Reseña - Atlantis, de Valentyn Vasyanovych (MUBI): la vida después de la devastación

Atlantis (2019) empieza con una imagen infrarroja que no esconde en lo absoluto lo que los cuerpos que vemos hacen; en breve, uno de ellos dejará de emitir la distinta señal de calor que captura la cámara. Mientras tres de los individuos consuman el asesinato de este último, y entierran rápidamente el cadáver con el distintivo violeta/naranja/amarillo todavía en él, Valentyn Vasyanovych, advierte sobre un mundo hostil, en donde la misericordia y la dignidad han quedado sepultadas bajo la desolación y la ruina. Aunque la cámara térmica da fe de que los cuerpos agresores continúan emitiendo una señal de calor, su frialdad parece inconmensurable. En el escenario postapocalíptico que Atlantis muestra, la vida finalmente ha perdido cualquier indicio de calidez.

Un año después de una devastadora guerra con Rusia, el este de Ucrania yace prácticamente en escombros. Sergiy (Andriy Rymaruk), un exsoldado que sufre de estrés postraumático, trata de encontrar sentido para una nueva y brutal etapa en su vida. Al poco tiempo, un incidente en la fábrica de acero en la que trabaja, y en el que estuvo involucrado un compañero, le hace dudar más sobre el rumbo que debe tomar. Más tarde, ahora como conductor de un camión de entrega de agua, Sergiy conoce a Katya (Liudmyla Bileka), una activista dedicada a encontrar cuerpos de soldados caídos en los campos de batalla, para identificarlos y entregar los restos a sus familias. Tocado por su entrega, el militar retirado se une a su empresa en busca de un rayo de esperanza entre tanta oscuridad.

Atlantis Valentyn Vasyanovych reseña
Imagen: Garmata Film Production, Limelite

Ganadora del premio a la Mejor Película en la sección "Orizonti" del Festival de Cine de Venecia, Atlantis ofrece un vistazo no muy improbable al sombrío futuro de una nación. Tomando como referencia el actual conflicto armado entre Ucrania y Rusia, el director Valentyn Vasyanovych fotógrafo de la multipremiada The Tribe (2014) enarbola en su trabajo el profundo sentimiento de indignación ante la tragedia política en la que está sumido su país desde hace ya varios años. En su más reciente esfuerzo, el ucraniano también escritor, productor, editor y fotógrafo de la cinta plasma un mensaje antibélico que adquiere su fuerza en las grisáceas y decadentes imágenes que presenta; pero, a pesar del pesimismo, su historia encuentra algo de aliento en la labor de sus heridos protagonistas interpretados por actores no profesionales cuya experiencia es relativamente cercana a la de sus personajes.

Después de la escena descrita inicialmente que permanece como unica alusión directa a la guerra en cuestión Atlantis deja la cámara infrarroja para pasar a una convencional, pero cuyas imágenes no dejan de capturar la frialdad de un mundo completamente desentendido de un desastre de enormes proporciones. Ejemplo de ello es la escena, con ciertas reminisencias de 1984 (1984), en la que el que parece ser el dueño de la fábrica donde trabaja Sergiy informa a los trabajadores sobre el cierre de esta. Con un "ahora, bebamos", después de anunciar que la "modernidad" ya no tiene algo para ofrecerles, el hombre que evidentemente no es ucraniano hace eco de la indiferencia de aquellos que no pueden ver más allá de sus narices. El futuro que Vasyanovych vislumbra, tristemente, encuentra su arraigo en un presente igualmente deprimente. El capitalismo, una vez más, solo se procura a sí mismo.

Atlantis Valentyn Vasyanovych reseña
Imagen: Garmata Film Production, Limelite

Esto se refuerza a través de la forma en la que Vasyanovych filma, exclusivamente con tomas abiertas estáticas estrechamente unidas con el docudrama—, las cuales impiden al espectador apreciar las expresiones de los personajes, pero que permiten retratar la devastación que los rodea. En una escena, por ejemplo, en un tercer plano, la construcción de un muro adquiere el protagonismo absoluto; en otras, Sergiy realiza entregas de agua a los soldados destacados en los alrededores. Las imágenes muestran un nuevo orden al que, inevitablemente, los sobrevivientes se han tenido que adaptar, y en el que la camaradería brinda un poco de calor en medio del clima helado característico de la región. Estas viñetas nos dejan asomarnos a un porvenir plausible y ciertamente desmoralizador.

Sin embargo, este aparente desapego a las emociones de los personajes encuentra un descanso en distintos y decisivos momentos. En ellos, Vasyanovych nos da la oportunidad de ver de cerca a Sergiy, principalmente cuando parece sincerarse, intencionalmente o no, ante sí mismo. Esto también tiene que ver con la aparición de Katya, cuya labora inspira en él una posibilidad, por más mínima que sea, de encontrar algo de paz. De hecho, la cámara infrarroja vuelve a hacerse presente una vez más hacia el final; de pronto, las imágenes que vemos en la pantalla, a diferencia del prólogo, nos recuerdan que, después de todo, cuando los cuerpos se juntan, el calor se mantiene intacto. 

Atlantis Valentyn Vasyanovych reseña
Imagen: Garmata Film Production, Limelite

Si bien el director dedica muy poco tiempo al desarrollo de los personajes, la relación entre Sergiy y Katya, eventualmente, se convierte en el núcleo de la trama. Su noble labor "desenterrando su propia historia" supone la búsqueda de un cierre después de la calamidad. Vasyanovych se pregunta qué pasa después de la devastación. En Atlantis, los sobrevivientes pretenden hacer habitable lo inhabitable y poner punto final a la guerra, que no termina cuando cesa el fuego. De cualquier manera, entre tanta ruina, y alejándose brevemente del desapego que reina en casi toda la película, el director brinda un poco de alivio a sus personajes. El momento de tranquilidad que vive Sergiy, disfrutando de un baño caliente improvisado, y uno muy íntimo que pasa a lado de Katya, en medio de la putrefacción absoluta, significan un respiro muy necesario, no solo para el espectador, sino también para quienes habitan el relato.

Atlantis nos recuerda Niños del Hombre (Children of Men, 2006) de algún modo, quizá no en lo técnico, pero sí en el discurso. La devastación, en todo sentido, azota ambos mundos, cuyo lúgubre futuro se encuentra unido por el desastre. Tanto a Vasyanovych como a Alfonso Cuarón les preocupa indagar en la vida ordinaria posapocalíptica, sumida en la desesperación a causa de las diferencias geopolíticas. Pero la esperanza que ofrecen no viene de los gobiernos, sino de aquellos que reconstruyen con sus propias manos. En una escena clave, Katya le pregunta a Sergiy por qué no simplemente se va, y este responde: "¿Irse sin más después de tantos años de guerra?". El orgullo nacional que se percibe en el relato del ucraniano guía a Sergiy, un hombre que acepta para no desaparecer.

Atlantis está disponible en MUBI.

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