente satisfactoria. Django, casi sin querer, está siendo entrenado para lo que será el clímax de la historia mucho más adelante. No sólo su habilidad física está puesta a prueba, sino toda su estabilidad mental y el temple que habrá de mantener ante lo que se avecina.
Aunque el "principal" villano de la historia se no es presentado mucho más adelante, Tarantino nos va preparando y advirtiendo de lo que sucederá con algunas referencias. Schultz, un orgulloso alemán, cuenta a Django de manera muy general la trama del poema épico "El Cantar de los Nibelungos". Nuestro Siegfried pronto habrá de enfrentarse al temible dragón que custodia la prisión de su mujer, y si han leído la historia, sabrán que el único desenlace posible será un monumental baño de sangre.
Fiel a regalarnos a varios de los villanos más escandalosos de los últimos años, Tarantino moldea a Leonardo Di Caprio como un adinerado magnate del algodón aficionado de las peleas de esclavos llamado Calvin Candie, quien no está solo, pues tiene detrás de sí al esclavo más fiel que resulta ser la mente brillante detrás de la apariencia de omnipotencia de Candie. Samuel L. Jackson es quién interpreta al viejo esclavo y es él quizá el que se roba todo la atención después de la mitad de la película.
Tarantino logra acumular una tensión rápidamente justo cerca del clímax de la historia. Cuando parece que todo se ha "perdido", Schultz juega su última carta para darle una oportunidad a Django. No ha sido el "discípulo" el único que ha aprendido tanto en el viaje, el maestro ha encontrado algo más en este mundo que sólo matar por dinero. Después, Siegfried se encomienda a cumplir el único propósito en su vida, salvar a su Broomhilda.
Durante el viaje, nos damos cuenta de la urgencia de Django. Las constantes alucinaciones en donde aparece Broomhilda no hace más que evocarnos a la "dama en apuros", la belleza con la que es representada nos hacen recordar que el hombre no se detendrá con nada para restaurar el equilibrio en su vida.
El clásico viaje del héroe representado en "Django Sin Cadenas" es quizá la mejor representación del mismo que hayamos visto en tiempos recientes. Los geniales diálogos de Tarantino, las situaciones tan hilarantes pero dramáticas al mismo tiempo, un soundtrack de maravilla que refuerza la universalidad de la historia y unas actuaciones de primera de parte de Waltz y Jackson (los mejores, diría yo), hacen del nuevo trabajo de Tarantino justo lo que estábamos esperando.
Después del apabullante clímax, Tarantino todavía nos tiene guardadas algunas secuencias más en donde realmente conocemos el desenlace de todos los personajes. Aunque podría parecer anticlimático, resulta imprescidible terminar con el viaje del héroe y regalarnos un cameo que aunque bizarro, nos muestra una vez más la forma en que Quentin siempre trata todo su ambiente con cierta ironía difícil de no apreciar.
Sí, Di Caprio hace un buen trabajo, pero es Jackson quien se lleva todas las palmas. El verdadero villano escondido detrás del aparente villano, resulta una genialidad y algo sumamente original.
En fin. Es verdad que lejos quedaron los días de "Pulp Fiction" y "Perros de Reserva", pero debemos agradecer a Tarantino por continuar con el gran trabajo que ha hecho en todos estos años y por crear varias de las mejores historias del cine de los últimos tiempos.
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