¿Y si supiéremos que la muerte nos espera al día siguiente? Conocer el momento exacto en el que dejaremos de existir ciertamente podría prepararnos para la fatídica fecha; pero tratar de asimilar la información también podría ser insorportable. Esta, básicamente, es la premisa de She Dies Tomorrow (2020), una cinta que presenta a los protagonistas esta inesperada revelación para luego someterlos a una serie de circunstancias tan absurdas como intrigantes.
Por razones desconocidas, Amy (Kate Lyn Sheil) da por hecho que morirá mañana. Resignada la joven mujer comienza a preparse para dejar este mundo de la mejor manera. Jane (Jane Adams), su amiga, acude a visitarla al percibir que algo anda mal después de hablar con ella; sin embargo, su increíble habladuría sobre su próxima muerte genera una confrontación entre ambas.
Pero no pasa mucho tiempo para que Jane haga suya la fatalista idea de Amy, quien, en solitario, se embarca en un peligroso viaje para enfrentar sus propios demonios de una vez por todas. Así, las dos comienzan a propagar esta misteriosa enfermedad que pone a las víctimas frente a su inminente partida.
Amy Seimetz dirige este thriller psicológico que bien podría considarse terror desde un punto de vista muy específico. Si bien la trama está lejos de cualquier convención del género, la situación es por demás terrorífica. Apelando a un temor palpable y bastante perturbardor, She Dies Tomorrow se toma su tiempo para adentrarnos en su argumento.
Y aunque el origen de este mal nunca está cerca de ser explicado, su desarrollo casi inmediato nos permite asomarnos a la vulnerabilidad que presenta cada uno de los personajes que caen contagiados. Con este concepto atípico, Seimetz parece apuntar a la propagación de la ansiedad, algo con lo que, por obvias razones, resulta sencillo identificarse justo ahora.
En un inicio, Seimetz presenta a Amy como la paciente cero. Aunque la conocemos ya "infectada", algunas pistas sugieren que nos hemos encontrado con ella a punto de empezar una nueva y quizá abrumadora etapa. Pero su estado de ánimo no concuerda con lo que debería ser algo emocionante y lleno de optimismo.
Buscando urnas para cenizas y considerando seriamente la posibilidad de convertirse en una chamarra de cuero después de morir, Amy proyecta una amargura sobrecogedora. Si bien este sentimiento no ha llegado como resultado de una búsqueda personal, sí que significa para ella una oportunidad de reflexionar sobre su existencia.
Seimetz, quien le comparte su nombre a la protagonista, inyecta un poco de sí en ella. Basándose en las reacciones de la gente a sus ataques de ansiedad, la cineasta construye un relato existencialista que conecta a Amy con un pasado complicado. Las referencias a un problema con el alcohol y una difícil decisión cuando era más joven traen a colación el tema del arrepentimiento, probablemente, el sentimiento más natural que pudiera surgir en una posición como aquella.
A través de distintos flashbacks, el pasado reciente de la mujer deja al descubierto una vulnerabilidad que ha sido exacerbada por su actual condición. ¿Será entonces que este conocimiento simplemente revela el verdadero sentir de quienes lo adquieren?
Los demás personajes afrontan la situación de distintas maneras. Jane, por ejemplo, lo toma como una oportunidad de poner sus cosas en orden, y no con la misma pesadumbre de su amiga. Jason (Chris Messina), su hermano, deja las banalidades de lado y opta por pasar un lindo pero lúgubre momento con su familia.
Por otro lado, Brian (Tunde Adebimpe) y Tilly (Jennifer Kim), una pareja amiga de Jason, dejan las caretas de lado y asumen el destino final de su relación romántica. Queda claro que la enfermedad que los aqueja no los hace reaccionar de la misma forma, lo que crea cierta inconsitencia al respecto; de cualquiera manera, esto nos permite dar un vistazo a tribulaciones subyacientes que solo la muerte o la cercanía de esta saca a flote.
La película obliga a su principal protagonista a pensar en el hubiera. Esto, por supuesto, supone un ejercicio futil en todos los sentidos; la figura de Amy pronto toma un rol casi fantasmagórico que contribuye a una sensación de vaguedad presente, sobre todo, en la última parte del filme
Es también en estos últimos instantes en los que Jane se topa con un par de mujeres con las cuales vivirá sus últimos momentos. Aunque la empatía parece ser el motivo de este encuentro, lo aleatorio del encuentro impide que sea convincente.
Inesperadamente, la trama también guarda un espacio para un humor sumamente incómodo. En una escena, por ejemplo, Jane llega de sorpresa al cumpleaños de su cuñada, donde los triviales temas de conversación pronto son opacados por la apocalíptica intervención de esta. En otra, Amy vive una experiencia romántica inusual con un hombre a quien también acaba de contagiar. Todo esto contrasta notablemente con sus primeras escenas, en las que se entrega por completo a una desdicha musicalizada por el drama absoluto del "Lacrimosa" del "Réquiem" de Mozart.
She Dies Tomorrow emerge como la curiosa contraparte de otro relato que explora una muerte señalada por fuerzas externas. En You Will Die at Twenty (Amjad Abu Alala, 2019), un joven sudanés espera su muerte a los 20 años, pues un ritual local así lo ha profetizado. La cinta nos coloca en sus supuestos últimos días, en los que finalmente se libera de la opresión que lo ha privado de tanto a pesar de su corta vida.
Si bien esta historia tiene implicaciones sociales ausentes en la que tenemos en cuestión, ambas nos presentan a individuos invirtiendo sus aparentes momentos finales en una búsqueda para llenar ese vacío que no se habían percatado que tenían. Quizá entonces sentir la proximidad de nuestro final terrenal podría ponernos en contacto con lo más profundo de nuestro ser, o al menos eso es lo que Seimetz y Abu Alala creen.
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