El verano ha comenzado, las clases han terminado y el sol y la playa esperan. Y como una sirena salida directamente del Mediterráneo, Sofia (Zahia Dehar) aprovecha la temporada para desplegar sus encantos y un cuerpo que bien pudo haber sido modelado por la delicadeza del oleaje local. En Una Chica Fácil, cuyo título apela a algo más que el aparente sentido peyorativo, la joven ya mencionada representa el hedonismo en su máximo esplendor; un sueño de verano francés enclavado en la tentación.
Pero esta historia encuentra en otra mujer a su verdadera protagonista, su prima adolescente Naïma (Mina Farid), quien vive una serie de experiencias que le plantearán algunas dudas, alimentadas principalmente por la presencia de Sofia, sobre quién quiere ser realmente.
Mientras Naïma planea una aventura veraniega con su mejor amigo Dodo (Lakdhar Dridi), su sofisticada y llamativa prima Sofia llega de imprevisto a su casa en Cannes después de haber perdido a su madre. Sorprendida pero ciertamente feliz de estar junto a ella por el tiempo que sea, Naïma finalmente comienza a conocer su prima, quien no duda en usar su físico para obtener lo que quiere.
Siendo testigo de su seguridad y convicción, Naïma no puede evitar sentirse atraída por su desinhibición y estilo de vida, por lo que pronto es arrastrada a paseos en yate, elegantes cenas en los mejores sitios de la ciudad y escapadas con un par de hombres maduros con distintas intenciones. Cuando el verano está por terminar, Naïma se ve ante la primera encrucijada de su existencia, un momento en el que tendrá que decidir qué camino será el más satisfactorio para ella hacia la madurez.
Parte de la selección de la 'Quincena de los Realizadores' de la edición 2019 del Festival de Cannes (porque obviamente no podía quedar fuera una cinta filmada en los alrededores), Una Chica Fácil, de Rebecca Zlotowski nos presenta la clásica película de vacaciones de verano en la que las o los protagonistas experimentan vivencias puntuales que los transforman para siempre.
Este coming-of-age nos sitúa en un lugar de ensueño, una Riviera Francesa que nunca duerme y cuyos visitantes se entregan a todos los placeres disponibles, o a los que su dinero puede comprar. Irónicamente, Naïma es una chica ajena a esta dinámica. "¿Vives en Cannes y nunca has paseado en bote?", le pregunta Phillipe (Benoît Magimel), su nuevo amigo de sociedad. Es precisamente por medio de Sofia que la protagonista se acerca por primera vez a este nuevo y elegante mundo, en el que también aguardan todo tipo de decepciones y engaños.
Aunque juntas no conforman una pareja actoral memorable, Dehar y Farid por sí solas dejan una buena impresión, sobre todo la segunda, cuyo punto de vista es el que guía al espectador a través de este entorno por momentos onírico.
La joven actriz plasma las inquietudes propias de una adolescente en un personaje inocente y reservado que se enfrenta a distintas circunstancias un tanto adelantadas a su edad, y hasta ese momento desconocidas para una aspirante a chef viviendo en un diminuto departamento en la zona industrial de la ciudad. La llegada de Sofia supone una ventana hacia una vida llena de placeres difícil de ignorar, pero ¿es realmente lo que quiere?
El efecto que Sofia tiene en todos a su alrededor es notable. Naïma, por ejemplo, ensimismada en un comienzo por su estilo, se gasta el dinero de su regalo de cumpleaños en un tatuaje en la espalada baja con la leyenda "Carpe Diem", justo como el que tiene su prima, quien prácticamente encuentra en esta frase su máxima de vida.
Pero la influencia de Sofia va más allá de un modelo a seguir. Dodo no puede permanecer indiferente ante quien considera una mala influencia para su mejor amiga, por lo que las tensiones no se hacen esperar. Y, por supuesto, su belleza no pasa desapercibida ante la lujuria de Andrès (Nuno Lopes), un millonario que disfruta de unas vacaciones eternas a bordo de su yate anclado en la marina.
Contrario a lo que se pudiera pensar, Dehar, una antigua escort convertida en modelo y actriz, resulta esencial para poder diseñar un personaje que se asume en control y que clama no tener sentimientos, de ahí la supuesta facilidad para sostener encuentros sexuales con aquellos quienes pueden ofrecerle el glamur que ansía.
Su hedonismo solo es superado por su astucia y franqueza, lo cual queda al descubierto en una escena en la que el grupo acude a una comida con una adinerada italiana. Cuestionada por esta ultima sobre su concepto de belleza y las incontables cirugías plásticas, Sofia asesta un golpe certero que solo su juventud y picardía pueden respaldar.
Más que una historia sobre un despertar sexual, Una Chica Fácil hace hincapié en las distinciones sociales y el concepto que cada estrato tiene sobre lo que significa disfrutar lo que uno tiene. Philippe y Andrès representan dos visiones distintas dentro de la misma clase alta. Mientras que el primero no escatima en los recursos a su alcance para conseguir lo que quiere, el segundo prefiere mantener un perfil bajo.
El paralelismo con las primas es evidente, por lo que Naïma en breve se siente identificada con su contraparte, quien también parece vivir bajo la sombra de quien no tiene reparo en disfrutar su sexualidad, dinero y todo lo que esto conlleva. Los conflictos internos de la todavía niña son avivados por una presencia masculina inédita hasta ese momento en su vida, creando por primera vez la posibilidad de parecerse en algo a Sofia.
La mirada de Zlotowski es sumamente importante para entender este momento no como una necesidad de tener a un hombre, sino de encontrar una guía durante una evidente confusión. En medio de la frivolidad de Andrès y su prima, Phillipe emerge probablemente no como un héroe, pero sí como un recordatorio de dónde radica realmente la felicidad.
Una Chica Fácil es ligera y entretenida, pero no si son sus desaciertos. Quizá el más notable de todos es la oportunidad de desarrollar a Sofia, quien, como dice Naïma al final, "simplemente se fue como el verano". La muerte de su madre apenas se toca, omitiendo un aspecto que bien pudo haber impactado de alguna u otra forma en su comportamiento y su supuesta ausencia de sentimientos. ¿Se trata acaso de una manera de suprimir un profundo dolor? Esto queda totalmente a la deriva.
Por otro lado, podría decirse que Naïma termina en el mismo punto donde empezó la cinta. Esto queda a la interpretación de cada quien, aunque deberíamos tomar en cuenta todo por lo que ha pasado en el verano, una especie de reconciliación consigo misma, tanto con su presente como con su futuro. Mientras, Sofia seguirá disfrutando a su manera. Dos mujeres, dos caminos distintos.
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