Entrevista - Paloma Cabrera (productora de Te Nombré en el Silencio): "una historia que se tenía que contar"

En Te Nombré en el Silencio, Las Rastreadoras de El Fuerte, un grupo de personas —formado en su mayoría por mujeres— emprende la dolorosa tarea de tener que buscar los restos de sus hijos desaparecidos. El documental, dirigido por José María Espinosa de los Monteros, sigue la labor de estas madres, hermanas, amigas y tías tomando el punto de vista de Mirna Nereida Medina, su líder y quien apenas ha podido encontrar una parte de su hijo (algo que resulta inconcebible de asimilar, sin importar que hayan pasado ya tantos años de violencia en México). Inesperadamente, a pesar del dolor de por medio, la película ofrece varios momentos de luz gracias a la personalidad única de su protagonista.

Hace unos días tuvimos la oportunidad de charlar al respecto con la productora Paloma Cabrera, quien nos contó más sobre lo que implicar llevar a buen puerto una producción independiente como esta, darlo a conocer y moverse en un entorno complicado para los cineastas que presentan por primera vez un largometraje:

¿Cómo surgió este proyecto?, ¿tú lo iniciaste o te uniste más adelante?

El proyecto surgió hace cinco años gracias a José María, que estaba haciendo un trabajo documental sobre la normalización de la violencia en Sinaloa —él es de ahí—. Juan Pablo, su hermano —también productor de Te Nombré en el Silencio—, empezó ese proyecto con él. Yo me uní hace tres años; conocí a Juan Pablo y me invitaron a participar. Me contaron sobre este trabajo y me gustó mucho. Vi ciertos cortes que había y me encantó la personalidad de Mirna. Esta es una historia que se tenía que contar, y por eso me uní. Con las horas de material ya filmadas, yo me incorporé al momento de la selección y la posproducción.

¿Qué hace una productora después de la filmación de un documental?

La construcción de un documental así se hace durante la edición. Tú puedes grabar horas y horas de material —ellos tuvieron la libertad de filmar absolutamente todo—, pero el hilo narrativo y la historia se forman durante el montaje. Y aquí es donde entran las cabezas de producción, guiando y opinando; sin embargo, al final, las decisiones creativas las tiene el director. Pero como productora vas trazando el camino. Por supuesto, tienes que ver todo el material —eran muchísimas horas— para ayudar a aterrizar las ideas y saber qué se puede hacer y qué no, qué es factible y cuál es el objetivo del documental. Sabiendo a dónde se quiere llevar, a mí me toca ayudar a lograrlo. También preparas los siguientes pasos: conseguir al posproductor, al músico, al encargado de la edición de audio... Vas resolviendo todo lo que se necesite.

Imagen: EMT Films, Cinema del Norte, No Ficción

Mirna Nereida es una protagonista inolvidable. ¿Qué debió hacer la producción para hacerla sentir que el equipo era su aliado y no un invasor?

Yo no estuve ahí durante la filmación, pero he estado conviviendo mucho con ella después, e hicimos reshoots en los que sí estuve. Básicamente, la relación que surgió entre el director y ella fue lo que permitió que se sintiera a gusto; él se convirtió casi como en su hijo, y estuvo todo el tiempo detrás de ella y sus compañeras. Eso hizo que Mirna se soltase y se mostrase tal cual es. Las otras rastreadoras tampoco se ven forzadas ni incómodas, porque fueron meses de convivencia con ellas. Esa es la diferencia, en lugar de llegar, plantar la cámara y pretender que la persona se suelte así nada más.

Imagen: EMT Films, Cinema del Norte, No Ficción

Se trata entonces de un trabajo para crear un espacio de confianza.

Exacto. De ir a la casa, a la oficina, a los rastreos; seguirlas, conocer a las familias. Apenas se ve de esto 84 minutos, pero, en realidad, se hizo mucho más. 

¿Qué retos estás encontrando para que el documental se dé a conocer y la gente hable al respecto?

Los espacios de exhibición, siempre. En México se produce mucho cine —ficción y documental—, pero los espacios para exhibir son pocos, y más cuando se trata de una película independiente. Las salas que acogen estos trabajos —fuera de Cinépolis y Cinemex— son pocas. La Cineteca Nacional está saturada. Y también hay que animar a la gente a que lo vea, pues no es una historia fácil. Y claro, nos gustaría que hubiera una acción a partir de esta película: un cambio sustancial en su vida como rastreadoras. Por eso vamos a hacer una campaña social más adelante, con la que esperamos que cambie algo —aunque sea un poco— en Sinaloa.

Imagen: EMT Films, Cinema del Norte, No Ficción

Las redes sociales deben ser entonces una gran herramienta en este momento.

Sí. Estar en contacto con otras ONG y recibir su apoyo nos ha ayudado. Por ejemplo, mañana (27 de agosto) vamos a presentar la película en Los Pinos —que ahora es un centro cultural—, donde habrá una exposición sobre desaparición forzada, y estará Mirna y Secretaría de Gobernación. El punto es presentarle la película a las autoridades, tener una mesa de debate y que salga algo de provecho, y no nada más que sea para la foto. Queremos que sea el vehículo para que se pueda hacer algo más.

Además de la reciente reconfiguración de los estímulos fiscales para la producción cinematográfica, ¿qué otros retos enfrentan los nuevos cineastas mexicanos? 

Es difícil hacer cine en este país. Y con la reducción de esos estímulos todavía más. Si antes había diez pesos, ahora solo hay cinco. Y al aplicar, siendo nuevo, no tienes un currículum atrás ni un nombre. Pero se puede. A nosotros nos ayudó Ford Foundation y Open Society —organismos internacionales— para costear la filmación. El crowdfunding también fue importante. Entonces, sí hay forma de sacarlo adelante.

Imagen: EMT Films, Cinema del Norte, No Ficción

¿Este documental no gozó de ningún recurso federal?

No, pero aplicamos a EFICINE para la distribución, con lo que esperamos poder proyectar la película en cines y en diferentes lugares del país, no solo en CDMX. Y ese es otro reto: sacar el cine de la capital y llevarlo a otros sitios es difícil.

¿Cuáles son sus planes de distribución?

Queremos llevarlo a cines independientes —a la Cineteca de Querétaro estaría increíble—, porque para Cinépolis no te alcanza el dinero. Y también queremos llevarlo a los lugares donde no hay cine, como donde viven Las Rastreadoras. Me gustaría hacer funciones al aire libre, más con un ánimo social que conseguir taquilla. Este tipo de proyectos los hacemos con un objetivo social, que es el de tratar de cambiar las cosas —por más utópico que resulte—. En suma, queremos llevarlo a donde se pueda: museos, con más ONG... Y, por supuesto, nos gustaría que, si hay oportunidad, pudiera estar albergado en una plataforma de streaming, como FilminLatino, para que más gente lo vea.

Te Nombré en el Silencio se puede ver gratis hasta el miércoles 31 de agosto a través de Cinépolis Klic como parte del ciclo "Rastros y Luces" de Ambulante.