Resulta sumamente apropiado que Beginning (Dea Kulumbegashvili, 2020) comience precisamente con el inicio, aquel momento en el que la fe cristiana dio uno de sus primeros pasos. Los feligreses, atentos, escuchan nuevamente de voz de su predicador la historia sobre cómo Abraham estuvo dispuesto a realizar el más grande de los sacrificios con tal de satisfacer a Yahvé. Todavía más impactante que lo que pasa cuando el encuentro se ve interrumpido súbita y violentamente es percatarse de la trágica conexión con la protagonista, Yuna (Ia Sukhitahsvili), una mujer acorralada viviendo múltiples y severas crisis.
La película, con un notable desapego, pone en el centro a una creyente cuyo mundo comienza a caerse a pedazos en todo sentido. Al igual que el padre de su religión, Yuna se someterá a una prueba definitiva para darle significado a su existencia una vez más.
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Después de que el centro de reunión de una comunidad de testigos de Jehová en un pueblo de Georgia es destruido intencionalmente, David (Rati Oneli), su líder y esposo de Yuna, se mantiene estoico y decide buscar ayuda con sus superiores para erigir uno nuevo.
Mientras, Yuna continúa con las clases de religión para los niños; sin embargo, todo cambia cuando un hombre clamando ser detective (Kakha Kintsurashvili) llega a su casa para hacerle unas preguntas sobre el ataque. El encuentro, desagradable e inesperado, acentúa las dudas de una mujer que, al borde de su propia vida, decide poner manos a la obra en busca de las respuestas que nadie le puede dar.
Dea Kulumbegashvili, presente en el Festival de Cannes en últimos con años con distintos cortometrajes, hace su debut en largo con un impresionante e hipnótico filme que ha cautivado al mundo del cine desde su estreno oficial en el Festival de Toronto el año pasado. Ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián, además de otros premios, y enviada para buscar una nominación al Óscar representando a Georgia, Beginning es, sin duda, una de las óperas primas mejor logradas en tiempos recientes.
Con una maestría para manejar a sus personajes, un estilo minimalista que se presta para distintas reflexiones y una meritoria convicción para mantener una opacidad alrededor de su relato, Kulumbegashvili emerge como una fuerza narrativa que llama poderosamente la atención.
En su debut, la georgiana se adhiere a una de las temáticas que más resuenan en la región de la que proviene: las tensiones religiosas. La cinta nos sitúa en medio de una pequeña comunidad de testigos de Jehová alejada de la capital. El ataque al que es sujeto su centro de reunión sirve como catalizador del derrumbe espiritual y emocional en Yuna, la mujer a quien acompañamos en un cruel viaje hacia la aparente redención. Sukhitahsvili y Kulumbegashvili hacen un enorme trabajo al concebir un personaje parco pero enigmático que pone a prueba la paciencia y simpatía del espectador.
Si bien la película no se ancla realmente al empoderamiento para hacer surgir a su protagonista, las vivencias de Yuna durante la trama la presentan como un individuo capaz de tomar sus propias decisiones, por más que estas no sean las esperadas. Creando un velo alrededor de su personaje, Sukhitahsvili interpreta a Yuna como si se negara a hacerlo, y es solo en algunos brevísimos instantes en los que podemos divisar la motivación que nos llevará hasta el impactante desenlace.
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En Beginning, el mundo de Yuna se rige por la violencia psicológica, de parte de su marido, y la física, perpetrada por el supuesto detective. Conforme avanza la cinta, nos adentramos en distintos rincones de su existencia, en los cuales aguardan más pistas que permiten entender su desenvolvimiento. En una visita a su madre, por ejemplo, nos topamos con la historia de rompimiento de sus padres, sin mencionar la de abandono que vive en ese preciso momento su hermana menor.
En esta comunidad, el hombre ejerce un inconmensurable poder sobre la mujer, uniendo inevitablemente el destino de esta al suyo. Como una exactriz que tuvo que dejarlo todo para seguir la vocación de su esposo, y cuya fe finalmente pudo haber llegado a un punto de inflexión, Yuna encuentra en los ataques a sus creencias y persona una oportunidad de reafirmar una dolorosa lealtad, o al menos eso es lo que parece.
Cerca del final, durante la ceremonia de un bautizo, un grupo de niños responde varias preguntas sobre el significado del cielo y el infierno. Casi todos definen con exactitud, según lo que les han enseñado, este último, pero la cosa se complica cuando tienen que hablar sobre el primero. Ese arraigo religioso hacia el temor y el castigo también se percibe en Yuna, quien diseña uno muy duro para sí misma, como si lo que ha vivido no fuera ya suficiente. Si bien Kulumbegashvili se preocupa más por el sufrimiento de Yuna que por explorar este aspecto de la ética cristiana, la relación entre ambos define en gran medida lo que pasará momentos antes de que comiencen a salir los créditos.
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La directora se vale de la cámara del también debutante en largo Arseni Khachaturan para convertir cada larga secuencia en algo así como una interminable mirada. Con apenas unos cuantos movimientos, reservados para instantes de una importante carga emocional, la cámara acoge al espectador para insertarlo en la realidad de Yuna. La observación se convierte en una de las armas narrativas más poderosas de Kulumbegashvili y Khachaturan. Destacan, por supuesto, el plano inicial, en el que sucede el ataque; otro en el que se nos invita a contemplar a Yuna tirada en el pasto por varios minutos, con la luz bañando su figura poco a poco, y uno más en el que otro terrible ataque tiene lugar. La esencia de Tarkovski y Haneke se percibe en instantes como estos.
MUBI, plataforma que distribuye la cinta en streaming en varias regiones, ha tenido el enorme acierto de incluir una entrevista con Kulumbegashvili, conducida por el director Luca Guadagnino, al final de esta. La media hora adicional permite fascinarse todavía más por lo que el italiano llama "una mujer en crisis dentro de un mundo en crisis". Vale la pena quedarse hasta el término para obtener un panorama completo sobre el proceso de creación.
Aunque Beginning cuenta con una variedad de escenas con una fuerza rara vez vista en el trabajo de una debutante, hay una en particular que define toda la película. A bordo de un autobús, Yuna se mantiene un tanto despegada del respaldo; detrás, una mano, inequívocamente masculina, invade el espacio de una forma que solo se podría definir como agresiva. Percibiendo la presencia, la mujer prefiere quedarse al margen y evitarse un problema más o una nueva humillación. Su desamparo ante el dominio patriarcal es quizá la tragedia más grande de todas.
Beginning está disponible en MUBI.
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