El "sueño americano" está sobrevalorado. En La Cocina (2024), este no tiene nada de "americano", y mucho menos de "sueño". La "pesadilla estadounidense" parece ser una mejor frase para describir un modo de vida generalmente miserable que se hace pasar como el epítome de la superación personal. En lo nuevo de Alonso Ruizpalacios, el concepto se muestra gráficamente a través del caótico ambiente laboral de un restaurante neoyorquino habitado por una variedad de etnias, clases sociales y personalidades. El mexicano, con un estilo ya muy delineado y ciertamente atractivo, hace un comentario sobre las promesas rotas de la inmigración; se trata de una de sus mejores películas y de un interesante ejercicio audiovisual con el que incluso se permite experimentar.
Imagen: Astrakan Film AB, Fifth Season, Filmadora, Panorama Global, Seine Pictures |
Después de desafiar los límites entre documental y ficción con Una Película de Policías (2021), Ruizpalacios vuelve con un proyecto aparentemente menos ambicioso, pero conforme va avanzando la trama es posible darse cuenta de todo lo contrario. Quizá a nivel producción estemos ante un esfuerzo de menor envergadura, sin embargo, visual y narrativamente, el director propone una experiencia que podría ser asemejada a mover una y otra vez la perilla de gas de la estufa, calentándola a fuego lento por un rato, y luego haciéndola hervir hasta que se derrame. Emanada de la obra de teatro del mismo nombre, de Arnold Wesker, la cinta pronto se revela a sí mismo como un manifiesto sociopolítico que habla, principalmente, acerca de la extraña y a veces tóxica relación entre México y Estados Unidos.
Ruizpalacios desafía las expectativas desde el inicio, presentándonos primero la situación con un personaje en particular para luego cambiar de puntos de vista y adentrarnos de lleno en un complejo entramado de confrontación política, social y racial representada en una plantilla multicultural de trabajadores. Y aunque el nombre de Rooney Mara está ahí en el cartel y en la promoción, el cineasta hace bien en no construir el relato alrededor de una estrella como ella; al final, su personaje —cuya historia de "amor" tampoco es el foco principal del filme— es uno más en un engranaje narrativamente muy aceitado, pero ciertamente chirriante dentro de la trama, lo cual genera una especie de caos controlado en el que suceden muchas cosas a la vez.
Imagen: Astrakan Film AB, Fifth Season, Filmadora, Panorama Global, Seine Pictures |
Entre ese desorden emerge Pedro (Raúl Briones), el cuasiprotagonista del que Ruizpalacios echa mano para señalar los matices de la inmigración. He aquí un personaje ciertamente poco simpático que, a pesar de sus constante desplantes y provocaciones, resulta interesante por sus picosas declaraciones, que van desde la apropiación de Estados Unidos del nombre "América" hasta el significado de mexicanidad al interior de un país que lo asimila todo a modo de una aterradora homogenización. Briones, además, hace palpable la frustración del migrante: ¿de verdad vale la pena partirse el lomo por un sueldo mediocre e imposibilitando incluso poder llorar en su idioma? La pesadilla es real.
La Cocina rescata parte importante de la puesta en escena teatral. Hacia la mitad, por ejemplo, nos regala un plano secuencia de absoluto descontrol que hace pensar en cómo fue posible tal nivel de organización dentro de la anarquía de la historia —las comparaciones con The Bear, por supuesto, son inevitbales, aunque los alimentos aquí pasan hasta un cuarto plano—. En otro momento, uno de cierto descanso tras el estrés total de lo anterior, Pedro y sus compañeros meditan durante su receso sobre sus sueños y si realmente vale la pena lo que han sacrificado. Ruizpalacios prescinde relativamente del montaje en estos instantes para acercar su obra hacia un terreno dramatúrgico que, a pesar de lo calculado, se siente orgánico.
Imagen: Astrakan Film AB, Fifth Season, Filmadora, Panorama Global, Seine Pictures |
Lo político siempre ha sido parte integral de la obra de Ruizpalacios, y La Cocina no es la excepción. La explotación capitalista de la inmigración se asoma con la lucha silenciosa de un grupo de trabajadores culpados de un aparente robo dentro del restaurante; la exploración íntima de la volatilidad dentro de un local de comida ordinario se extrapola a un sentimiento generalizado de opresión y futilidad. Como en sus anteriores trabajos, el realizador consigue transmitir lo que implica la mexicanidad actualmente y nos enfrenta ante las vicisitudes que la rodean en una época de cambios y sumisión ante lo que parece superior.
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