Reseña - Todos lo Saben: secretos y rivalidades

Los dramas centrados en una fiesta familiar que acaba de la peor manera generalmente retratan efectivamente un aparente ambiente de paz que poco a poco se va convirtiendo en un terrible caos, el cual finalmente tira las máscaras de los personajes y revela sus verdaderos sentimientos y opiniones. Todos lo Saben, lo nuevo del director iraní Asghar Farhadi, encaja perfectamente en esta categoría. Si bien al emplear esta fórmula, el aclamado cineasta no aporta algo realmente nuevo al concepto o a su obra, la ejecución lleva la trama por un buen rumbo. En esta cinta, una familia relativamente normal se enfrenta a una difícil situación que deja al descubierto viejas rencillas y amoríos que ponen en peligro la estabilidad que tanto les ha costado conseguir.

Laura (Penélope Cruz), quien vive en Argentina con su esposo Alejandro (Ricardo Darín) e hijos, vuelve a su natal España para asistir a la boda de una de sus hermanas. En el pueblo donde vive su familia se reencuentra con Paco (Javier Bardem), dueño de una finca de vino local y su primer gran amor. Este ha seguido con su propia vida, pero no puede evitar mostrar la emoción que le causa volver a ver a su ex. Todos asisten a la fiesta, la cual termina con una serie de apagones y la hija de Laura, Irene (Carla Campra), sintiéndose extrañamente mal. Todo empeora cuando la joven desaparece misteriosamente y la madre recibe un mensaje sobre su secuestro. El acontecimiento pronto lleva a la familia al límite y las tensiones comienzan a aflorar. Aunque Laura recibe toda la ayuda de Paco, un secreto a voces que emerge a la luz convierte la situación en una todavía más complicada.


El ganador del Óscar Asghar Farhadi vuelve con su primera película filmada completamente en un idioma ajeno para él. Aunque El Pasado tiene partes en francés e italiano, Todos lo Saben es prácticamente un proyecto español al estar hablada en el idioma y por haber sido financiada en este país. Utilizando talento local y paisajes sumamente tradicionales, el influyente director se interna en una sociedad distinta para entregarnos uno de los dramas familiares a los que nos tiene acostumbrados. Es cierto que este nuevo esfuerzo realmente no está a la altura de los anteriores, todos ganadoras de premios importantes, pero no podemos dejarle de dar crédito a un hombre que se ha metido en un entorno distinto para darle un nuevo sentido a lo que más ama hacer.

Cruz interpreta a Laura, una mujer que ha encontrado fuera de su país quizá no la estabilidad que deseaba, pero sí la oportunidad de formar una familia propia. A su llegada al pueblo, nos encontramos poco a poco con cada uno de sus familiares, lo cual resulta confuso en un comienzo debido a la gran cantidad de personajes. En la casa conviven todo tipo de personalidades, desde el testarudo patriarca Antonio (Ramón Barea), papá de Laura, hasta la reservada hermana Ana (Inma Cuesta), madre soltera que ha visto truncados sus sueños por diversos motivos, entre ellos los económicos. Durante el primer tercio de la cinta, Farhadi se mete de lleno en la idiosincrasia española, sus costumbres y problemáticas contemporáneas mostrándonos un día de celebración en una pequeña comunidad.


Todo cambia cuando la familia tiene que enfrentar la difícil situación del secuestro. En lugar de unirlos, el incidente revive viejas enemistades y dolorosos recuerdos que aportan un drama adicional a lo que está ocurriendo. En el centro de todo está Paco, quien trata de ayudar como pueda sin dañar la relación con su esposa, Bea (Bárbara Lennie), compañera de profesión y quien se encuentra un tanto insatisfecha por la forma en la que se ha desarrollado su relación con él. Durante la ausencia de Irene, Laura y Paco vuelven a acercarse; sin embargo, las rencillas dentro de su familia traen a colación una serie de acontecimientos pasados que marcaron tanto su antigua relación como la dinámica con los parientes de Laura.

Otros personajes también tratan de vivir con sus propios demonios durante los días de tensión en el pueblo. Antonio, por ejemplo, busca revivir su autoridad no solo dentro de su familia, sino en todo el pueblo, lo cual resulta contraproducente. También está Alejandro, quien aparece casi hasta la mitad de la película en un papel un tanto antagónico. Su presencia no solo es incomoda, sino sospechosa, aunque no pasa mucho tiempo para que todos comienzan a pensar mal sobre cualquiera. Conforme la trama avanza y los demás piensan en distintas maneras de poder ayudar, Alejandro prefiere encomendarse a Dios para que su hija regrese a casa. A pesar de un pasado lleno de excesos, el hombre se ha envuelto en su fe, muy a pesar de su familia política, quienes lo ven con lástima y hasta desprecio.


Las caracterizaciones en Todos lo Saben son convincentes y la trama mantiene involucrado al espectador en general; desafortunadamente, algunas decisiones de Farhadi no parecen dar los frutos que esperaba. Están, por ejemplo, las referencias iniciales a un secuestro anterior en el pueblo, el cual se nos presenta como un acontecimiento que en cualquier momento se conectará con lo sucedido. Al final, nada sucede y las implicaciones quedan a la deriva generando un poco de decepción. El director también juega con los distintos giros y revelaciones que emergen conforme avanza el relato. Por momentos, este nos lleva hacia posibles y estrepitosos desenlaces, pero todo se queda en meros indicios. En su lugar, la resolución es un tanto melodramática y poco emocionante.

En Todos lo Saben, los secretos y hechos del pasado vuelven para concluir una historia cuya trama ha incluido a nuevos e inesperados personajes. Con esta obra, Farhadi examina la forma en la que sentimientos como el amor y el resentimiento realmente nunca se esfuman. Varias de las relaciones aquí expuestas son guiadas precisamente por estos, además del incidente mismo que destroza a la familia. Paco y Laura están dispuestos a todo. En los últimos instantes de la película, ambos obtienen lo que se han planteado desde el principio del incidente. Puede que también hayan perdido algo más en el proceso, pero ambos saben que han hecho lo correcto.

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